
Cuba Occidental
Visitar la isla de Cuba es uno de los viajes más sentimentales que se puede realizar. El español en Cuba no es un turista más. La vinculación histórica entre ambos países ha permitido un constante intercambio de relaciones entre ellas, incluso en los momentos más difíciles.

Introducción.
La diferencia horaria con España (seis horas menos), lejos de ayudarte en este proceso, lo que hará será ralentizarlo. No obstante, seguro será compensado con las ganas de conocer y vivir la ciudad. Nuestro cuartel general en La Habana lo establecimos en el hotel Mercure Sevilla; céntrico, limpio y con aire acondicionado. Todo un acierto, siendo consciente de lo que es la realidad hotelera en esta ciudad.

Las costumbres nos llamarán la atención, sobre todo su forma de vida en la calle. Merecerá la pena un simple paseo doblando las esquinas de las avenidas principales para adentrarnos en la realidad de La Habana. Realidad que empieza a perder poco a poco con las nuevas políticas de apertura al turismo con las Casas Oficiales y Paladares. Habitaciones y restaurantes, respectivamente, que desde la entrada del Comandante Raúl Castro, permiten crear un negocio «privado» ofreciendo dichos servicios en casas de los cubanos.
Su olor, a gasolina quemada en motores de los años 50, será permanente en toda la ciudad, acentuada en cada paso de esos coches de museo aún vivos que ayudan a dar ese carácter propio de la ciudad.
Su economía se basa en el peso cubano o moneda nacional, completamente devaluada. Pero también su nuevo peso convertible, equiparado al euro, demuestra su intención económica dirigida hacia el turismo. Las Cajas de Cambio (CADECAS), bancos Metropolitano u hoteles, son los sitios oficiales para el cambio de nuestra moneda por la cubana. Siempre con billetes bajos, de uno, tres, cinco o diez pesos convertibles (CUC). 1€=1,07 CUC el cambio en julio del 2016. Cuidado con no confundiros con pesos cubanos (CUP) más devaluado. A casi 25 pesos cubanos por cada CUC.
Sus gentes son tan extrovertidas y simpáticas como pícaras. Ojo. Si llevas pocos días en el hotel, se abalanzarán sobre ti para ofrecerte ron, habanos, sitios donde comer o bailar… De primeras parecen agradables, pero resultan más pícaras que otras cosas. Parecen querer ayudarte, pero realmente intentan hacer negocio. Ojo, sobre todo en las puertas de los hoteles y zonas turísticas. Violencia cero, pero picaresca, mil. No os dejéis embaucar con sus buenas palabras y maneras. Os preguntarán de dónde sois, cuántos días lleváis en la ciudad, e incluso os contarán historias para acercar posturas. No os sintáis violentos si tenéis que ignorarlos, o simplemente decirles que ya lleváis muchos días en la ciudad y que no necesitáis nada.
Teniendo todo esto en cuenta, estaremos preparados para iniciar nuestra visita por la ciudad.
La Habana Vieja.
La primera intención es la de conocer a pie todos los edificios, calles y monumentos posibles pertenecientes a La Habana Vieja. Zona tomada por turistas; y de cubanos en busca de turistas, que posiblemente acabarán con tu paciencia.
Nuestro primer viaje peatonal parte desde el Castillo de San Salvador de Punta. Nos costará encontrarlo, ya que aparece escondido bajo el suelo con el fin lógico de defensa a través del camuflaje. Desde allí obtendremos una gran perspectiva del Malecón, así como de la Fortificación del Morro, al otro lado de la bahía.

Un leve paseo por la bahía de La Habana, donde dicen hay centenas de buques en sus aguas (entre ellos el Acorazado Maine, artífice de la independencia cubana de España) será suficiente para adentrarnos en la ciudad.
Llegaremos a la plaza de la Catedral, previo paso por el cuartel de la Policía Nacional Revolucionaria. Para entonces ya habrá sido un reto no acabar con una botella de agua en nuestras manos debido al calor y humedad. Las sombras que ofrecen los soportales de la plaza nos permitirá un primer descanso en la jornada de hoy.

