
Indonesia en 17 días
Indonesia, un archipiélago de más de 17.000 islas, de las cuales unas 8.000 están habitadas. Y en las que en nuestro viaje visitamos una decena de ellas.
Es uno de los países con mayor biodiversidad del planeta y, por ello, un destino favorito para todos los amantes de las actividades al aire libre como nosotros.
Situado sobre el «cinturón de fuego», Indonesia ofrece desde trepidantes trekkings en diferentes volcanes aún en actividad, a veces peligrosa; hasta inmersiones de buceo en los fondos marinos de coral más ricos del globo. Todo ello pasando por blancas playas de coral, profundas junglas vírgenes; y un enclave que siempre está entre los «top 10» del turismo mundial, como es la isla de Bali.
Con más de 250 millones de habitantes, es el mayor país con población musulmana, una religión que profesan con tendencias muy liberales y que conviven con la minoría hinduista de la isla de Bali o la cristiana de la isla de Flores.
Colonia holandesa hasta 1945, fueron los europeos los que dieron cierta homogeneidad administrativa a la infinidad de culturas existentes en todas estas islas. De gentes amables, hospitalarias, tolerantes y respetuosas.
Indonesia posee precios muy competitivos en alojamiento y comida. Su devaluada rupia (1€=15.500 rupias) permite visitar el país sin mucho esfuerzo económico.
Os contamos nuestra aventura. ¡Adelante!

PREPARATIVOS Y RECOMENDACIONES PREVIAS
Como ya sabéis, nuestro estilo de viaje no es, digamos, tranquilo. Queremos ver lo máximo posible dentro del escaso tiempo del que disponemos. Entendemos las vacaciones, no como descanso, si no como una oportunidad para empaparnos al máximo de todo lo que nos ofrece el país que visitamos. Es por ello que la política económica del viaje tiende a ahorrar gastos en los alojamientos, puesto que solo los utilizaremos para dormir (siempre con una higiene decente y adecuada). En beneficio de excursiones, desplazamientos y entradas; donde invertimos el mayor porcentaje de nuestro presupuesto.
Para que os hagáis una idea. Gastamos más de la mitad del presupuesto solo en los vueltos de ida y vuelta. Un total aproximado de unos 2.000 € en los 18 días.
En busca de la practicidad, decidimos llevar unas mochilas de unos 40 litros de volumen para no facturar y ahorrar tiempo en lo aeropuertos; amén de poder disponer libertad de nuestras manos para diferentes gestiones sin tener que desprendernos de nuestras pertenencias.

Ropa que llevar
Su situación sobre el ecuador, permite una temperatura que oscila entre los 22 y 30 grados, siempre hablando de la época seca en la que viajamos. No obstante, la ropa que usamos será muy variada. Desde una camiseta térmica y sudadera; hasta bañador, pasando por ropa de paseo.
Esto es debido a que visitaremos playas y ciudades; pero también haremos trekkings nocturnos en lo alto de los volcanes donde las temperaturas bajarán de los 10 grados. Tampoco está de más algún chubasquero finito que haga las veces de cortaviento. Y para las playas blancas, pero de coral, es recomendable unos escarpines, aunque tampoco imprescindibles.
No obstante, no os agobiéis, existen infinidad de lavanderías que por unos 17.000 rupias (1,20€)/Kg te lavan y planchan la ropa de un día para otro a la perfección. Y si se os olvida algo en casa, las prendas textiles allí son baratísimas.
Monedas y tarjetas
Respecto a la moneda. Nosotros usamos las tarjetas BNext y Revolut. Ambas «Visa» con las que puedes sacar rupias un número limitado de veces sin comisión de los cajeros indonesios. De esta forma, no es necesario realizar el cambio de divisas en ningún banco. Además, son tarjetas que puedes ir recargando desde tu cuenta corriente, por lo que si la pierdes o sufres algún infortunio, solo perderás el dinero trasvasado a dicha tarjeta.

En Indonesia prefieren el pago en efectivo, así que intenta llevar al menos 1.500.000 rupias (unos 100€) en la cartera. Nosotros los sacamos nada más llegar al aeropuerto de destino. El máximo de dinero que puedes sacar en un cajero oscila entre 1.500.000 y 3.000.000 de rupias (unos 200€). Con el pago con tarjeta siempre te cobrarán el 3% de la cuantía a pagar.
Seguro de viaje
Siempre que salgas de España es muy recomendable, por no decir obligatorio, el tener un seguro de viajes. Nunca sabemos lo que nos puede pasar. Y ojalá nunca pase nada. Pero siempre da seguridad disponer de un chat médico, una asistencia en viaje o gestión de incidencias que nos saque de posibles apuros que nos puedan surgir lejos de casa. Si lo queréis contratar, pincha en este enlace de la empresa Mondo donde os harán un 5% de descuento.
Teléfono móvil
Es muy recomendable comprar una tarjeta SIM local para poder disponer de datos en tu móvil. Lo puedes hacer en el mismo aeropuerto, pero también hay cantidad de tiendas donde las venden en cualquier ciudad. Nosotros compramos la tarjeta de la marca XL con 8Gb por 46.000 rupias (3€) y así no tienes que depender del Wifi de hoteles y restaurantes. Hoy en día no somos nadie sin datos, merece la pena.
Si en algún momento del viaje, necesitáis recargar vuestra tarjeta BNext o Revolut, y tenéis puesta la tarjeta SIM indonesa en vuestro móvil. Recordad que el SMS de confirmación de la transferencia llegará a vuestro número español. Simplemente debéis cambiar momentaneamente la tarjeta SIM española para poder recibir el código de confirmación de la transferencia.
Visado y medicinas
Respecto al visado. Los españoles podemos entrar sin pagar visado hasta 30 días como turistas. Por tanto, solo necesitas llevar el pasaporte al día.
No está demás ir a vuestro médico de cabecera con unos meses de antelación para indicarle sobre vuestro viaje y os recomiende algunas vacunas que deberéis tramitar por prevención.
Transporte
En Indonesia puedes desplazarte con los Grab o GoJet, son los «Uber indonesios». Puedes descargarte la aplicación en el móvil para hacer uso de ellos. Son más baratos que los taxis normales. Pero como en España, tienen una guerra abierta con ellos y en algunos lugares puntuales no les dejan acceder. En Ubud (Bali) vimos carteles que prohibían su acceso. También existen los taxis oficiales de color azul y nombre «Bluebird». Aunque nosotros lo que más usamos fueron los «drivers» o taxis privados.

Si piensas alquilar una moto, es recomendable que te saques el carnet internacional en España. Cuesta unos 10€ y tiene validez de un año. Aquí puedes ver los trámites a seguir.
Y ahora sí con estas recomendaciones previas… Nos lanzamos a compartir nuestra experiencia para que cojáis ideas de cara a vuestro propio viaje. O ¿quién sabe? Lo hagáis exactamente igual a nosotros. ¡Adelante!
Día 1: Desplazamiento a Yogyakarta (Java Central).
Miércoles, 10 de julio.
Debemos tener en cuenta que usaremos al menos una jornada para desplazarnos los 13.000 km que separan España de Indonesia. Existen varias opciones de vuelos, siempre con escalas, para llegar al destino. Nosotros escogimos con unos cinco meses de antelación la ruta Madrid-Munich-Singapur-Yogyakarta. Con dos escalas, salía algo más económica. Unas 16 horas de vuelo en total, a las que hay que sumar las 5 horas de diferencia horaria y las horas de los trasbordos.

Salimos un miércoles 10 de julio desde el aeropuerto de Barajas a las 7:10 para llegar a Munich a las 9:35 (poco más de dos horas de vuelo). Unas tres horas de escala para tomar el vuelo a las 13:10 destino Singapur. A Singapur llegamos a las 7:00 (6 horas más que en España, según el uso horario), ya del jueves 11 de julio. Lo que se traduce a unas 12 horas de vuelo. Y por último salida a las 8:20 destino Yogyakarta, para llegar definitivamente a las 9:30 (5 horas más que en España, según el uso horario) del jueves 11 de julio. Dos horas de vuelo.
Día 2: Visita a Yogyakarta.
Jueves, 11 de julio.
En nuestro caso teníamos planificado visitar Yogyakarta a pie durante todo el jueves. Los lugares más interesantes de esta ciudad se centran en torno a la calle principal. Una artería que recorre de norte a sur toda la urbe.
Para llegar al centro de la ciudad desde el aeropuerto, cogimos un taxi al que pagamos 70.000 rupias (4,80 €)
La calle Malioboro es un hervidero de gentes. Los turistas se mezclan con los oriundos en esta avenida comercial con denso tráfico, tiendas por doquier y «becaks» (bicitaxis) aparcados esperando la demanda del viandante.

Un poco más al sur de esta avenida se halla el Palacio del Sultán, que da acceso al Kraton. Es esta una ciudadela amurallada donde se encuentra el puro centro de la ciudad y que puede ser recorrida a pie.
Allí podemos visitar el Taman Sari, o «Palacio de Agua» y disfrutar de sus estanques y canales. En el mismo recinto, en su parte posterior, unos túneles nos llevarán a dos mezquitas subterráneas Sumur Gumuling.
Al otro lado del Kraton se halla la plaza Alun Alun, la cual es recomendable visitar por la noche. En ella hay dos árboles en el centro y la leyenda dice que si eres capaz de pasar entre ellos con los ojos tapados, es que tienes un alma limpia. Prueba.
Para terminar el paseo puedes visitar la calle turística Prawirotaman y comer en el Warung Heru para empezar a tomar contacto con la comida local.

Tras el largo paseo, debíamos dirigirnos a nuestro primer homestay del viaje. Griya BatikGiri Sekar Homestay. Una habitación privada dentro de una casa con baño-ducha privada, sin agua caliente (aunque allí el agua del tiempo es templadita).
Día 3: Visita a los Templos Prambanan y Borobudur. Desplazamiento a Semarang.
Viernes, 12 de julio.
Amaneció pronto. Al estar en el ecuador el sol sale a las 6:00 y se pone a las 18:00. Doce horas de día y otras tantas de noche. La idea previa era la de usar transporte público para visitar los dos templos y luego desplazarnos hasta la ciudad de Semarang, al norte de la isla. Esto nos ahorraría costes, pero nos alargaría el tiempo de desplazamientos. Y, sinceramente, las dos jornadas anteriores fueron una paliza. Así que decidimos contratar un taxi privado para toda la jornada.
A las 9:00 teníamos a Tomo, así se llamaba nuestro «driver», esperando en la puerta del homestay. Amable y simpático nos llevó directos al Templo Prambanan. Una media hora de coche.
Allí decidimos comprar un ticket combinado para los dos templos que visitaríamos en la jornada de hoy por 630.000 rupias cada persona(40€). Tienes la opción de comprar un ticket para ver la puesta de sol en Borobudur; pero es más caro y no merece la pena. Fue una recomendación de Tomo, y acertó.

