Benidorm, con niños.
Seguimos con nuestras escapadas. En este viaje veraniego, India tan solo contaba con cuatro meses (casi cinco) y el Covid parecía remitir gracias a la vacunación masiva. Estas dos razones, junto a otras personales, nos situaron en este punto del levante español.
Queremos acostumbrar a la niña a no ser sedentaria, no obstante, es ella la que siempre nos va a marcar el ritmo. Por esta razón establecimos nuestro cuartel general en La Cala de Finestrat; más concretamente en los apartamentos Bellber, en el Tossal de la Cala.
Es Benidorm, pero no es Benidorm. Situado en el extremo de la playa de Poniente, pero perteneciente al municipio de Finestrat. Una zona «tranquila», si es que en este verano del 2021 ha existido algún lugar tranquilo en el litoral peninsular. La pandemia ha potenciado el turismo nacional, por razones obvias.
Día 1. Acomodación.
Antes del nacimiento de India, nuestro primer día en destino siempre lo aprovechábamos para visitar todo lo que nos diese tiempo. Pero desde que está con nosotros, todo hay que tomarlo con más calma. Por tanto, esta primera jornada lo dedicamos al viaje (ahora con más paradas, y más largas), acomodación, pequeña compra… y si sobra tiempo, planificación de algo improvisado.
Y así fue como actuamos. En este caso, tuvimos tiempo para improvisar un pequeño plan que consistía en un tranquilo paseo por el extremo de la playa de Poniente hasta llegar al Gastrobar Aruba. Allí cenamos, y poco más pudimos hacer. Suficiente con un bebé.
Día 2. Cala de Finestrat y Tossal de la Cala.
Semanas previas había reservado una bici de carretera para tres días en CronoBike Benidorm. Por tanto, tras el desayuno, Afri e India me llevaron con el coche hasta la tienda, ubicada en el extremo opuesto de Benidorm. Ellas volverían al apartamento en coche y yo lo haría en bici, previo ascenso a la Cruz de Benidorm y el Tossal de la Cala. Dos pequeños promontorios que flanquean ambas playas, tanto en levante como en poniente. Entre medias, un tranquilo paseo por los carriles bici de ambos paseos marítimos, Levante y Poniente.
Tras la comida en el apartamento, inauguramos la piscina del complejo durante la tarde. Después de la cena, nos propusimos ascender hasta lo más alto del Tossal de la Cala.
Desde allí se observan unas vistas muy bonitas de toda la playa de Poniente de Benidorm. Un lugar estratégico donde se ubica la ermita de la Virgen del Mar. Poco más arriba existen también unos yacimientos romanos hallados en los años 40 y que datan del s. II a.C. A ellos es posible acceder de manera gratuita pero dentro de unos horarios establecidos.
Tras la puesta de sol, descendimos hasta la cala de Finestrat donde dimos buena cuenta a unos helados en La Flor de la Cala y aprovechamos a dar un breve paseo por su mercadillo nocturno.
Día 3. Puerto de Tudons y visita a Altea.
Puerto de Tudons
Por la mañana, mientras las chicas descansaban en el apartamento, y con un buen madrugón con el objetivo de volver lo antes posible; decidí subir el puerto de Tudons con la bici de alquiler.
Unos 15 primeros kms de aproximación por Finestrat hasta el cruce de Ortxeta, dieron paso al ascenso desde Sella por un paraje muy bonito y tranquilo (tal vez por las horas tan tempranas).
Con 31 km (tras los 16 de ascenso) coroné y volví intentando repetir el trazado de subida lo menos posible. Por esa razón descendí por la carretera que da acceso al Safari de Aitana y posteriormente desviarme hacia Relleu y Ortxeta.
La llegada, tranquila por la nacional desde Villajoyosa hizo un total de 77 km unos 1000 m de desnivel, en unas tres horas y media.
Altea
La tarde fue planificada para que Kenya también disfrutase de sus vacaciones. Es por ello que nos desplazamos hasta la playa canina de Altea, junto a la urbanización Villa Gadea.
Allí mismo hay un chiringuito donde podría ser buena opción reservar mesa en vistas a cenar antes de volver a coger el coche. Pero nuestra opción pasaba por visitar la pintoresca localidad de Altea; en contraposición de las recomendaciones de no hacerlo con un coche de bebé.
