París en 24 horas.
París en 24 horas
¿Visitar París en 24 horas? Sí, se pude. Y, sobre todo, cuando surge de un regalo o sorpresa que la otra persona no espera. ¿Locura? Puede ser… Os contamos y luego decidís.
La escapada se realizó en un contexto social y económico complicado postpandemia, al que había que añadir otras circunstancias personales que no habían ayudado a mantener nuestro ritmo viajero. Pero todo es cuestión de adaptarse a las nuevas circunstancias de cara a continuar disfrutando de lo que más nos gusta. Viajar.
Afri fue la encargada de organizarlo todo. Vuelos, alojamiento, temporalización de visitas… Y yo de disfrutarlo. Estaba claro quién recibía la sorpresa.
Horas previas
Todo había comenzado mucho antes de un viernes a las 21:00. Esa hora fue clave, justo cuando surgió esta conversación:
– Mi madre se queda a dormir en casa -me informó Afri.
– Vale, perfecto, pero ¿por qué? -respondí desorientado.
– Y tú te vas a despertar a las 4:00 de la mañana… -continuó tajante.
No hacía falta seguir hablando, fue suficiente para que empezase a tener sentido el papel que recibí como regalo el día de reyes donde se podía leer «Vale por un viaje egoísta».
Mi mente podría entender que, por la hora de salida, tomaríamos un vuelo. Y por la presencia de la madre de Afri, nuestra «peque» se quedaría en casa con su querida «abu». Todo estaba meticulosamente preparado, incluso la pequeña mochila que nos acompañaría en esta breve escapada.
Desplazamiento hasta París.
A las 5:30 llegamos al aeropuerto. Las tarjetas de embarque electrónicas guardadas en el móvil de Afri, me impidieron conocer el destino final hasta que no llegamos a la misma puerta de embarque. «París-Beauvais». Por delante nos esperaba un viaje al puro estilo low-cost, del que tanto habíamos disfrutado años atrás. Ryanair, mochila, albergue y comida para llevar. Ilusión y nervios a la par.
Todo lo necesario lo llevábamos encima; la compañía y las ganas de vivir nuevas experiencias. Pero lo más importante se nos quedaba en casa por primera vez; sabor muy agridulce y sentimientos encontrados por no estar acompañados de nuestra pequeña India. Fue duro, pero positivo para nosotros y para ella.
A las 7:00 salía el vuelo hacia París-Beauvais. Dos horas llenas de ilusión y preocupación. A la llegada, vídeos de India tranquila en casa con su «abu» que hizo desaparecer por momentos nuestra preocupación.
En el pequeño aeropuerto de Beauvais no tuvimos problemas para encontrar el bus de conexión con París . Sobre las 9:30 ya estábamos montados. Fue el momento en el que Afri aprovechó para sacar sus papeles y ponerme al orden definitivamente de lo que iban a ser 24 horas en París.
París por la mañana.
Sobre las 11:00 el autobús llegaba a la estación de Porte Maillot, junto al Palacio de Congresos de París. Muy cerca de allí se ubica una boca de Metro de la línea 1 (amarilla) que, sin trasbordo alguno, nos dejaba en el centro de la ciudad en menos de 20 minutos. En enero del 2023 el precio del billete sencillo es de 2,10€ . A las 11:30 estábamos saliendo por la boca de metro de la línea 1 en la parada del Hotel de la Ville. Comenzaban nuestras 24 horas en París.
Afri reservó a las 12:00 un FreeTour con Sebastián . Pero para eso aún quedaba media hora. Tiempo que aprovechamos para comer un par de bocadillos. Y resguardarnos del frío y ventoso día con el que nos había recibido la capital francesa en el Bazar del Hotel de la Ville.
La ruta de casi tres horas, resultó ser todo un acierto. Sebastián consiguió una combinación perfecta de historia con pinceladas de humor que amenizaron la gélida mañana. Todo ello mezclado con algunas recomendaciones personales para conocer lugares mucho menos turísticos. De esta manera visitamos el Hotel de la Ville, Pont d´Arcole, Notre Dame, Pont Saint Michel, Pont Neuf, Museo de Louvre y el Jardín de Tullieres. Y entre uno y otro, decenas de datos históricos y curiosos sobre París.
En torno a las 15:00 terminó el Free Tour. El propio Sebastián nos llevó, sin compromiso, a un pequeño buffet en el que comer por menos de 20€. No fue comida de alta cocina, pero sí bastante decente para el viaje low cost en el que estamos sumergidos. Y a muy pocos metros del Louvre. Perfecto para descansar, recuperar temperatura y recargar energías para lo que nos quede de jornada. Apuntad el nombre del restaurante, «Self Service Tuileries».