Tomo nos explicó que en Borobudur, cuando empezase a caer el sol, nos situásemos en lo alto del templo; y que a medida que los guardias de seguridad nos fuesen echando, aprovechásemos para hacer las fotos con el sol casi en el horizonte. Así que, ya sabéis…
Candi Prambanan
Pero volvamos a templo hinduista de Prambanan. En este recinto le dedicamos unas 2:30-3:00 horas. Nada más entrar te ofrecen café, té o agua y puedes coger un folleto informativo para introducirte en lugar. El Candi Prambanan es imponente. Disfruta de su visita, siempre y cuando los indonesios te lo permitan…
Es muy curioso este hecho. Tanto en Pranbanan como en Borobudur, los oriundos te pedirán permiso para hacerse fotos con vosotros. Te sentirás como un famoso. Y ojo, que en el momento que accedes a la foto con un grupo, los de al lado estarán al acecho para tomarse otra foto con vosotros. Eso si no os las hacen «de estrangis».

Según Tomo, nuestro conductor, las gentes se sienten orgullosas de que vayamos a visitar sus templos y deciden tener un recuerdo con nosotros. Curioso.
Otros templos de menor importancia
Tras disfrutar de este espectacular templo; en lo aledaños, sin salir del recinto, puedes visitar otros tres de menor magnitud. El más lejano está ubicado a unos dos kms de distancia. Puedes visitarlos andando, en trenecito o en bici. Nosotros alquilamos un tándem por 20.000 rupias (1,20€) y pasamos un rato divertido. Los templos son Lumbung, Brubah y Sewu.

Debido a la zona en la que se encuentra Indonesia, existen múltiples terremotos todos los años. Tristemente en el año 2006, un terremoto de 6,3 en la escala Ritcher, derrumbó parte de este templo Patrimonio de la Humanidad. Hoy en día aún siguen los restos derruidos en sus alrededores.
Tras devolver el tándem, de camino a la salida tendréis restaurantes y atracciones tipo feria. También fotógrafos que os ofrecerán amablemente su trabajo como recuerdo. Un pequeño «circo» montado para los turistas que no acaba aquí. Puesto que la salida es todo un laberinto de callejuelas con puestos para que «piques» con algún souvenir.

Tras unas tres horas de visita, contactamos con Tomo para que nos llevase directos a Borobudur. Entre uno y otro hay unos 50 km de distancia que bien pueden traducirse en dos horas de coche. El tráfico y los atascos son algo a lo que debemos acostumbrarnos en Indonesia. Una forma muy «particular» de conducir, por llamarlo de alguna manera.
Candi Borobudur
En en templo budista de Borobudur entramos directamente con los tickets combinados comprados en el anterior templo.

Igualmente te ofrecen un café, te o agua de bienvenida. Hay un corto paseo hasta la base del templo. Tómatelo con calma porque después tendrás una escalinata que pondrá a prueba tu resistencia y equilibrio para llegar a lo más alto. Aunque siempre puedes parar en cualquiera de sus balcones previos y rodear el perímetro para ir disfrutando de la geometría de mandhala que tiene su arquitectura.

Cuando llegues a lo más alto, sus características campanas no pararán de estar rodeadas de turistas que buscan tomar la foto perfecta para Instagram. O de oriundos en busca de turistas como en el templo anterior. Curioso lo de estas gentes.
Nosotros bajamos para dar la vuelta al perímetro por su base y ver la grandiosidad del monumento desde esta otra perspectiva. Después, recordando la recomendación de Tomo subimos de nuevo hasta lo más alto. Allí observamos como el sol comenzaba a descender y sus rayos reflejaban la imagen de Budha. Es entonces cuando el staff de seguridad del monumento empezó a desalojar mientras aprovechábamos para disparar las últimas fotos.

Un paseo de nuevo nos devolvía a la salida, no sin antes algunas fotos más con oriundos a la altura donde se ofertaban paseos en elefante.
De camino a Semarang
Para salir definitivamente, otro laberinto de puestos y callejuelas con el objetivo de atrapar al turista para la compra de objetos de recuerdo.
Tras escapar de esta tela de araña, nos encontramos con Tomo. Tomamos rumbo Semarang. Unos 100 km al norte. Tres horas de carretera. Paramos en un restaurante de carretera e invitamos a nuestro conductor a cenar con nosotros.
Sobre las 21:00 llegamos al Hotel Oyo 682 Ceria Homestay. Limpio pero con algún mosquito hambriento. Habitación con ducha caliente privada. Para llegar al él nos encontramos un control policial donde nos pidieron el pasaporte.
Es recomendable llevar fotocopia del pasaporte y cada vez que te lo pidan, mostrar la fotocopia y tú quedarte con el original. Nunca sabes con qué intención te piden el documento más valioso fuera de tu país.
Día 4: Vuelo a Kalimantan (Borneo). Primera jornada en el Parque Nacional Tanjung Puting.
Sábado, 13 de julio.
Toca madrugón. La idea es ir andando hasta el aeropuerto (a penas dos kms de distancia desde el hotel) o coger un Grab o Gojek. Pero cuando salimos a la avenida principal, un amable vecino nos pregunta si vamos al aeropuerto y nos ofrece acercarnos. Aceptamos la invitación, y en menos de 5 minutos estábamos en la terminal.
Allí, con tiempo de sobra, aprovechamos para retirar de nuevo dinero en efectivo para pagar la excursión de Borneo. Desayunamos tranquilamente y esperamos con tiempo para el vuelo hacia Pangkalan Bun a las 10:00.
El vuelo dura unas dos horas. Pero debemos volver a cambiar el reloj. En Kalimatan (región indonesa de Borneo) hay 6 horas de diferencia horaria con España (una menos que en la isla de Java de la que venimos). Así pues, llegamos a las 11:00 hora local.
En el mismo aeropuerto nos recoge la empresa con la que hemos concertado previamente estos tres días y dos noches en el Parque Nacional Tanjung Puting. Pagamos lo acordado que incluía todo. Traslado al pueblo de Kumai, todas las comidas y bebidas, excursiones a pie, guía privado y dos noches en «klotoc».

En menos de media hora estamos en el coqueto barco, que sería nuestra casa para los siguientes días y donde conocimos a Alberto y Carmen, otros dos españoles con los que compartiríamos la experiencia.
Parque Nacional de Tanjung Puting
Un aperitivo de bienvenida y pronto nos ponemos a navegar. Nos introducimos en los manglares y vamos disfrutando de la brisa y las vistas que nos ofrece este Parque Nacional. Se presenta la tripulación y conocemos a Edi, nuestro guía para estos días.
Una primera parada a mediodía nos permite bajar del barco y hacer un pequeño paseo por la selva para ver a los orangutanes en «semilibertad». Se agradece estirar las piernas y observar de cerca la vegetación por la que transitamos.
Llegamos al primer punto de interés. Una plataforma donde el staff del parque dejan comida para que los orangutanes se acerquen para alimentarse. Mientras, los turistas ávidos de fotografías inmortalizan el momento. Algo demasiado preparado. Pero teníamos a los orangutanes relativamente cerca.

Rocíate de antimosquitos o lleva ropa larga para evitar las picaduras de estos incómodos insectos. Sobre todo en las expediciones a pie y durante la noche.
Tras el «espectáculo» volvimos sobre nuestros pasos para embarcar de nuevo en el klotoc y seguir disfrutando de los manglares mientras hacíamos buena cuenta de otro aperitivo a bordo.
Trekking nocturno
Tras la caída de la noche, desembarcamos de nuevo para hacer un trekking nocturno por la selva. Frontal o linterna en mano, nos adentramos con un guía del parque en la oscura selva mientras nos iba mostrando insectos palo, tarántulas, luciérnagas… Toda una aventura. No duró más de una hora, pero fue suficiente.

A la vuelta al barco, nos esperaba una deliciosa y romántica cena antes de irnos a la «cama».
La noche estrellada, los ruidos nocturnos de la selva, la temperatura perfecta… era un momento para disfrutar, no para dormir. Pero el cansancio hizo su trabajo.
Día 5: Parque Nacional de Tanjung Puting.
Domingo, 14 de julio.
Pronto amaneció. La bruma le daba un toque misterioso al lugar. Antes de que el sol hiciese su trabajo, disfrutamos de una estampa casi de película de terror. Silencio. Tranquilidad.
La tripulación comenzó a desperezarse y comenzamos un nuevo viaje por el manglar. Mientras desayunábamos nos desplazamos al segundo punto de visita.

Un nuevo paseo por la selva, este más largo. Con previa visita al Centro de Información donde almacenar más bagaje informativo sobre el lugar que estábamos visitando. Una nueva plataforma, ahora para ver con más claridad a los orangutanes que se desplazaban por los árboles sobre nuestras cabezas camino a su punto de comida. Bonito. Pero más de lo mismo que el día anterior.
Tras ver el espectáculo, vuelta al klotoc. Nuevo aperitivo y desplazamiento al tercer y definitivo punto de avistamiento de orangutanes.

Aquí sí. Aquí lo vimos. Casi lo sentimos. Un orangután se nos cruzó en nuestro camino. A penas a una cuarta de distancia. Casi lo pudimos acariciar. Simplemente nos echamos a un lado y lo dejamos pasar, como si de un humano se tratase. Así nos lo recomendó Edi que actuásemos, y así hicimos. Momento cumbre de estos días por la selva de Borneo.
En busca del lugar romántico
Vuelta al barco. Ahora para comer y desplazarnos durante horas hasta un «lugar romántico» donde pernoctar. Momento relax total tumbados en la proa o en las camas mientras disfrutábamos de un paisaje de película. La noche cayó mientras nos desplazábamos.

El lugar, lleno de «luces led» revoloteando junto al barco. Plagado de luciérnagas que ciertamente daban ese ambiente romántico. Edi las capturaba y nos las pasaba a nuestras manos. Curioso y especial.
De nuevo la noche en el corazón de la selva. De nuevo la tranquilidad y los sonidos de la naturaleza. Momento único de conversaciones entre todos los que estábamos en el barco. Ya descansaría en casa, ahora era momento de disfrutar.