Muy cerca de esta plaza se ubica el Paladar de Doña Eutimia, uno de los más recomendados de la ciudad; y el bar de La Bodeguita del Medio, donde dicen es el origen del mojito cubano. Pero esto lo dejaremos para más tarde.
Nuestra caminata continuará hacia el sur, en busca de la Plaza de Armas. Ésta fue el centro neurálgico de la ciudad en la época colonial. Varios edificios sitian este bullicioso rincón. Merecerá la pena una segunda parada para disfrutar de la vida y dinamismo que ofrece la plaza.
El Palacio de los Capitanes Generales, donde residían los españoles que gobernaban la isla. El Templete y el Castillo de la Real Fuerza, bien merecen una observación detenida y paciente. Todos ellos junto a la mencionada plaza.
Siguiendo hacia el sur, llegaremos a la amplia plaza de San Francisco de Asís, presidida por la iglesia que la da nombre. En su puerta existe una estatua de un afamado mendigo que falleció en las calles habaneras. Dicen que si le tocas la barba y el dedo índice, te dará suerte en tu viaje. No lo dejes pasar.
Cerca, un poco más al sur, llegaremos a la Casa-Museo del Ron Havana Club, donde podremos observar cómo la caña de azúcar es aprovechada para sacar el jugo del ron.
Un hotel en remodelación (antiguo palacio del Cueto); la Cámara Oscura (donada por la Diputación de Cádiz); y la Casa de los Condes de Jaruco, componen este bello lugar.

Si jugamos a buscar el Capitolio desde cada una de las bocacalles que parten de esta plaza, habremos acertado si encontramos la calle Brasil. Ésta permite observar a lo lejos la inequívoca silueta de la «Casa Blanca cubana».
Hasta llegar a ella, deberemos andar por esta larga calle que nos permitirá observar realidades del día a día. Nos daremos de bruces con el contraste de esta ciudad. Edificios casi derruidos, pero habitados; casas coloniales restauradas; puestos callejeros de bananas; bares para turistas (y no turistas); tendederos que cuelgan ropas de un lado al otro de la fachada. Un ir y venir de bicicletas, coches y viandantes sin dirección aparente. Carteles y pintadas con lemas revolucionarios. Y de frente, la cúpula del Capitolio. Sin duda, merecerá la pena.
El combinado es excelente, por su sabor y frescura. Así como por el aire acondicionado del local que nos permitirá hacer un paréntesis dentro del aterrador calor puertas afuera.
Lugar con historia donde dicen, se creó el primer daikiri. Suele estar amenizado por unas bachatas en directo. Es por todo esto que merecerá la pena pagar por el cómputo global del momento.
Tras reponer la temperatura de nuestro organismo, tocará volver al exterior. Ahora por la calle más comercial de la ciudad donde aprovechar a hacer algunas compras o souvenirs. Estamos hablando de la Calle Obispo, peatonal para favorecer el tránsito y comercio.
Nos dirigirá de nuevo a la plaza de la Catedral donde, ahora sí, tomaremos un mojito en La Bodeguita del Medio. Posiblemente con música en directo dentro del claustrofóbico local que mana historia y vida. Será más que suficiente para hacer de aperitivo previo a la comida en el Paladar de Doña Eutimia, situado en un callejón de la misma plaza. Allí nos dejaremos aconsejar, pero siempre con un buen plato de «Moros y cristianos», o lo que es lo mismo, arroz con frijoles, la comida típica del país.
Sobre las 19:30 podremos alquilar un taxi (el nuestro no tenía licencia, allí todo vale) por 7CUC que nos llevará por el túnel al otro lado de la bahía. Allí disfrutaremos de sus tres edificios emblemáticos con unas vistas excepcionales de la ciudad.
El primero la Fortaleza del Morro, que vimos a la mañana desde la otra orilla. Rodeado de sus vetustos cañones, nos ofrecerá las mejores vistas de la ciudad y el mejor atardecer de La Habana. Merecerá la pena sentarse o tumbarse para relajarse viendo como el sol desciende sobre el horizonte. A las 20:15 horas a principios de julio.