París por la tarde.
En torno a las 16:00 continuamos nuestra visita. La idea era pasear por el Jardín de Tullieres hasta la plaza de la Concordia. Pero la lluvia nos obligó a desplazarnos por las mismas galerías de la calle Rívoli. De esta forma seguiríamos mezclándonos con el ambiente local.
En una de las bocacalles que cruzamos, vimos al fondo la Columna Vendome, ubicada en el centro de la plaza con el mismo nombre. Y casi sin enterarnos llegamos a la plaza de la Concordia, el obelisco de Luxor así nos lo confirmaba con su imponente presencia.
Obviamos el paseo de los Campos Elíseos para ir junto al río Sena por el paseo de la Reina y disfrutar de las vistas al Palacio de Borbón y el puente de Alejandro III. Antes de cruzar este, el que dicen puente más bonito de Paris, nos acercamos a ver el Palacio Grande y el Palacio Pequeño. Ambos situados uno frente al otro a muy pocos metros del afamado puente.
Cruzando por el Puente de Alejandro III, nos encontraremos directamente en la Explanada de los Inválidos. Parte trasera del espectacular Palacio de los Inválidos donde de halla la tumba de Napoleón Bonaparte.
Siguiendo nuestro paseo, nos desviamos hacia los Campos de Marte en busca de la icónica Torre Eiffel. La cual ya dejaba verse desde antes de acabar el FreeTour.
La Torre Eiffel
Serían sobre las 18:00 cuando llegábamos a la base de la atracción turística por excelencia de París. Muy cerca, en la calle Buenos Aires, Instagram ha hecho de las suyas en busca de una de las mejores fotos de París. Como no teníamos tiempo material para subir, allí que nos dirigimos en busca del nuevo ángulo fotográfico.
Muy cerca, haciendo esquina se encuentra la cafetería Le Castel. Era necesaria una nueva parada para recuperar energías y calor corporal. Lo pagamos bien; 6,70 por un café americano y 7,70 por un cappuccino, ambos de auténtico aguachirri. (Ya, lo sabemos… Podéis ahorraros todo tipo de comentarios…)
Con el dolor aún en el cuerpo, salimos para ver como la torre comenzaba a prepararse para la noche. Las luces engalardonaban sus más de 300m de altura que no podíamos disfrutar al estar tan cerca de su base. Cruzamos por el puente de d´Iena para ir en busca de los Jardines del Trocadero. Allí está el lugar donde sacar «la foto de París». Y allí fuimos.
La leve subida por su escalinata encendió el chivato de la reserva. Nos quedaba ver el arco del Triunfo, pero desestimamos la opción de hacerlo andando.
Tomamos el metro en Trocadero para ir directos a la parada Charles de Gaulle-Etoile. Plaza (o rotonda) que alberga el afamado Arco del Triunfo. Se puede subir para ver las perspectivas desde lo más alto, pero lo obviamos. Sí que nos acercamos a la base cruzando por un acceso subterráneo que cruza esta mega rotonda de un lado a otro. Bonita perspectiva con la torre Eiffel de fondo.
Hacia el albergue
Habíamos «visto la luz» con el metro. Lo volvíamos a usar para dirigirnos hasta el albergue donde pasaríamos la noche. La estación de La Chapelle se encuentra fuera del centro parisino, y «cerca» del barrio de Monmatre. A la salida de la boca del Metro, parecía que habíamos cambiado, no de barrio, sino de país. Zona obrera con ambiente extraño. Ya lo había leído Afri en los comentarios del Albergue.
Desde la boca del metro, andando, en menos de 10 minutos llegamos a la puerta del albergue . Limpio, amplio. Con literas. En París íbamos a dormir en literas… Viaje Low Cost, con mayúsculas. Pero Low Cost, de calidad.
París de noche.
Descansamos media hora. De 19:30 a 20:00. Quedaba ver el barrio de Montmartre. Pero a la salida del albergue, chaparrón de los de aúpa. Mientras decidimos qué hacer, se nos planteó la posibilidad de cenar en el Albergue, o en dos bares cercanos; Nord Nord o Vieille Pie. Decidimos salir a probar suerte con alguno de esos bares, pero de camino el aguacero amainó. Así pues continuamos la caminata hasta la parada de metro Marx Dormoy que nos dejaría directos en Abbesses.
Esta parada se sitúa en la base de la colina de Montmartre. Justo en el parque del Muro de los «te quiero». Callejeando, algo cansados (no nos vamos a engañar), atravesamos dos calles-escaleras; la segunda de ellas con nombre Calvario, para llegar a la plaza de Terte, también conocida como «de los pintores». Bonita y emblemática. Las luces se reflejaban en el pavés, creando una imagen icónica.