Día 6: Traslado de Kumai (Borneo) a Probolinggo (Java)
Lunes, 15 de julio.
Los días de traslado hay que tomárselo como son; de traslado. Si queremos movernos y conocer cosas, hay que mentalizarse de que los traslados son parte del viaje. Nunca se deja de disfrutar, conocer o aprender en los días de traslado. Los medios de transporte, los lugares por los que te desplazas, las personas con las que tratas, los momentos de espera… Todo forma parte del viaje. Todo es novedoso. Esto también es conocer el país que visitamos.
Tras el desayuno, ponemos rumbo a Kumai para terminar la expedición por el Parque Nacional de Tanjung Puting. En el desembarco definitivo, despedidas. Un taxi ya concertado nos lleva hasta el pequeño aeropuerto de Pangkalan Bun. A las 11:25 sale el vuelo con destino Surabaya (Java) donde nos espera nuestro nuevo guía.

Aprovechamos para sacar dinero en el aeropuerto, comer y hacer tiempo mientras nos reagrupamos todos. Alberto llegaba en un vuelo dos horas más tarde.
Una nueva a ventura nos esperaba en los siguientes días. Los volcanes Bromo e Ijen. Con nuestro nuevo guía teníamos contratado todo el paquete (excepto comidas y cenas) desde la recogida de hoy hasta la despedida definitiva de Java, tres días más tarde.

Una vez llegado Alberto, nos ponemos en manos de Lutfy, nuestro simpático guía. Nos esperan 130 km para recorrerlos en unas 3 horas. En el camino paramos a cenar. Invitamos a «Luis» mientras nos vamos conociendo.
Llegamos al Deddy Homestay, en Probolingo, sobre las 21:00. Tiempo justo para descansar y preparar la ropa de abrigo para la madrugada.
Día 7: Visita al volcán Bromo y cataratas Madakaripura.
Martes, 16 de julio.
A las 2:30 estábamos preparados para que nos recogiese el guía en su Jeep. A la expedición de cuatro, se unen Cristina y Alex. Dos españoles que están de luna de miel. Vamos en busca y captura del Parque Nacional de Bromo Tengger Semeru.
Tras poco menos de una hora en Jeep, llegamos a nuestro view point. Nos informa que hay tres puntos y nosotros estamos en el intermedio. Penanjakan point. Un acierto.
Una multitud de Jeeps se amontonan en las cunetas. Aún son las 4:00 de la mañana y queda una hora para que amanezca. Nos ofrecen resguardarnos en un puesto donde hay una hoguera y sirven noodles (sopa de fideos calentitos). Allí hacemos la espera a temperaturas que bajan de los 10 grados. La camiseta térmica, la sudadera y el cortavientos se agradecen. Si aún así tienes frío, tranquilo. Allí te asaltarán para ofrecerte ropa de abrigo, tanto para comprar como para alquilar.

Bromo View Point y Caldera del volcán
Tras media hora, decidimos subir por el camino al view point. Es una corta subida de no más de 200m. Usamos las linternas para acceder. Arriba ya se amontona la gente esperando el amanecer en la parte izquierda del mirador.
La espera es bastante fresquita. Nos resguardamos unos con otros mientras la claridad aparece por nuestra izquierda. Es bonito, sí. Pero es un amanecer más. En estos momento la parte derecha del mirador está vacío. Nos mantenemos aquí porque intuimos que las vistas a los volcanes será desde este lugar. Acierto total.
Cuando los rayos solares permiten ampliar la visión en el horizonte, un «ohhhh» de asombro se escucha en la multitud a la vez que todos giran sus cabezas y se dirigen hacia nuestra posición.

Impresionante la estampa que nos ofrece este mirador que presenta tres volcanes ante nuestros ojos. Tengger, Bromo y Semeru. Este último, al fondo, parece quitarle importancia al Bromo, el más bajito de todos pero el de más actividad entre ellos. Su inmutable y permanente columna de humo, así lo confirma.
Si la silueta en el horizonte es imponente. Esperad unos minutos a que los rayos de sol golpeen de lleno dando color y volumen a este grupo de volcanes. Resultará hipnotizante.
Una vez grabado en tu retina este paisaje. Es momento de bajar al parking para continuar la ruta. De nuevo en el Jeep, es momento de descender disfrutando de las vistas que la noche no te había permitido disfrutar en la ida.

Una parada en la caldera del volcán te permitirá trasladarte mentalmente a la Luna. Su paisaje árido, su polvo en los pies, su escasa vegetación… Pensarás estar en otro planeta. Para e inmortaliza el momento.
Trekking al volcán
La excursión no acaba aquí. Aún tenemos la posibilidad de ascender hasta la misma arista del cráter. Unos tres kilómetros de ida y vuelta en total. Allá vamos.

Los primera parte sobre un campo de arena ceniza que llega a la base del volcán. La segunda sobre unas empinadas escaleras que ascienden la falda y quitan el aliento. Y la tercera, bordeando el cráter, jugando con el equilibrio para no caer hacia la caldera o la falda del volcán. Perfecto para divisar la persistente columna de humo que sale del fondo de la caldera.
Todo ello merecerá la pena y es posible con un leve estado de forma física. No obstante, existen unos caballos que te hacen la primera parte hasta la base del volcán.

Con este pequeño trekking se da por concluida la visita a este espectacular volcán. Uno de los más activos de todo este cinturón del fuego al que pertenece Indonesia.
Tres días más tarde de nuestra visita entró en actividad expulsando ceniza y su acceso se prohibió durante días.
Tras toda esta aventura, todavía serán las 9:00 de la mañana. Vuelta al Deddy Homestay para darnos una ducha y disfrutar del desayuno que nos entraba en el paquete.
A las 10:30 nos ponemos rumbo a Ketapang, donde haremos noche de cara a la segunda jornada de visita de volcanes. Pero antes, una parada en el viaje. Hoy Ali sería nuestro guía.
Cascada Madakaripura
La cascada Madakaripura se encuentra muy cerca de la carretera de acceso al monte Bromo desde Probolingo. Así pues aprovechamos para hacerla una visita tras un pequeño desvío en nuestro camino.
Todo estaba negociado con el guía. El acceso, la aproximación en moto y el guía de las cascadas entraban en el precio del paquete de los dos volcanes.
Debimos haberlas visitado el día anterior de camino al Bromo, pero la espera de Alberto en el aeropuerto nos condicionó para hacerlo al día siguiente de camino al segundo volcán. Esta circunstancia nos reduciría el tiempo de descanso en el día de hoy.

Ya sé que todos los países tienen cascadas impresionantes. Pero esta hay que verla. De verdad. No es una cascada más. Os cuento.
Desde donde nos dejó el bus, cogimos unas motos que nos llevaron durante unos 10 minutos de trayecto directos a la puerta de acceso. Allí nos esperaba el guía de las cascadas para acompañarnos durante algo más de un kilómetro de acceso a pie hasta el «santuario de agua».

Llévate bañador, chanclas y chubasquero. El mismo que te cortó el viento esta mañana, te va a servir de impermeable pocas horas después. Créeme que te vas a mojar si quieres ver el tesoro que guarda en su interior. Su primera parte es espectacular, pero debes seguir hasta dentro. Un paso corto, pero algo técnico (yo fui de la mano del guía), te llevará hasta el corazón de esta caída de agua que te atrapará con su áurea.
Desplazamiento a Katepang
El camino de vuelta a tomar las motos y el aire del tramo a motor, serán suficientes para llegar seco al bus que nos espera para seguir el rumbo a nuestro destino de hoy.

No te asustes. Recuerda como debes tomarte los días de desplazamiento. Los 200 km desde Probolingo hasta Katepang te llevarán 6 horas de coche en el mejor de los casos.
Una parada para comer pollo crujiente en un puesto callejero y comprar comida de cara a la cena en el Pura Amalia Homestay, fue suficiente en vistas a la paliza de bus que nos esperaba por delante.
En el recorrido, una sola anécdota. A la izquierda siempre el mar, a la derecha siempre montaña. En la oscuridad de la noche observamos a lo lejos lo que nos parecía un incendio.
– «Ali, ¿eso es fuego?»
– Sí, es lava.
Así con total normalidad, «es lava», como quien dice «está lloviendo». A una distancia de unos 10 km de la carretera el volcán Argapura expulsaba lava por su ladera con total normalidad. Impresionante.
Llegamos a las 22:30 a nuestro destino. Con las únicas ganas de tomar la cama y descansar. Cenamos algo de lo que habíamos comprado en el súper y a dormir. El haber visitado las cascadas nos había robado unas tres horas descanso.
Mañana tocaba diana a las 00:30. Mañana no, dentro de un rato.
Día 8: Volcán Ijen y traslado a Bali
Miércoles, 17 de julio.
Solo una hora de descanso. Pero la motivación y las ganas de conocer aumentan la adrenalina en el cuerpo. Algo más de una hora de traslado para llegar al parking del volcán Ijen.
Antes de las 2:00 ya estábamos andando. El objetivo de hoy es el «blue fire» en el interior de la caldera del Ijen. Y solo puede verse de noche, antes de que amanezca a las 5:30. Frontal, linternas y manos a la obra.
Ascenso a la cresta
Ali toma la delantera, y nuestro guía del Ijen se queda con los rezagados. Desde los primeros metros la pendiente se pone muy dura. El camino es ancho y adecentado, pero el porcentaje de desnivel es serio. Mucha humedad, tanta que cada vez que se movía un poco el aire parecía que llovía al caer las gotas de agua de las copas de los árboles. Niebla densa en una noche oscura. Había luna llena y casi no se percibía.

La ropa de abrigo con la que habíamos iniciado la subida, comienza a sobrar debido al esfuerzo.
Son unos 3 kms de ascenso. Los dos primeros duros hasta llegar a una garita. Allí realizamos un breve descanso para recuperar fuerzas mientras tomamos un café y un pequeño snack.
Tras quince minutos de descanso, retomamos el sendero. Ahora algo más estrecho, pero con menor pendiente. La bruma comienza a disiparse y nos permite ver el hormigueo de gente que estamos realizando la misma empresa.
Al igual que en el Bromo con los caballos, aquí existen carretas porteadas por antiguos mineros que te llevan hasta lo más alto de la cresta. Algo en mi opinión tan inhumano como lo de los caballos.
Hollamos la arista del cráter. Los tres kilómetros nos llevaron hora y media de camino. Foto de rigor y colocación de máscaras de gas en el cuello.