Después no debemos caer en el error de visitar el Cristo de La Habana (como nosotros hicimos). Eso lo dejaremos para el final. Previo a ello, visitaremos la fortaleza de La Cabaña y disfrutaremos del espectáculo del Cañonazo que simboliza el cierre de las puertas de la ciudad a las 21:00 (debemos estar a las 20:30 para verlo desde el principio)
Tras disfrutar del espectáculo, podremos pasear por la oscuridad hasta la privilegiada posición del Cristo de La Habana. Esta gigantesca estatua vigila la ciudad desde la altura, donde, iluminada en la noche, nos ofrecerá unas vistas muy interesantes desde su ubicación.
La Habana Centro
Para llegar hasta ella, salimos del hotel por el Paseo de José Martí (o Paseo del Prado) hasta llegar al Capitolio, previo paso por el imponente edificio del Teatro Nacional.
Al llegar al Parque de la Fraternidad, cruzamos el arco que nos situaba dentro del Barrio Chino, junto al edificio de telecomunicaciones ETECSA.
En la larga avenida de Simón Bolivar, que cruza sin titubeos toda la Habana Centro, podremos observar locales comerciales, barberías, tiendas, escuelas primarias, bares, hospitales…
Gente local tomando una cerveza, cortándose el pelo, con una radiografía en la mano o haciendo su compra diaria. Todo ello facilitado por una galería de soportales que nos resguardará de los rayos de sol.
La Habana Centro se encuentra en las calles que cruzan perpendiculares a esta ancha y principal avenida. Una pequeña inmersión en cualquiera de sus manzanas merecerá la pena para sentirse teletransportado medio siglo atrás. Kilómetros de tendido eléctrico colgado sobre fachadas demostrarán que hubo un pasado próspero.
La Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús será la que irrumpirá en el primer tercio de este largo paseo. Bella iglesia que el Papa Francisco visitó en septiembre del 2015. Merecerá la pena parar y reponerse del paseo durante unos minutos. Aunque, curiosamente, frescor no encontraremos en su interior.
Continuaremos nuestro viacrucis por la misma avenida, que ahora pasará a llamarse de Salvador Allende (o Carlos III). Mucho más amplia, que nos dirigirá hasta la Quinta de Los Molinos, lugar de residencia de los Capitanes Generales españoles y actual Jardín Botánico de la ciudad.
Tras desviarnos por la avenida de la Independencia y cruzar la parada de omnibus, habremos llegado al objetivo principal de la caminata. La plaza de la Revolución.
Allí, en fea y anodina explanada encontraremos el monumento a José Martí, un monolito de casi 130 m de altura que controla la ciudad desde sus alturas. También encontraremos el mural del Che Guevara sobre el edificio del Ministerio de Interior, así como el de Camilo Cienfuegos. Ambos presidiendo este punto emblemático de la ciudad.
El calor será aplastante en este lugar por lo que será buena opción buscar una sombra y un sitio donde refrigerarnos. Muy cerca se haya el Auditorio Nacional. A sus espaldas, hay un pequeño puesto de comida y bebida donde los actores y actrices hacen las pausas de sus ensayos. Allí podremos mezclarnos con ellos en nuestro descanso.
Muy próximo al lugar existe una cancha de béisbol donde, si tenemos suerte, podremos disfrutar de un partido del deporte nacional cubano.
El Vedado
Podremos negociar con los Cocotaxis para que nos lleven a visitar el Cementerio de Colón, del que dicen es la segunda necrópolis más grande del mundo. Nosotros lo obviamos en beneficio de volver andando por las espaldas del Castillo del Príncipe hacia las puertas del Hospital Calixto García, en busca de la Universisad de La Habana. Ya adentrándonos en la zona de El Vedado.
Será muy interesante introducirnos en el campus de la universidad y mezclarnos con los estudiantes que no paran de un lado para otro. Un ambiente que bien podrá recordarte al de tu propia universidad. No parecerás estar en La Habana. Su larga escalinata la sitúa en un punto estratégico dentro de la ciudad.