Barajamos la opción de cenar en la terraza de algunos de sus restaurantes y disfrutar del lugar. Pero los precios prohibitivos chocaban con el viaje low cost. Continuamos el paseo callejeando por este bucólico barrio hasta llegar al Sagrado Corazón. Imponente la imagen nocturna que nos regalaba. Entramos para guardarnos un poco del ambiente húmedo que había quedado. Algunas fotos y a continuar.
Parada técnica
En la calle paralela al funicular de Montmartre, algunos escalones abajo se oía música en directo. Una taberna irlandesa. Un oasis. Corcoran´s se llama el establecimiento. Cayeron dos pintas por persona. Apetecía parar y disfrutar. 8€ cada una… Claro, a pocos metros del Sagrado Corazón. Pero estas las saboreamos mejor que los cafés.
Tras esta parada en boxes, quedaba la posibilidad de visitar el Moulan Rouge; paseando o en metro. Pero para solo verlo desde fuera sin intención de entrar, no merecía la pena.
Calle abajo en busca del Metro de Abbesses para hacer el viaje contrario hacia Marx Dormoy. Una cena rápida de camino al albergue en la calle Riquet en el único restaurante que quedaba abierto a las 23:00 que ya marcaba el reloj. Dos kebab. Que empaparon y fueron baratos.
Horas extra en París.
A las 7:00 sonó el despertador. Primera noche que dormíamos del tirón desde que nació India. Pero la echamos mucho de menos. Sensación rara. Sin prisas nos despejamos en la habitación.
El desayuno buffet del Albergue fue bueno, nos aprovechamos de ello antes de hacer el check-out.
El día amaneció completamente diferente al sábado. Fresco pero soleado. De nuevo, mochila en la espalda, al metro de Marx Dormoy, esta vez hacia el centro. Parada en la Magdalena.
En torno a las 9:00 estábamos en la imponente Iglesia de Madeleine, no entramos, pero por momentos creímos estar en la antigua Grecia. Increíble todo lo que esconde esta ciudad en sus entrañas.
Como la mañana era buena y nos apetecía disfrutarla, paseamos por el Bulevar de los Capuchinos hasta la plaza de la Ópera para quedar impresionados por el Palacio Garnier.
A la espalda de este edificio quedan las galerías Lafayette (que abrían a las 11:30). Puede ser interesante su visita por la cúpula interna que alberga este famoso centro comercial. No entramos, y cogimos el metro en la parada Chausse d´Antin-Lafayette hasta Jussieu.
Barrio Latino
Cambio radical de ubicación, en busca del margen opuesto del río Sena, aproximándonos al Barrio Latino. En menos de cinco minutos andando desde la boca del metro, estábamos junto al Panteón, lugar donde se hallan los restos de Rousseau. Junto a este imponente edificio se ubica la bonita Iglesia de Sant Etienne du Mont.
Los cercanos jardines de Luxemburgo nos invitaban a dar un paseo como si en el Parque del Retiro nos encontrásemos. Pero el tiempo empezaba a jugar en nuestra contra. Una breve visita fue suficiente para observar la grandiosidad de cualquiera de los jardines que se reparten por esta bella ciudad.
Tomamos rumbo hacia el edificio de la Universidad de la Sorbonne para llegar a las callejuelas del Barrio Latino. La iglesia de Saint Severin nos muestra lo escondido que pueden estar los monumentos en esta zona de París donde las callejuelas se estrechan, retando al estilo Haussmaniano que se impone por completo en París. Un breve paseo fue suficiente para terminar de disfrutar de esta bella ciudad.
Regreso a casa.
De camino a la boca de metro, la Santa Capilla la vimos de cerca, pero lejos. Las 11:00 se acercaban a nuestro reloj. Hora marcada para tomar el metro de camino al bus que nos llevaría de vuelta al aeropuerto. Cruzamos la Isla de la Ciudad en busca de la plaza del Hotel de la Ville. Y allí estábamos, sólo 24 horas después. Parecía haber pasado una semana desde que llegamos. Pero no, tan solo había pasado un intenso y aprovechado día.
Como si de magia se tratase, nos introdujimos en la boca de metro que nos llevaría a los directores a Porte-Maillot. Allí saldría nuestro bus poco antes de las 12:00 hacia el aeropuerto de Beauvais.
A las 13:30, estábamos comiendo en el pequeño aeropuerto. A las 15:00 despegaba el vuelo que llegaría a Madrid sobre las 17:00. Poco más tarde de las 18:30 teníamos a la pequeña India con nosotros. ¿Había sido un sueño? No. Pura vida y realidad. Gracias Afri.