Descenso al cráter
Tocaba descender hasta la base del cráter. Un kilómetro, pero ya con un firme mucho más peligroso. Técnico, estrecho, complicado, oscuro. Precaución. Cierto es que la cantidad de turistas que nos agolpamos en este sector nos obligaba a descender lento. Es imposible adelantar. Tomadlo con calma.
Nuestro guía nos explicaba en estos continuos parones, que abajo hay una cantera de azufre. Que él era minero y el saber inglés le permitió salir de la mina para hacer el mismo recorrido, pero con turistas; y no con 80 kg a sus espaldas.

Nos explica, que hoy en día cada kg de azufre esta pagado por 1.000 rupias. Los mineros ganan unas 80.000 rupias (unos 5€) por cada viaje. Un trabajo excesivamente duro y peligroso para lo que ganan.
Nos comenta, que en la bajada haremos varias paradas debido a que los mineros trabajan en la misma ruta que los turistas. Que debemos apartarnos y dejarles paso con los 80 kg que cargan. Algunos antes de acometer su subida, pulen el azufre para crear formas y venderlo a los turistas por una propina. Cualquiera, por pequeña que sea para nosotros, es mucho dinero para ellos.

Cada metro que bajamos, el humo tóxico del azufre se hace más presente y molesto. Las máscaras ya resultan obligatorias. En menos de una hora estaremos en lo más profundo de la caldera.
El «blue fire»
El guía nos «aparca» tras una roca para protegernos de las humaredas de azufre. Nos coge de la mano uno por uno y nos aproxima al lugar exacto donde se produce el «blue fire».
Ojo. Este lugar no es para estar tranquilamente echando un selfie o entretenerse en hacer fotos. Es un lugar que puede llegar a ser muy agobiante. Incluso con las máscaras de gas, el azufre se introducirá en tus pulmones. No tengáis pánico. Pero sed respetuosos con la situación. No recomendado para asmáticos como yo…

Dependiendo de la dirección del viento podremos verlo o no. En nuestro primer intento debimos desistir y volver al lugar seguro donde nos «aparcó». Visto la dificultad de acceso, el guía se ofreció a coger nuestros móviles y grabar él mismo el «blue fire» con ellos. Aceptamos y cumplió con su palabra. Pero queríamos volver personalmente al lugar del que solo nos separaba una veintena de metros.
Cogidos de la mano nos llevó uno por uno, cuidándonos como si fuésemos sus propios hijos.
-«Venga ahora, corre, para… Sigue por aquí, date la vuelta. Cierra los ojos… Abre. Continúa. Ahí lo tienes… Graba rápido»
Siguiendo cada uno de sus consejos, logré llegar al punto del «blue fire» esquivando cada una de las fumarolas de azufre que aparecían en el camino. Gracias.
Uno por uno, y con un poco de paciencia conseguimos todos ver tan deseado efecto. Efecto que es producido por el contacto del gas de azufre que sale del interior de la tierra a más de 300 grados y que combustiona con el oxígeno del aire.

El fondo de la caldera
Cuando nos quisimos dar cuenta, la claridad comenzaba a asomar por lo alto de la arista del cráter. Los primeros rayos de sol nos permitieron vislumbrar las grandiosidad del lugar donde nos hallábamos. Vista al cielo y vuelta de 360 grados con la boca abierta. Somos insignificantes ante la Naturaleza.
Abajo, a penas a 10 metros, el lago Ijen. Con su color verde-grisáceo, lúgubre. Nos indicaba el lugar donde estábamos. En el fondo de la caldera de un volcán en activo.

La salida del cráter en ascenso fue más rápido que la bajada. Había menos densidad de turistas y el azufre comenzaba a quemar la garganta, incluso con la máscara. Una sensación desagradable que poco a poco fue desapareciendo gracias al agua que íbamos bebiendo.
De nuevo en la arista del cráter. Una vista atrás para ver de donde veníamos y despedirnos definitivamente de lo más parecido que he visto al infierno.
Descenso tranquilo, de tres kilómetros comentando la experiencia vivida. Con especial precaución por la humedad en el piso para evitar resbalones absurdos propios del cansancio y la relajación. En nuestra mente estaba Rosa, española que días antes había sufrido una lesión en este momento de la jornada.

Vuelta al homestay, destino Bali.
Agradecidos al guía le dimos su merecida propina y marchamos camino del Homestay. Allí llegamos sobre las 10:00 para una rápida ducha, desayuno y ponernos de camino al ferry para cruzar a la afamada isla de Bali.
Nos despedimos de Ali, gran guía que nos dejó en la misma puerta del barco. Aquí acababa nuestra aventura por los dos volcanes más activos de Indonesia. Abandonábamos Java para pasar a la más famosa y turística isla de todo este macro archipiélago indonesio.
Una hora aproximadamente es el trayecto en ferry desde Ketapang a Gilimanuk. Dejábamos atrás la cultura musulmana para adentrarnos de lleno en la hinduista balinesa. Aquí se refugiaron los hindúes procedentes de India cuando los musulmanes llegaron a su país. Creando una rama del hinduismo que bien merece la pena experimentar. Religión politeísta. De carácter flexible y abierto. Sus gentes tienen la amabilidad y el respeto por bandera. Mucho que aprender. Y difícil de explicar. Es mejor vivirlo, sentirlo. Visitarlos.

Isla de Bali, Ubud.
Contratamos un taxi privado para desplazarnos desde Gilimanuk hasta Ubud. 130 km de distancia para recorrerlo en unas tres horas. Ojo los GoJet o Grab no tienen acceso a esta ciudad.
Nuestro centro de maniobras para estos tres días y tres noches será el Hotel Shindu Homestay. De propietarios muy agradables. Con habitaciones individuales y baño privado con agua caliente. Dentro de un jardín que crea un ambiente exclusivo. Con desayuno incluido por las mañanas en el mismo porche de la habitación. Y céntrico. Muy recomendable para nuestras exigencias.
Tuvimos tiempo para acomodarnos y salir a cenar. El ambiente de esta turística ciudad atrapa. Un breve paseo por su calle principal es suficiente para hacernos a la idea de donde estábamos. De vuelta a la civilización. Todo un contraste con la selva de Borneo o los volcanes de Java.

Cenamos en el Union Restaurant. Unas hamburguesas y cervezas a precio europeo. Ya apetecía comer un poco «como en casa». Las fuerzas no dieron para más. Vuelta al homestay para descansar. Mañana tocaba paseo relajado para conocer Ubud a nuestro ritmo.
Día 9: Ubud.
Jueves, 18 de julio.
El día amanece nublado y casi llovizneando. Será una tónica general en toda nuestra estancia en esta ciudad. Pero hasta se agradece mientras desayunamos en el porche de la habitación.
Dejamos ropa en la lavandería del homestay antes de salir. 17.000 rupias por kilo. Nos los tendrían preparado para la mañana siguiente a las 9:00. Era imprescindible lavar la ropa usada en el Ijen, la cual había tomado un fuerte olor a azufre.

Clase de Yoga matutina.
Afri se había informado de un lugar donde probar clases de yoga para principiantes. Y nosotros, que somos unos «picaflores», allí que nos presentamos.
Un paseo de unos 20 minutos desde nuestro hotel nos vino genial para activar el cuerpo. El Ubud Yoga House se encuentra ubicado en un clave particular, rodeado de arrozales y con el cauce de un arroyo a sus espaldas. Todo ello crea un clima de relax de manera natural.

La clase comenzó a las 9:30, en inglés pero para principiantes. Durante ese tiempo experimentamos todo lo que estos ejercicios pueden aportar a nuestro cuerpo. Respiración, equilibrio, flexibilidad, fuerza y paz. La caída del agua por el cauce ayudaba a crear un ambiente relajante. Si no habéis hecho nunca yoga, no lo subestiméis. Nos hizo sudar. Merecerá la pena.
Paseo por Campuhan
Empezar el día con un poco de ejercicio te activa las endorfinas y te hace sentir muy bien. Tocaba pasear. Y parece que tenemos querencia a la naturaleza, ya que teniendo toda la urbe de Ubud, lo primero que fuimos a visitar fue el Paseo de Campuhan.

Un agradable camino adecentado que recorre una de las crestas que atraviesan Ubud de norte a sur. Con bonitas vistas a un lado y a otro. Y al final de ella un pequeño arrozal del que pudimos disfrutar de unos hombres trabajando en sus labores.
A la vuelta una breve parada en uno de los múltiples warung que ofertan bebidas y comidas. Elegimos uno cualquiera y acertamos. Sentados casi en el suelo, con un balcón que colgaba de la cresta con vistas al palmeral. Elegimos un agua de coco, una ensalada de frutas con yogur y una jarra de mojito. Sí, una jarra.

Como no teníamos prisa… pues de allí salimos bastante «contentos». También apetecía después de una semana viajando y pendiente de llegar a todos los sitios; relajarse y disfrutar de lo que surgiese.
Paseo por Ubud
De vuelta al centro de Ubud, buscamos la calle Goutama. Infinidad de bares, restaurantes y comercios allí se aglutinan (como en el resto de la ciudad). Paramos en el warung Biah Biah. Comimos bien. Pero cualquier otro de esa misma calle podía haber sido perfecto también.

Seguimos paseando y llegamos hasta el mercado de la calle Karna. Siempre es interesante conocer los mercados y practicar la técnica del regateo. Nosotros casi la usamos como actividad lúdica para entretenernos durante el paseo por el mercado. Ya de paso adquirimos algunos detalles de poco valor que usamos para regalar a nuestros familiares…
Apetecía un café y caminando sin rumbo fijo nos perdimos por las calles. En el primero que encontramos paramos. Y tuvimos suerte por que, mientras disfrutábamos de relajante momento, los dependientes sacaron una guitarra y se pusieron a cantar en directo mientras llegaban nuevos clientes. Ya os he comentado de la amabilidad y «buen rollo» que desprende esta gente. Buena propina les dimos.

Danza balinesa
De camino al homestay Afri compró un «pearcing» que con tanto ajetreo de viaje había perdido. Una ducha, nos arreglamos y fuimos a ver un espectáculo de danza balinesa al Palacio Real.
Durante algo más de hora y media disfrutamos de esta otra parte de su cultura. Unos bailes peculiares y característicos que van contando una historia. Cinco actos, explicados en un papel que nos entregaron con la entrada. Fue interesante.