El hotel Habana Libre, servirá como referencia para continuar nuestro camino hacia el afamado Parque Coppelia y tomar uno de los helados más sabrosos de la isla.
Nos llamará la atención las bulliciosas colas de cubanos para poder disfrutar de sus sabores, frente a la inexistente espera para los turistas. El pago en CUC o CUP tienen la culpa de esta diferencia. Nos aprovecharemos de ello a pesar de no ser una situación cómoda, al menos para nosotros.
En lo alto podremos acceder al restaurante o simplemente tomar una cerveza en su bar La Torre, situado en el piso 32 y desde el que se tiene una panorámica completa de toda la ciudad. El malecón, sus estructuradas avenidas, el Hotel Nacional, la reinaugurada embajada estadounidense… Un momento de embobamiento con cerveza Bucanero en la mano que merecerá la pena disfrutar.
Tomando la Calle 10 de octubre, nos adentraremos de nuevo en la ciudad. La silueta de la iglesia del Carmen nos servirá de guía para llegar hasta el cruce con el Parque de los Mártires Universitarios. Muy próximo se encuentr el extravagante Callejón de Hamel, donde artistas callejeros exponen sus obras, regentan tiendas de herbolarios y se recetan pócimas medicinales.
Podremos volver por la Habana Centro, tras ya haber visitado buena parte de la zona del Vedado. Pero en nuestro caso, la aparición de un Cocotaxi en medio de la hoguera que se estaba convirtiendo la ciudad. Sumado a los casi 10km de pateo que llevábamos sobre nuestras piernas, nos obligó a tomarlo sin discutir el precio del taxista.
La ducha, la habitación fresquita y la piscina del hotel nos llamaba con fuerza.
Después será recomendable cenar en la Piña de Plata, muy próximo a La Floridita. Con muy buena relación calidad/cantidad/precio. Luego un leve paseo por las calles de noche y preparados para disfrutar del siguiente día
Valle de Viñales
Un autobús nos recogía en la puerta del hotel para salir de la ciudad por la 5ª avenida. En el viaje observaremos las casas de los cubanos que fueron obligados a abandonar el país cuando se impuso la Revolución.
Casas que fueron expropiadas y que actualmente pertenecen al estado dándoles un uso público. Casas que nada tienen que ver con lo que habíamos visto los días anteriores.
La zona residencial de los cónsules también imprimen un carácter clasista, lejos de lo que el sistema cubano parece pretender.
Ya en la autovía, nos llamará la atención el estado de las carreteras, y la cantidad de viandantes y carros con propulsión animal que usan estas vías. Por lo que un viaje de 150km puede traducirse en 3 horas de autobús.
Otra impresión que me causará sensación serán los carteles relovolucionaros que salpican la carretera para recordar los ideales del régimen cubano. A modo de carteles publicitarios, aparecerán imágenes o citas del Che, Martí, Castro…
La primera parada se realizará en una pequeña fábrica de Guayabita. Un licor creado con la guayaba, exclusiva de la zona de la provincia occidental de Pinar del Río.
El viaje continuará hacia la localidad de Viñales donde divisaremos unas creaciones geomorfológicas peculiares llamadas Mogotes. Éstas podrán divisarse en su máximo esplendor desde el Mirador de los Jazmines.
Descendiendo hacia el valle, pasaremos por la propia localidad de Viñales para adentrarnos en la región más afamada de la isla por sus cultivos de tabaco.
Visitaremos campos de tabaco, que en esta época del año (julio) resultarán estar ya recolectados. No obstante, podremos entrar en la casona de un veguero para observar el secadero de sus hojas, así como de la formación artesanal de un puro habano, para su posterior degustación.
Tras la demostración, tomaremos rumbo al que dicen es el peor atractivo turístico de la zona. El Mural de la Prehistoria. Una pintura al fresco sobre una pared de uno de los mogotes que representa la evolución de la vida en la zona. Sin tener un criterio artístico considerado, al menos resulta impresionante ver la pintura sobre la montaña.
Nosotros comimos en ese mismo lugar, amenizada con música caribeña en directo y con la grata sorpresa de la voz de un infante que parecía ruso, pero resultó ser cubano en cuanto abrió la boca.