En la playa canina estuvimos durante la tarde. Como la mayoría de este tipo de playas, tiene muchas piedras; que por un lado se agradece a la hora de subir a nuestra mascota al coche, pero por otra parte, nos obliga a llevar un calzado cómodo para poder desplazarnos por ella. Existe también un islote muy cerca de la línea costera que mucha gente aprovecha para visitarla a nado.
Tras el disfrute de ver a Kenya jugando con el agua, tomamos el coche para visitar Altea. Ojo, es cierto que no es recomendable la visita con un coche de bebé debido a sus cuestas y empedrado.
Aparcamos en la explanada gratuita prevista por el ayuntamiento y nos atrevimos a ascender hasta el casco antiguo… Subir por sus calles nos puso en alerta. Y una vez arriba, el empedrado y las constantes escaleras usadas para salvar desniveles nos dejaron en evidencia.
Confirmado, es posible visitar Altea con un bebé, pero siempre y cuando se use el porteo. A penas tuvimos tiempo para ver un par de bonitas calles entorno al mirador del Portal Viejo. Sus restaurantes con numerosas terrazas invitaban a sentarse en alguna de sus mesas. Muchas de ellas ocupadas o reservadas.
La decisión fue la de descender hasta el paseo marítimo, no sin alguna complicación a salvar con el carro del bebé por los pronunciados desniveles. Una vez allí, un tranquilo paseo ya con la noche sobre nosotros y una cena en cualquiera de sus terrazas.
Día 4. Torre de Aguiló y Villajoyosa.
El día se despertó con amenaza de lluvia. Nos atrevimos a bajar para desayunar en el Alameda Beach una sabrosa tostada de salmón con vistas a la playa mientras los nubarrones se aproximaban por el horizonte.
Aprovechando la poca densidad de bañistas debido al escaso sol, nos dirigimos a la playa para instalarnos y saborear una plácida temperatura sobre la arena.
Una hora más tarde la lluvia cumplió su amenaza- Recogimos los bártulos para preparar la comida en el apartamento. Durante la sobremesa, observaba la torre de Aguiló que asomaba orgullosa su silueta a lo alto del promontorio opuesto a la cala donde se ubicaba nuestro apartamento.
Torre de Aguiló
Mientras las chicas descansaban, decidí aventurarme a ascender hasta dicho punto, previas consultas a «San Google». Desde wikiloc, descargué una ruta al GPS de unos 5km para conocer la torre y de paso el Racó de Conill.
Una ruta senderista que parte desde la cala de Finestrat, se adentra por un pinar para ir cogiendo altura hacia Villajoyosa y salir a la escondida carretera que da acceso al Racó de Conill.
Desde ahí un descenso hasta la misma cala donde mojar los pies y comenzar una dura, pero bonita, subida hasta la torre por una empinada arista. A la derecha el mar, a la izquierda el pinar, detrás la costa de Villajoyosa y al frente estaba por aparecer la torre vigía.
Impresionantes vistas desde el punto en destino. Lugar decidido por Felipe II para defender la línea costera de los acosas piratas. Casi 30 km al norte y otros tantos al sur es posible divisar con un simple vistazo. Desde el Peñón de Ifach, en Calpe, al norte; hasta el Cabo de la Horta, en Alicante, al sur.
Solo quedaba descender con mucho cuidado por la pronunciada pendiente, pegado al acantilado para disfrutar de las vistas de esta pequeña cala de Finsetrat, con una perspectiva diferente.
Villajoyosa
Por la tarde-noche tocaba desplazarse hasta Villajoyosa para ver a parte de la familia. En esta vecina localidad existen varios puntos turísticos de interés. Los más golosos cuentan con la presencia de la fábrica de chocolates Valor. Pero nuestro objetivo era una simple y tranquila visita por el paseo marítimo para disfrutar de los más peques de la casa.
Aparcamos el coche en una explanada al sur del paseo, justo a la altura de la desembocadura del río Amadoiro. Comenzamos nuestra visita por el paseo marítimo donde nos llamó la atención el colorido de las fachadas que lo presiden.
Una cerveza en cualquiera de sus terrazas y vuelta para intentar cenar… pero no hubo oportunidad para ello. No obstante, disfrutamos cantidad viendo a los primos juntos por primera vez tan lejos de sus casas.
Día 5. Coll de Rates y Rincón de Loix.