A la salida, de camino al homestay paramos a cenar en un warung que nos pillaba de camino y nos había llamado la atención. El Fair Warung Bale. Cenamos muy bien, con buena atención y alguna que otra graciosa anécdota con españolas. Lo bueno de este warung es que parte de sus beneficios van destinados a fines solidarios.
Hoy no nos queda otra opción que regresar para descansar. Mañana tocaba conocer los alrededores cercanos de Ubud. Templos y cascadas nos esperaban.
Día 10: Alrededores próximos de Ubud.
Viernes, 19 de julio.
Hoy nos disponíamos a conocer la turística isla de Bali. Sería la primera de las dos jornadas que dedicaríamos a ello. Bien es cierto que, para conocerla al completo tres días no es bastante; aunque sí suficiente para hacernos una idea general del marcado carácter de esta ínsula, sus cientos de templos, sus interesantes rincones y sus gentes.
El hinduismo balinés marca el rasgo principal. Todas las casas tienen su propio templo. A parte de los tres templos por ciudad y otros tantos públicos por cada región o comarca. Si quieres ver templos, este es el lugar adecuado. Muchos, y cada uno con sus características particulares. Nosotros hicimos una selección sobre todos los existentes. Hoy tocaba ver algunos de los más cercanos.
Café de civeta
El chófer nos recogió sobre las 11:00 de la mañana. Nos desplazamos hacia el norte. La primera parada la realizamos en el Uma Pekel Café. Un lugar donde te explican y te dan a probar distintos tipos de café, principalmente el café de Civeta. Un animal que selecciona unos granos de café concretos y los digiere parcialmente para, posteriormente excretarlos. De esta manera realiza una selección natural de este grano tan particular. Lo llaman Kopi Luwak y dicen ser el café más caro del mundo. Así que lo probamos. ¿Por qué no? Un aroma fuerte para un porcentaje de cafeína menor del café tradicional.

5218.
Seguimos nuestra excursión pasando por delante de los famosos bancos de arrozales de Tegalalang de camino al templo Tirta Empul.
Pura Tirta Empul y bosques de bambú.
Aquí tenemos nuestra primera toma de contacto con los sharong (o pareos) que, por respeto, debemos ponernos para entrar en este templo. En él observamos los baños sagrados que los induistas balineses realizan para su ritual de purificación.
Dedicamos algo más de una hora para disfrutar de este particular templo balinés.

La siguiente parada del día sería el pueblo de Penglipuran. Para llegar hasta él nos introducimos por un denso y cerrado bosque de bambú. El guía nos explicó que el bosque es público y que cualquier ciudadano puede coger y usar el bambú producido en él. Viendo lo visto, de dan mucho uso, sobre todo como material de construcción.
Penglipuran
Una vez en el pueblo de Penglipuran, disfrutamos de su calle principal que asciende hasta lo más alto donde se encuentra su templo. A los lados, las casas abrían sus puertas para invitar a los turistas a acceder para enseñarles sus casas y de paso intentar vender algún «souvenir» o comer alguna comida típica.

Nosotros descendimos hasta la parte más baja de la población y a mano izquierda disfrutamos de un panteón y el cementerio de la localidad. De vuelta al templo, por la calle principal, disfrutamos de una ceremonia que parecía un concurso de belleza.
Antes de abandonar esta bonita población, entramos en una de sus casas para comer y probar su plato típico Gado-Gado.
Cascada Kutad Cepung
Tiempo ahora de visita a dos de las decenas de cascadas que existen en la isla. La primera de ellas Kutad Cepung. Una larga escalinata desciende hasta llegar a un canal que discurre paralelo al cauce que buscamos. Una nueva escalinata nos dejará en el propio cauce donde será obligado descalzarse para llegar hasta la caída que andamos buscando.

Por momento las rocas y la vegetación cubren nuestras cabezas «techando» el paraje por el que pisamos. Súbitamente se abre un hueco en lo alto donde una cortina de agua cae hasta nuestros pies. Bonito el lugar si no fuese por la saturación de turistas buscando la foto perfecta para «Instagram».
Volviendo sobre nuestros pasos, y dejando la escalera de salida a nuestra derecha. Continuamos el cauce, aguas abajo para encontrarnos otra cascada de menor magnitud pero más solitaria. Este hecho le permitía crear un ambiente agradable y relajante. También merecerá la pena.
Queda volver sobre nuestros pasos y subir hasta el parking, toma el tiempo necesario.
Cascada Kantu Lampo
La segunda y última cascada de hoy será la de Kantu Lampo. Con acceso más sencillo y menos empinado. Pero algo más resbaladizo. Cuidado. En esta ocasión, no solo es necesario descalzarse, si no también llevar ropa de baño si quieres disfrutar de una buena perspectiva de la cascada. O incluso adentrarte en su interior.

Es completamente diferente a la anterior. Personalmente, más bonita. Ancha y con más caudal. Dedícale el tiempo que necesites. Merecerá la pena. Tómate un baño o simplemente relájate en sus cercanías (si el resto de turistas te lo permiten)
Pura Goa Gajah
Nuestra última parada en el día de hoy sería el templo de Goa Gajah o Templo del Elefante. De nuevo el sharong a la cintura para disfrutar de este templo donde observamos por primera vez que prohíben el paso de la mujer si está con el periodo de menstruación.
Una puerta tallada en la piedra con el elefante Ghanesa da acceso a una cueva. Un árbol imponente preside el centro del templo que guarda su más bello secreto en el cauce del río que pasa junto a él.

Un exótico y bello jardín con múltiple vegetación, cascada y puente sobre el río que no dejará indiferente a nadie. Eran ya casi las 18:00 horas. Momento del cierre y de la puesta de sol, por lo que nos encontramos prácticamente solos en este bucólico lugar. Allí, nosotros cuatro, junto con otra pareja de españoles, disfrutamos casi en exclusiva este afortunado momento.
Quedaba regresar a la multitudinaria Ubud. A la gran urbe. Donde los atascos son permanentes. Tiempo para ducharnos, arreglarnos y salir a dar un breve paseo.
Sacar dinero del cajero y tomar un helado de limón y aloe vera. Y cenar en el warung al lado de nuestro hotel. Baratísimo, poco turístico, y con la variedad suficiente para escoger entre varios tipos de comidas. Warung Komang su nombre.
Día 11: Templos del noreste. Desplazamiento a Pandangbai.
Sábado, 20 de julio.
Nuestro último día en Bali lo dedicaremos a conocer los templos de la zona nordeste. Somos conscientes de que tal vez tres días sean pocos para disfrutar de esta isla. De que no la vamos a sacar el «jugo» suficiente. Pero por contra, nos vamos convencidos de que nos llevamos una idea general y bastante real de lo que es Bali. Es el precio que debemos pagar si queremos seguir visitando otras islas y lugares menos conocidos a día de hoy.
Está claro que nuestro viaje es a Indonesia, no a la isla de Bali. Aún así, nos quedaríamos sin visitar otras islas como Lombok, Flores, Sumatra o Sulawesi (Célebes)… No obstante, en relación tiempo/presupuesto estábamos bastante contentos con nuestro planteamiento.
Contactamos con un guía para la jornada de hoy. Tras negociar precio y lugares, visitaríamos el mirador del volcán Batur, el templo madre Besakih, el templo de Lempuyang y los jardines de Tirta Ganga, para dejarnos en la localidad de Prandanbai.

Os cuento nuestra jornada.
Mirador del volcán Batur.
A las 8:30, puntual llegó el guía que hablaba español básico. Muy simpático y agradable establecimos una interesante conversación respecto a las culturas balinesa y española. Sistema educativo, hábitos familiares, jubilaciones, religiones… Su «caótica» conducción que solo tiene una norma de tráfico, el RESPETO. Una manera interesante de conocer más las costumbres y empaparnos de la realidad de las gentes de esta isla.
Sin darnos cuenta llegamos al mirador del Batur, con su inmenso lago a los pies. Unas fotos de rigor, unos minutos de relajación y clase de turismo para nuestro guía sobre las «bateas» y «mejillones» gallegos; con eso de comparar con lo que flotaba sobre el lago Batur. Un intercambio constante de conocimientos que nos enriqueció a ambas partes durante toda la jornada.

Templo Madre Besakih.
Volvemos al coche para visitar el Templo Madre, en Besakih. El más importante de toda la isla. El más grande y el que imprime más respeto a los oriundos.
De camino nos explicaba las características de cada uno de los poblados que íbamos cruzando. Curioso el del ganado de más calidad a menor precio, debido a lo lejano del sur de la isla. Por 120€ podíamos conseguir una cabeza de ganado, pero el problema era pagar el transporte hasta el hogar de cada uno (de ahí el precio tan barato del ganado).
Una vez en el Templo Madre Besakih, nuestro guía abre el maletero para ofrecernos unos «sharong» personales que había traído para Afri y para mí. Tras pagar la entrada, el guía nos explicó la historia del templo, las costumbres y el respeto que todos le tienen a este lugar tan sagrado.

Disfrutaba explicando sobre las costumbres del hinduismo balinés y todos sus dioses. Hablaba orgulloso de ello. Nos enseñaba cada rincón, el por qué de cada nivel y los nombres de cada construcción.
Pura Gelap
Según subíamos hacia lo más alto, nos aproximábamos al Templo Gelap. Controlando desde lo más alto al resto de construcciones que habíamos ido dejando atrás, la densa niebla que hoy nos habíamos encontrado le daba un áurea misterioso y místico.

Sus dos dragones presidiendo la escalinata principal nos obligaba a transportarnos a la serie de Juego de Tronos, donde Afri hacía las veces de Khalesi… Frikis, sí. Pero merece la pena la visita.
Cuando nosotros ascendimos, nos encontramos solos allí arriba. Por lo que os aconsejamos que cuando lo visitéis, no dejéis de buscar este particular templo en honor al dios destructor Shiva.

De vuelta al parking, solo quedaba tiempo para volver a disfrutar de las vistas del conjunto de los «merru» con sus tejados de hasta 11 composiciones. Algunos de ellos mostraban con orgullo las cruces gamadas, de significado completamente diferente al usado por los nazis.