Otro gran descubrimiento, en esta ocasión sobre la mesa, fue la del boniato, tanto frito como cocido que resultó ser uno de los grandes manjares del viaje.
Un leve paseo a pie acompañado de otro en barco por las aguas subterráneas que se filtran en la cueva mientras juegas a imaginar formas en las piedras te harán olvidar ese efecto turístico para disfrutar de la realidad del lugar.
Tras la vuelta en autobús, solo nos quedarán ganas para cenar en el hotel y descansar.
Valle de Yomurí
El siguiente día realizamos un segundo viaje (y traslado), fuera de la urbe. En esta ocasión nos adentraremos de nuevo en la naturaleza, aunque ahora de una manera mucho más activa. Junto a la localidad de Matanzas.
El viaje hasta la ciudad de los puentes, no sería lo mismo sin pasar por el puente de Bacunayagua, el más alto de toda la isla. Puente que permite el acceso a Matanzas desde la capital.
Un leve paso por su bahía nos permitirá ver al menos cinco de sus diferentes puentes. Pero nosotros seguiremos en busca del que permite el paso sobre el río Canímar.
Es en este río donde nos esperarán las lanchas motoras para ser conducidas aguas arriba y observar la vegetación densa de sus orillas. Toda una experiencia la de poder dirigir la barca por este ancho cauce esquivando los diferentes meandros que el río dibuja antes de su desembocadura en el mar. Te creerás estar en la Amazonia.
La siguiente parada de este día se realiza en Playa Coral. Snorkel en mano y aletas preparadas para disfrutar de un agua límpida y clara que nos guardará gratas vistas bajo el mar. Un arrecife de coral esconderá entre sus recovecos infinitas especies de vistosos colores de peces.
Estrellas, corales, algas. Todos darán una sensación de paz y belleza digna de contemplar. Tan solo interrumpida por alguna ola traviesa que introducirá el agua por el tubo que podrá molestar el momento de nirvana que ofrece este rincón de la costa cubana.
Tras la bonita experiencia. Un es aconsejable un refrescante CocoLoco bajo una lluvia que podrá aparecer de repente. Pero que podrá amenazar al resto de la jornada. Si tenemos esta suerte, le daremos un punto mayor a la aventura.
El camino seguirá hacia el Cafetal de La Dionisia, por caminos y conduciendo el 4×4 hasta la finca donde nos esperarán los caballos para continuar nuestra exploración por este bonito valle. Pero en nuestra ocasión la tormenta quiso que no pudiésemos disfrutar de un tranquilo paseo sobre los equinos. Lo cual aprovechamos para comer en el propio cafetal con la opción de degustar el propio café que allí se cultivaba.
Tras la comida volveremos al 4×4. A nosotros nos tocó toda una tormenta tropical, que darió ese punto de aventura que se buscaba en la excursión. Limpiaparabrisas a toda velocidad, barro, ramas cruzadas, charcos. El Suzuki Jimmy se portó como debía para llevarnos hasta la Cueva de Saturno.
Tras esta aventurera excursión, nuestro equipaje será trasladado a la paradisiaca Varadero. Lugar donde terminará esta excursión-traslado.
Descanso en Varadero
Éstas, lejos de la realidad, no representan lo que es la verdadera isla. Plan pulserita y todo incluido. Con vida tranquila, entrando en un bucle constante entre habitación, piscina, playa y buffet. No es que vaya mucho con nosotros, pero lo necesitábamos, aunque poniendo pequeños toques de nuestra filosofía.

Participar en la variada animación del hotel; haciendo streching en el agua, lanzando cocos en la arena, bailando zumba en la playa o participando muy activamente en la fiesta nocturna del sábado noche.
Cenas en clásicos restaurantes chinos o acertadas restaurantes marinos. Mojitos en la piscina o helados en las tumbonas. Desfiles de moda y exhibiciones de bicis acrobáticas.
Un gran acierto este hotel Sol Palmeras (Gracias Carol).
Pero huera sido superior a nuestras fuerzas si uno de esos días no hubiésemos salido del recinto. Y así hicimos.