Coll de Rates
La mañana se presentaba activa por la visita al Coll de Rates con la bici desde la Cala. Kike, que pasa sus veranos en Alicante, se desplazó en coche hasta aquí para compartir la jornada ciclista. A las 8:30 dimos el pistoletazo de salida.
Rodamos por la playa de Poniente para salir, en ligero ascenso, por las transitadas carreteras hasta La Nucía y Polop. Desde aquí tomamos dirección hacia Callosa d´en Sarria, donde se encuentras las famosas Fonts del Algar.
Es a partir de este lugar donde el tráfico desaparece y comienza el verdadero ascenso. Estamos en Bolulla. 7 km preciosos hasta Tárbena. Lugar estratégico donde la carretera ofrece otra alternativa hacia el col de Bixauca, que obviamos para centrarnos en el Coll de Rates.
Un tramo este final, con dos descansos y otros dos ascensos. Siempre con la Sierra de Ferrer presente. Un bonito, tranquilo y escondido valle que merece la pena visitar.
Una vez conseguido el objetivo, con casi 40 km en nuestras piernas. Tocaba descender por el mismo trazado hasta el punto inicial.
76 km y 1900 m de desnivel bien merecían unas cervecitas y un baño directo en la playa.
Afri e India bajaron del apartamento para unirse a nosotros. Kike marchó y nos quedamos en familia. Comimos en la Tapería Ayala, aunque también pudimos haberlo hecho en el Restaurante Peter. Ambos de buena recomendación.
Tras la tarde tranquila en la playa de la cala de Finestrat decidimos que, ya que habíamos visitado el Tossal de la Cala días previos, podríamos conocer el otro punto geográfico que flanqueaba ambas playas de Benidorm.
Rincón de Loix
Así pues, hasta el Rincón de Loix nos desplazamos con el coche con la idea de hacer la breve ruta de punta Cavall. Ésta transita por una zona asfaltada sin urbanizar que nos lleva hasta un bonito mirador sin necesidad de realizar mucho desnivel. Perfecta para hacerla con niños, e incluso con carro. Pero era tal la conglomeración de coches aparcados en el inicio de ruta y sus alrededores, que cambiamos de opinión.
La alternativa fue ascender hasta lo alto de la Cruz de Benidorm. Las vistas desde arriba son mucho mejores que las que habíamos planificado con la primera opción. Aunque sí es cierto que hay que salvar un desnivel mucho más importante. Nosotros lo realizamos en coche, haciendo caso omiso a los carteles que prohibían el paso a vehículos motorizados.
Tras las pertinentes fotos coincidiendo con el ocaso, hicimos un breve ascenso a lo alto de la cruz por un corto sendero de firme irregular.
Tocaba coger el coche y descender hasta la playa.
Un largo paseo al borde de la playa de levante, desde el rincón de Loix hasta el pueblo. Recordando las vacaciones que uno y otro verano repetía con mis padres. Observando los lugares; unos seguían igual, otros completamente cambiados después de más de 20 años sin haber estado por allí.
La vuelta hasta el coche, desde la plaza Triangular, lo hicimos por la avenida del Mediterráneo, la segunda línea de playa… Mucho más tranquila.
Día 6. Descanso.
Este fue un día de transición y relax total. Afri se levantó animada y decidió pasear hasta lo alto de la torre Aguiló. Mientras, India y yo intentábamos buscarla en la lejanía desde la cristalera que cubría el balcón donde desayunábamos.
A la vuelta de su ruta, tocaba llevar la bici de alquiler de vuelta a la tienda. Afri fue a recogerme. Decidimos pasar el día en la playa. Cenar en el apartamento y descansar.
Día 7. Playa canina y Benidorm pueblo.
Afri de nuevo madrugó para pasear por la playa de Poniente. La buena ubicación de los apartamentos, nos permitía elegir una u otra playa con el único precio de subir unas «rampitas» por la calle a la vuelta de cualquiera de las dos opciones.
Tras su paseo, la mañana la disfrutamos en la piscina del apartamento. No era muy grande y tampoco estaba muy concurrida. Perfecto para lo que necesitábamos.
Por la tarde, le tocó disfrutar a Kenya. Nos desplazamos hasta la playa canina el Xarco de Villajoyosa. Ya la conocíamos de otra visita a la zona. Ojo, porque el acceso es complicado y algo escondido desde la carretera nacional.