En el parking, el guía compra un snack local de banana frita. Muy rico. Nos ofrece y compartimos el aperitivo de camino al siguiente punto de interés de hoy.
Pura Lempuyang
El templo de Lempuyang, famoso por su Puerta del Cielo, no es muy del agrado de visita por parte de los guías. Ellos saben que muchos turistas solo quieren ir allí para hacerse con la típica foto que se ha convertido en viral de Bali. Nos informa que normalmente hay una cola de espera de hasta tres horas para hacerse la foto y que no merece la pena. Pero le insistimos. Y accedió.
Ambos decidimos ir. Pero sobre todo, no esperar tres horas para hacer una foto. Allí veríamos si hacerla o no. Pero también de disfrutar del templo.
Poco antes de llegar, existe un parking adecentado para los coches. El guía nos informa de que debemos parar aquí y subir con moto por unos 20.000 rupias cada uno (40.000 ida y vuelta). La razón que nos da es que arriba no hay aparcamiento suficiente.

Afri se niega a subir en moto y le pide que intente hacerlo en coche. Nuestro guía accede. Él es buena gente, pero siempre intenta que dejemos algo de dinero a la economía local. Cierto es que en ningún momento vivimos situaciones violentas. Pero intenta que los demás también se ganen su «pan de cada día».
Ascendimos dos kilómetros por unas rampas más que considerables. El embrague del coche a bien seguro sufrió lo suyo. Y arriba, no mentía, a penas lugar para aparcar. Pero tuvimos suerte de encontrar un hueco en una cuneta de la carretera.
De acceso libre, pero con pago de voluntad, accedimos al templo. Sharong a la cintura y velo sobre los hombros para las mujeres. A la izquierda la «Puerta del Cielo» con su correspondiente fila para la foto. A la derecha un imponente templo que bien mereció la pena su visita.
«La foto»
Unas fotos con los diferentes niveles que bien nos había explicado el guía en el templo anterior. Y desde arriba, unas vistas impresionantes. Más bonitas que las que metros más abajo disfrutaban los «instagramers«, con el volcán Agnur al fondo tapado por las nubes en el día de hoy.
De nuevo en el nivel principal, nos acercamos al «paripé» montado para «la foto». Desistimos de entrar en esa rutina donde en las fotos sale un lago, el cual no existe. Es un espejo que un voluntario del templo pone en tu cámara para hacer ese efecto. «Pose, pose, pose». Todo un paripé a nuestro criterio.

Así pues nos dejamos caer unos metros a la derecha de todo el montante y hacernos nuestra propia foto de las «Puertas del Cielo» sin la perspectiva «original» que costaba 3 horas de espera.
El guía contento de haber cumplido con nuestra palabra de no esperar ese tiempo para la foto y vuelta al coche a por nuestro tercer y definitivo punto de interés para hoy.
Tirta Ganga
Muy cerca se encuentra el jardín de Tirta Ganga. Un lugar de recreo para el sultán de esta parte de la isla, así nos explicó el guía. No es un lugar sagrado, por lo que no es necesario usar el sharong.
De camino a este lugar, viniendo del templo Lempuyang, divisamos unos preciosos campos de arroz. Todo un valle a nuestra izquierda que cuadraba cual puzle sus parcelas. Le pedimos que parase para tomar una foto y disfrutar de ese espectáculo visual y accedió.

Justo al lado una tienda con frutas. Entre ellas la famosa «piel de serpiente». Compramos varias y probamos su sabor. Jugoso y dulce, como todas las frutas tropicales. Pero con una piel bastante peculiar. A raíz de ello, surgió una intensa conversación sobre los tipos de fruta, su cultivo y sus sabores. Todo era nuevo y atractivo para nosotros.
Llegamos a Tirta Ganga. Comimos en uno de sus restaurantes antes de entrar.
Ya con el estómago lleno, nos dispusimos a disfrutar de este palacio de agua con diferentes estanques, puentes y fuentes. Tienes la posibilidad incluso de bañarte en alguno de ellos por una módica cantidad.
Intentamos huir de la multitud buscando lugares panorámicos donde disfrutar de las vistas y evitar el sol. Pero el estanque más conocido y particular de todo el recinto estaba plagado de gente. Las «zamburguesas» son las que más llaman la atención y la afluencia de gente así lo confirma. No nos pudimos resistir a «andar sobre el agua».

Pandangbai
Ahora sí, habíamos completado nuestro tríptico de hoy. Solo quedaba llegar a Prandanbai donde haríamos noche para el día siguiente tomar el barco rápido a Gili.
En menos de una hora estábamos en el Hotel Zen Inn. Nos despedimos de nuestro simpático y amable guía de hoy dándole una buena propina. Se la había ganado desde el primer minuto.
El hotel. Sencillo. Habitación con aire acondicionado, baño privado con agua caliente e incluso una pequeña terraza. Incluía el desayuno del día siguiente.
Nos acomodamos y poco antes de anochecer salimos a dar una vuelta por el paseo marítimo hasta el otro lado de esta pequeña localidad de pescadores que vive a la sombra de la vecina y turística localidad de Candidasa.

Conocimos su Blue Lagoon Beach. A la vuelta paramos en alguno de los pocos bares que hay para tomar una cerveza y en otro para aprovechar el «happy hour» y tomar un par de mojitos. Estábamos definitivamente en la costa y había que celebrarlo.
Una pequeña compra en uno de los puestos de la playa fue suficiente para cenar en la habitación y descansar de cara a la jornada de mañana.
Día 12: Desplazamiento a Gili Air. Conociendo Gili Air.
Domingo. 21 de julio.
Afri ya tenía contratado el servicio de barcos rápidos para el desplazamiento entre Prandanbai (Bali) – Gili (Air) – Nusa (Lembongan) y Sanur (Bali) con días abiertos. Es una opción económica si sabes lo que quieres visitar. Otra opción es coger solo el billete para cada desplazamiento. Si quieres hacerlo como nosotros mándanos un email y te informamos de todo.
El traslado entre Bali y Gili se puede hacer también en el barco público, pero tarda bastante más y no es muy segura su salida debido al estado de la mar en este paso que a veces resulta complicado.
El hecho de contratar barcos rápidos es porque dan más seguridad en sus salidas (aunque dificilmente serán puntuales) a pesar de pagar un poco más por sus servicios. No obstante el traslado puede resultar bastante «divertido» por el oleaje característico de este paso. Tardamos unas 2 horas y media en llegar a Gili Air.

Islas Gili
Estas tres islas pertenecientes a Lombok, están empezando a tener una fama que ya ha pagado Gili Tawangan, la más explotada de todas. La «ibiza de los australianos». La que más oferta hotelera tiene, pero también más ambiente festivo. En contra, tenemos a Gili Meno, la del medio, la menos explotada. La más tranquila. Ambas disponen de agua corriente salada.
Y por último tenemos a Gili Air (air, significa agua en el idioma bahasi), la única con agua corriente dulce. Una combinación de ambas. Con plazas hoteleras en auge, restauración en crecimiento y mucha más tranquilidad. Si quieres disfrutar de la playa, comer/cenar en algún chiringuito o tomar alguna copa tranquila viendo el anochecer, esta es tu isla. Pero si quieres desfasar de fiesta, quédate en Tawangan.

Gili Air
Nosotros llegamos a media mañana. Nos hospedamos en una casa particular con habitación y baño privado, donde nos dejaron sus propias bicicletas (aquí no hay trasporte a motor). Y nos fuimos directos a la playa.
Tomamos una mesa, unas hamacas y allí comimos y nos tomamos nuestras cervecitas de manera relajada. No teníamos otro objetivo que descansar y disfrutar de las vistas con Lombok al otro lado del estrecho. En el Chill Out café. Recomendable.

Sobre las 16:00 abandonamos el lugar para ir a ducharnos, cambiarnos y desplazarnos al norte de la isla con nuestras bicicletas prestadas. Necesitamos un breve paseo por la blanca playa de coral para decidir cual de todos los bares preparados para disfrutar del sunset merecía nuestra presencia.
Elegimos uno, y con daikiri-mojito en mano disfrutábamos del descenso del sol sobre el horizonte. La tranquilidad de esta isla se plasmaba en este momento. Tranquilidad, sosiego… Un acierto. Nada que ver con el bullicio del «Café del Mar» de Ibiza, pero con mucha más calidad en su atardecer.

De noche en Gili Air
De noche, con linterna en mano, volvimos a la casa para dejar las bicis e ir a cenar en una quedada de españoles en Gili Air promovida por Juanma y Mechi.
«Shark Bites» toda una hamburguesa completa con la recomendación de Juanma, queso azul. Espectacular. Con precio europeo. Pero mereció la pena.

La sobremesa se alargó con el tema del buceo… Afri estaba decidida, yo más que dudoso. Pero era una oportunidad única. Lo consultaría con la almohada.
Día 13: Buceo en Gili Air.
Lunes, 22 de julio.
A la mañana siguiente, un buen desayuno me llenó de energías para salir adelante con la decisión del buceo.
Nos presentamos en DPM (sí, De Puta Madre diving Gili Air) para recibir las clases para el bautismo del buceo.
La pasión con la que Juanma explicaba la clase teórica me dio la confianza suficiente para seguir adelante. La toma de contacto con el equipo en la piscina aledaña me dio una seguridad que solo Juanma me podía transmitir en ese momento. Nos íbamos a la mar.

Y allí, montado en el bote, abstraído en mis pensamientos, nos dirigíamos hacia «Turtle point», frente a la costa de Gili Meno. Juanma y Mechi nos indicaban los signos para reconocer todos los peces que podíamos ver bajo el agua. Afri atenta, yo a mis pensamientos.

Buceo con DPM
Llegó el momento. Todos al agua. Todo correcto. Llegó el momento de la inmersión. Pero algo se cruzó en mi cabeza. Mi obsesionada intención de controlar todo me pasó una mala jugada. Pero Juanma me tranquilizó. Me ofreció salir. Pero me miró a los ojos, me agarró de la mano como si de un hijo se tratase y sin ningún tipo de presión.
Cuando me quise dar cuenta estaba disfrutando del fondo marino. Cantidades de tipos de peces. Y tortugas, decenas de tortugas gigantes. Sin saberlo, estaba buceando solo. Con Juanma al frente, en todo momento pendiente de mi. Cada vez que le buscaba con la mirada, ahí me lo encontraba.

Mientras, Afri disfrutando como «pez en el agua». Cuando me quise dar cuenta, los 45 minutos se habían concluido. Un ascenso con parada de emergencia. Y todo había pasado. GRACIAS JUANMA. Completamente recomendable si vais a Gili Air y queréis bucear.
El viaje se aprovechó para comprar unas hamburguesas y unos pasteles en Gili Trawangan. Único y delicioso contacto con esta isla.

Cuando quisimos llegar a casa. Ya eran las cinco de la tarde. El día estaba echado. Más que compensado. Había buceado con decenas de tortugas en mi bautizo. Espectacular.
Conversaciones mil con Mechi y Juanma. Donde nos pasamos horas de tertulia conociéndonos un poco más. Momento de coger la bici, ir al mercado, comprar unas Bintang y celebrar el día de hoy.

A las 21:00 estábamos en la cama. Queríamos aprovechar la mañana de último día en esta bucólica isla de Gili Air.
Día 14: Despedida de Gili Air. Traslado a Nusa Lembongan.
Martes, 23 de julio.
La sensación que me transmitió esta isla es la de estar en el momento justo de su crecimiento. No me gustaría que muriese de éxito; el tiempo lo dirá. Es cierto que aún sigue reponiéndose del terrible seísmo que hacía justo un año sacudió Lombok y las tres Gilis. Muchos lugares quedaron sensiblemente dañados y poco a poco están siendo recuperados. Excepto el imponente hotel que fue derruido por la naturaleza a penas una semana de haber sido inaugurado. ¿Karma?
Paseo en bici
A las 6:30 cogimos las bicis y nos desplazamos hasta el puerto para recorrer el perímetro de la isla montado en ellas. A penas serían 6 km de recorrido que nos permitirían conocer a fondo esta coqueta y cariñosa ínsula.

Rodando en sentido horario nos encontramos varios restaurantes y hoteles de nueva construcción. Como preparándose (o reparándose) para una invasión de turistas. La zona este, la que mira a Gili Meno, tiene un gran potencial que está empezando a explotarse. La parte norte; la menos adecentada, la más alejada del puerto, pero la más exclusiva. La de los atardeceres. La de los hoteles separados del núcleo principal. Y la costa oeste, la que mira a Lombok, la que se vuelve a aproximar al puerto en la zona sur. Nuevamente adecentada. Aquí paramos para desayunar.

Era obligatorio subir en uno de los columpios, y fue el momento. La gente empezaba a desperezarse y muchos comenzaban su carrera matutina al rededor de la isla. Habíamos estado casi una hora con la isla solo para nosotros. Es lo bonito de madrugar.
Un gran desayuno y un poco de clase de español para el amable camarero. «Que aproveche», lo apuntó en una hoja que guardó en su bolsillo. Propina en mano y alguna foto para retomar las bicis y seguir disfrutando de la isla, ahora ya con un poco de más ambiente.
Traslado a Nusa Lembongan
Concertamos el billete para nuestro siguiente destino. La empresa Scooter. Sacamos dinero. Una ducha, y recoger las mochilas para despedirnos de Mechi y Juanma. Y esperar en el humilde puerto de Air para ponernos en destino a Nusa Lembongan.

Con bastante retraso y un trasbordo en Lombok, llegamos a Nusa Lembongan sobre las 17:00. Cinco horas más tarde de la hora inicial de salida. Pero, esto son los viajes, los días de traslado hay que tomarlos como eso, día de traslado. Y todo lo demás que puedas hacer, es lo que te llevas. Y nosotros ya nos llevábamos la vuelta a Gili Air y ahora la acomodación y paseo nocturno en esta isla con la que tuvimos un flechazo a primera vista.

Primera toma de contacto con Nusa Lembongan
El pack que contrató Afri incluía traslados a hoteles, así que montamos en un taxi de la empresa Scooter y nos llevó directos al hotel. Vistas impresionante desde el «view point» en el traslado; con Bali al fondo y el volcán Agnun imponiendo su silueta. Acomodación y disfrute fugaz de su piscina. Todo un resort a nuestra medida. El Hotel Walet´s Paradise. Con ocho bungalows y sus respectivos porches.

Nos cambiamos y bajamos a Mushrom Beach por la calle principal. Muy buena impresión el ambiente tranquilo que desplegaba la isla. Un breve paseo nocturno por la arena fue suficiente para elegir el restaurante donde cenar con vistas al mar.
Hamburguesa y atún (picante) pero era lo de menos. El momento era especial. Las vacaciones estaban acabando, pero estábamos empezando a enamorarnos de esta humilde isla que vive a la sombra de su hermana mayor Nusa Penida.

De camino al hotel compramos unas galletas que servirían de complemento para el café que disponíamos en la habitación de cara al desayuno de la mañana siguiente.
Día15: Recorriendo en moto Nusa Lembongán y Ceningan.
Miércoles, 24 de julio.
Tras el desayuno en el porche del bungalow (lo que nos gusta esta tontería), alquilamos una moto en el mismo hotel dispuestos a conocer Lembongan y Ceningan. Teníamos todo el día por delante para ello.
La simpática propietaria nos indica que no es obligatorio el uso de casco. No obstante le pedimos uno para cada uno. Sería lo que marcase la diferencia entre guiris como nosotros y los propios habitantes de la isla.

Oeste de Lembongan
La primera parada en la zona oeste. Dream Beach, donde se levanta una bonita playa acantilada con su columpio para las poses. Interesantes vistas, pero nada a lo que tenga que envidiar a la costa norte española.
Seguimos en la misma zona para visitar los Devil Tears (o lágrimas del Diablo). Una zona acantilada donde la marea obliga a las olas a golpear fuerte contra la tierra. Cientos de turistas se arremolinaban, algunos con especial ingenuidad ante la fuerza de la naturaleza. Un lugar donde esperar cuál es la ola que romperá con más fuerza y salpicará a más turistas. ¿Conocéis los «bufones de Pría»? Pues algo similar.

Tomamos de nuevo la moto y tomamos destino norte. En nuestro recorrido cruzamos el pueblo de Lembongan y su templo y paramos en el View Point por el que ayer pasamos con el taxi sin parar. Allí una espectacular vista de la playa de Jungut Batu y al fondo la isla de Bali con el volcán Agung apareciendo entre las nubes.
Despertamos de esta bucólica vista cuando un grupo de jovenzuelos nos asaltaron para vendernos algunas pulseras y colgantes. Les seguimos el rollo del regateo y les compramos algunos de sus artículos. Los niños son nuestra debilidad, aunque 20 metros al lado estaban sus padres esperando el trabajo realizado…

Descendimos hasta el pueblo de Jungut Batu donde nos detuvimos en su calle principal. Todas las calles estaban engalanadas por palmas debido a la fiesta hinduista. Todos los habitantes con sus ropas de gala para visitar los templos. Bonita casualidad.
Este de Lembongan
Seguimos nuestra ruta hasta la zona de los manglares. Allí dejamos la moto y dimos un paseo por su playa. Ya habíamos disfrutado de los manglares de Borneo, por lo que simplemente haríamos una ligera inspección de la zona. Resultaba curioso ver sobre el agua salada del mar, los brotes de árboles que indicaban la cercanía del manglar.
Zona tranquila. Se confirmaba lo que sospechábamos la noche de llegada. Es una isla preparada para el turismo, pero sin la masificación de otras islas. No sabíamos si por desconocimiento del turista, o por que los «touroperadores» se han olvidado de ella. Sea como fuere, lo íbamos a disfrutar.

Tocaba retomar la moto. Ahora tomaríamos un desvío para coger una carretera que bordea el manglar, alejado de la población principal. Un trayecto tranquilo y relajante que nos llevó al cabo de unos minutos al puente amarillo.
De golpe, toda la gente que no había en la isla, estaba concentrada en este lugar. El otro puerto de la isla. Cruzamos el puente peatonal compartido con viandantes donde caben dos motos justas. Un paso estrecho que puso a prueba el equilibrio sobre la moto.

Nusa Ceningan
Tras 200 m de puente, estábamos pisando la otra isla. Ceningan nos daba la bienvenida. Girábamos a la derecha en busca de su zona oeste. De golpe, la carretera se abre y aparece ante nosotros «la playa». Debimos detenernos para disfrutar de las vistas que nos ofrecía este rincón de la carretera. Lo anotamos en nuestras cabezas para volver al final del día, ahora debíamos continuar.
Buscábamos el Mahana Point. Un chiringuito que se adentra como un estilete en el mar. Acantilado con vistas sobre la costa de Cenida. Donde los surferos entretienen con sus habilidades mientras tomas una cerveza. Se ofrece también la posibilidad de saltar desde el acantilado. El tiempo obligaba a detenerse y disfrutar. Así hicimos.

Blue Lagoon
De vuelta, por la misma carretera, a penas a unos 3oo metros. Escondido, se haya el Blue Lagoon. Una bahía que recoge unas aguas de un color azul indescriptible. Hipnotizante. Dejamos la moto en la misma carretera y nos adentramos entre la urbanización que lo rodea. Música, piscina infinita… y mucho postureo. Anduvimos por un sendero que salía a nuestra izquierda para tomar otra perspectiva más «natural». Y lo conseguimos, a medias.
Estructuras de hormigón sujetaban el chiringuito del postureo, destrozando toda la belleza natural del lugar. La ley de costas española iba a hacer un buen destrozo en esta isla. Era lo único negativo que le podíamos alegar. Pero cada país, tiene sus razones y culturas. A pesar de todo. Impresionante el lugar.

Secret Beach
Debíamos seguir descubriendo rincones. Secret Beach era el siguiente objetivo. Previo paso sin mucho interés por el Old Tree.
Llegando al lugar, una puerta abierta te invita a pasar y aparcar en su interior. Si queríamos ver la playa, no quedaba otra opción. Accedimos. Aparcamos. Y nos adentramos en el miniresort. Un lugar amable, con vistas a Nusa Penida. Preparado para descansar. Decidimos pedir un par de pizzas y hacer la comida del día mientras disfrutábamos del lugar y su piscina infinita. La playa, no es muy interesante para el baño, pero le daba un ambiente atractivo.

Tocaba retomar la moto y visitar el norte de la isla. Bias Mujul es un pequeño y humilde pueblo de pescadores sin ninguna atracción turística más que disfrutar de un lugar auténtico fuera del interés turístico. El camino hasta allí es agradable en moto.