Playa de rocas redondas, algunas algas y aguas vivas. Allí nos plantamos los cuatro con nuestro cortavientos con el único objetivo de ver disfrutar a nuestra negrita en el agua.
Benidorm Pueblo
Tras el eterno chapuzón, volvimos a casa para asearnos y seguir con nuestra jornada de hoy. En esta ocasión volveríamos a Benidorm, al centro de Benidorm.
Dejamos el coche en el parking Ruzafa para estar lo más cerca posible del «meollo». Desde la Plaza de la Creu paseamos por la calle de la Carretera (o también conocida como «la del coño») en busca de La Mejillonera. El estrecho pasaje donde se ubica este local estaba abarrotado. Abortamos idea. Seguimos pues, por la calle principal, para adentramos por unos portales hasta la plaza Mayor. Allí tomamos asiento en la terraza de la Arrocería de la Mejillonera para dar buena cuenta de una espectacular paella. Con visita de Lula y su madre, incluida.
El paseo continuó adentrándonos por una de las varias y estrechas calles del casco antiguo de Benidorm hasta llegar a la zona del Castillo y el Balcón. Repleto artistas en busca de turistas. Poco queda del castillo, pero las vistas a ambas playas desde este lugar tan estratégico, merece la pena la visita. Es el punto caliente de esta gran urbe.
La vuelta por la calle Alameda nos invitaba a sentarnos en alguna de sus terrazas, pero la muchedumbre nos aturdía y salimos de allí lo más rápido que pudimos. Un helado del gusto que buscábamos nos llevó hasta el paseo marítimo. Punto y final para el día de hoy.
Día 8. Fonts del Algar y Castell de Guadalest.
Un nuevo paseo matutino de Afri permitió comenzar la jornada tranquila; con la idea de acortar la mañana de cara a poder alargar la tarde. Así que la comida fue adelantada con ese objetivo.
Fonts del Algar
La tarde se presentaba de turismo por la montaña. En primer lugar, la visita al Las fuentes del Algar. En Callosa den Sarria. Un rincón del río Algar donde se suceden un grupo de charcas y alguna chorrera que invita al baño en aguas dulces y frescas. Todo lo contrario de lo que ofrece el Mediterráneo. Eso sí, de manera sobre explotada al turismo.
El lugar tiene su encanto, pero lo pierde a la vez que hay que pasar por una taquilla para pagar y ponerte una pulserita de festival. Esperar para subir unas escaleras que facilitan el acceso a pasos superiores. Y casi no encontrar sitio para poder pasar de un lado a otro. Eso sí, cuanto más aguas arriba nos ubicábamos, menos turistas había…
Tal vez en otra época menos turística. O incluso a una hora menos popular. Pero la experiencia no fue muy positiva en el contexto que la vivimos.
A la salida, fuimos en busca del coche… Situado en parking privados sí o sí, pertenecientes a bares y/o restaurantes que viven del tránsito de turistas que vamos y venimos a este lugar.
Guadalest
La segunda visita era para Guadalest. Uno de los pueblos más bonitos de España. Con su castillo y su embalse. Ubicado en un lugar estratégico. Y escondido tras las piedras verticales que se levantan sobre el suelo.
Llegamos relativamente pronto, antes de las horas de cenar, para evitar la masificación de restaurantes como nos había tocado vivir días atrás en Altea.
Una puerta excavada en la roca daba paso a una sencilla urbe que se asomaba sin complejos al lago azul que retiene las aguas del río Guadalest. Pueblo de mayor densidad de museos por habitante. Cuatro hay entre sus paredes. Uno muy curioso, el de Miniaturas.
Tiendas de decoración, alguna que otra terraza y varios restaurantes. Un pueblo muy pintoresco que sí nos compensó nuestra visita. Pequeño. Recomendable. En poco más de hora y media, conocíamos todas las bonitas entrañas de esta localidad.
Benidorm, Guadalest y Callosa están separadas por unos 25 minutos de coche entre todas ellas.
Día 9. Regreso.
Este día lo dedicamos a repetir desayuno en el Bar Alameda mientras hacíamos tiempo para que la dueña llegase a recoger las llaves. A las 11:00 poníamos rumbo a casa poniendo fin a las primeras vacaciones oficiales de India.