Puerto de Jungut Batu, Lembongan
Vuelta sobre nuestro pasos para cruzar de nuevo el puente amarillo. Regresamos a Lembongan y nos dimos un pequeño baño para refrescarnos en su playa de arena de coral. Tras recomponer la temperatura corporal continuamos en busca de la Casa Subterránea. La encontramos tras dar varias vueltas por el pueblo de Lembongan, pero finalmente decidimos visitar el puerto y la playa de Jungut Batu.
Allí paseamos por la playa mientras observábamos la afición de los niños por las cometas. Hacia el norte podíamos recorrer su extensa playa hasta la zona de manglares, mucho más natural.
Hacia el sur, nos íbamos a encontrar hoteles y bares que se encaramaban en el acantilado. Una zona mucho más artificial y urbanizada. Un paseo por la calle que se va abriendo paso entre esta urbanizada zona nos regaló interesantes vistas y ofertas para sentarnos y relajarnos con las vistas. Lambung Beach fue el punto de retorno de nuestro paseo.

Sunset en Ceningan
Se aproximaba la hora del sunset y a nuestra mente venía la playa de Ceningan que habíamos visto nada más llegar por la mañana. Tomamos la moto y volvimos de nuevo a la isla menor. Tanteamos algunos de los bares de la zona y fuimos a parar al SeaBreeze.
Un warung-bar coqueto, acogedor, íntimo. Con sus mesas y hamacas. Con su columpio a pie de playa y su piscina infinita en el balcón. Su barra húmeda. Música. Perfecto.

Tomamos asiento, dispuestos a disfrutar de la puesta de sol… y la llegada de más turistas. El sol llegó, pero los turistas no. Es increíble como un lugar tan bien preparado no se llenase de gente. Esto confirmaba que la isla está completamente preparada para la llegada masiva de un turismo que, de momento, explota Nusa Penida. Esto es lo que nos enamoró por completo de la isla. Al igual que Gili Air, espero que nunca muera de éxito.

Fue la mejor puesta de sol que he vivido y disfrutado a día de hoy. En Nusa Ceningan, en el SeaBreeze.
Vuelta al hotel
De noche. Volvimos al hotel. Dejamos la moto. Nos arreglamos y decidimos cenar en el warung Halo. En la misma calle que bajaba a la playa pero en sentido opuesto. Alejándonos de los restaurantes turísticos y aproximándonos a los comercios locales.
Arroz, Noodles o pollo… es lo que tiene visitar los locales del lugar. Amabilidad y buen precio, eso sí.
Tras la cena, paseo para decidir el lugar de masaje para el día siguiente y descansar. Aún nos quedaba una jornada más en este bonito archipiélago.
Día 16: Snorkel y visita a Nusa Penida.
Jueves, 25 de julio.
Hoy tocaba un poco de snorkel. Buen desayuno en el porche del hotel y un buen camino hasta el puente amarillo.
Allí tocaba esperar a unos e intercambio de guías para iniciar la actividad con casi una hora de retraso. Esto es así. Es su ritmo, no merece la pena molestarse.

Snorkel en Crystal Beach y Gamat Beach
En un barco con otras seis personas, partimos hacia la costa de Nusa Penida. En nuestra mente el avistamiento de mantas-raya. Pero el capitán nos informa que el mar está muy picado y va a ser difícil aproximarnos al «manta point». Lo intenta, pero todos los barcos que allí vemos se hayan en la misma situación. Todos subidos al barco y nadie en el agua. Tristemente, desistimos. Nos dirigimos al segundo punto de hoy «Crystal beach«.

Aún no lo sabíamos, pero teníamos la primera pista de lo que iba a ser el día de hoy. «Guirilandia». Una bahía llena de botes con cientos de personas en el agua en busca de unos peces que parecían esconderse de tal explotación turística. A penas cinco minutos en el agua fueron suficientes para llevarnos nuestra primera desilusión del viaje.
Un segundo intento, en esta ocasión en Gamat Beach. Misma cantidad de barcos y turistas. Aunque un poco más de presencia de fauna marina. Dedicamos más tiempo. Pudimos disfrutar más. Pero casi más pendiente de no toparse con las hélices de los motores de las barcas que de algún animal hambriento.

Snorkel en Wall Bay
Wall Bay, la tercera y definitiva zona de snorkel fue la más relajada y tranquila. Próximo a la playa y el puerto de Nusa Penida, junto al acantilado. El capitán nos informaba que nos dejásemos llevar por la corriente junto al acantilado. Y así hicimos. Como si de una película se tratase, metí la cabeza y el fondo marino parecía pasar ante mis ojos. Cuando quise levantar la mirada, el barco se hallaba casi a un kilómetro de mi ubicación.
Volví a meter la cabeza y me dejé llevar hasta el puerto. Disfruté del fondo marino de sus peces y sus colores… hasta que vi erizos marinos y me entró el recuerdo de Zanzíbar el verano anterior.
Una vez en el barco, atracamos en el puerto y allí comenzaba nuestra segunda parte de la jornada. La visita a Nusa Penida por tierra.
Conociendo Nusa Penida en coche
El guía nos llevó a visitar tres lugares con encanto de la isla, pero el camino se transformó en una agonía. Malas carreteras, peores caminos… y atasco cual M-40 en hora punta. Más de dos horas en el coche, la mitad casi parados en medio de un camino donde el caos entre coches y motos nos mató nuestra ilusión.

Al final llegamos a Angels Billabong. Una playa natural que en el día de hoy estaba cerrada al público por la fuerte marea. Bonito lugar, pero de nuevo nada que envidiar a la costa asturiana.

Broken Beach y Angels Billabong
En el mismo lugar, sin coger el coche, visitamos Broken Beach. Una playa o laguna formada por la rotura de uno de los acantilados y donde el suelo cedió hasta caer al mar. Una panorámica bonita donde nos pareció ver mantas-raya en el fondo del mar. Una mezcla entre los palancares de Cuenca y la playa de Gulpiyuri asturiana.

De nuevo al coche para desandar el camino del atasco. Ya mentalizados de lo que nos esperaba, al menos íbamos con aire acondicionado y sin tragar el polvo del camino.
Kelingking Beach
El tercer y definitivo destino era Kelingkin beach. Un prominente saliente sobre la costa acantilada que dicen tiene forma de dinosaurio. Tiene una escalinata que de acceso a la playa que yace a los pies del acantilado. Paseo este que desestimamos en beneficio de algunas fotos desde la altura.

Habrá gente haciendo cola para la foto, pero si te desplazas hacia la derecha de ese mismo lugar, tendrás perspectivas muy similares y con menos bullicio de gente.
Como nos sobró tiempo debido a este truquito, nos tomamos unas Bintang a la sombra en uno de sus chiringuitos.
Regreso a Lembongan
Sobre las 15:00 nos esperaba nuestro guía para llevarnos de vuelta al puerto de Penida. Una gran vuelta que nos permitió conocer la isla desde el coche. Una hora y media más tarde estábamos en la playa cogiendo el bote de vuelta al puente amarillo de Lembongan.

Nuevo paseo hasta el hotel. Tomamos un heladito y unos cafés para tomar en el porche de la habitación. Hoy tocaba cena en otro de los warung, el Bum Bum con visita-despedida del gran Alberto.
Un masaje balinés con una reserva un poco confusa y la contratación de la masajista un tanto peculiar. Pero disfrutamos de esa «hora» merecida de masaje. El viaje acababa y había que «celebrarlo».
Día 17: Traslado a Sanur. Visita a Kuta.
Por la mañana, último desayuno y recogida del taxista de la empresa Scooter (45 minutos tarde) para llevarnos al puerto de Lembongan. Allí embarcamos a las 10:00 con pies en el agua para cruzar a Sanur (Bali) en menos de una hora de camino en lancha rápida.
Tras lado al hotel Praba Guesthouse por parte de la compañía de los barcos rápidos. Acomodación y … ¿qué hacemos? Pues dar un paseo hasta la playa para comer.

Kuta (Bali)
Tras unos 20 minutos llegamos a la playa. En el camino, varios intentos de comprar imanes y postales para nuestra colección. Difícil encontrar alguno de «Indonesia» y no solo de «Bali».
Un breve paseo por la playa es suficiente para detenernos en una zona de «chiringuitos» para comer de nuevo arroz o pollo en uno de sus warung con compañía canina. Ya se echaba de menos la presencia de Keny.

Tras la comida un pequeño paseo por las playas de los inmensos resorts de Kuta. Estábamos en el «Benidorm indonés». Una callejuela entre estos gigantes hoteles nos saca a la calle principal donde cogemos un Grap por primera vez para llevarnos de vuelta al hotel.
¿Siesta? ¿Pa´qué? A la pequeña piscina del hotel para tomar unas cuantas cervezas de despedida… En la conversación aparece la pareja de españoles que habíamos conocido en la noche de Gili y con la que habíamos coincidido en la visita a Nusa Penida.

Estaban por la zona y quedamos para cenar en Kuta. Así hicimos, nuevo Grab y con traductor de google nos vamos al centro de esta ciudad turística por excelencia para dar un paseo y cenar.
De la cena mejor no hablar. Odio los sitios puramente turísticos, me siento observado como un billete andante por los dueños de los negocios.
Paseo de vuelta con copa, helado, alguna compra (sin regatear) y el tiempo justo para sentarnos a escuchar música en directo. Lo dicho, Benidorm 2.0.
De nuevo el Grab nos dejaba en el hotel. Ahora sí, esto había concluido.
Día 18: Regreso a España.
Tras el buen desayuno en este hotel. Nos hicieron un servicio de «transfer» (de 3 minutos en coche). Qatar nos obligaba a facturar las mochilas que habíamos llevado a cuestas durante estas casi 3 semanas. Nos sentíamos por el aeropuerto como si algo nos faltase.

Gasto de las últimas rupias y embarque destino Doha. Adiós Indonesia. Ahora tocaba comer, dormir y película. Comer, dormir y película. Comer, dormir y película…
Un trasbordo en Doha a la carrera no nos permitió ni ir al baño. Casi lo perdemos. Fuera 44 grados de temperatura. Lo mejor, salir de allí cuanto antes no nos fuésemos a quemar.

Llegamos a Barajas a las 21:30 horas. Como estaba previsto. Allí nos esperaban los padres de Afri y Kenya. Vuelta a la cruda realidad.
Más información.
En este archivo os ubicamos todos los lugares visitados en nuestro viaje. De esta forma podéis tener una idea visual del viaje. Para poder verlo necesitáis tener instalado el programa Google Earth.
Si queréis cualquier tipo de información sobre todo o parte de este viaje, no dudéis en contactarnos. Os ayudaremos encantados a organizar vuestro viaje a vuestra medida. ¡VIAJA, VIVE!


