Cantabria: Valles Pasiegos.
Llevábamos mucho tiempo queriendo visitar esta zona de pastos y grandes praderas. De montes suaves y ondulados. A caballo entre la costa cantábrica y las merindades burgalesas. Rincón escondido y olvidado de la infinita Cantabria donde se respira paz, tranquilidad y serenidad. Justo lo que necesitábamos. Total desconexión.
El lugar estaba elegido, solo quedaba buscar alojamiento. Un hospedaje que aunase un criterio bien definido; una estancia rural que se ubicase alejado de cualquier núcleo urbano. En esto, Afri es toda una experta.
Encontró un refugio en forma de casa típica pasiega en medio de la ladera, salpicada por la compañía de algunos otros caseríos dispersos por la zona. El valle de Luena, al que se accede desde la meseta por el puerto del Escudo, servía de puerta de acceso a la vega del río Pas. Concretamente en Tablado, pedanía de San Miguel de Luena, es donde ubicamos nuestro retiro familiar durante estos tres días.
El refugio.
Tenía razón el casero cuando nos recomendó llegar de día para acceder al refugio. De la N-623, se desviaba una pista con porcentajes superiores al 20%, algún que otro cruce y un tramo final de hormigón desgarrado que ponía a prueba nuestra pericia al volante. Si a la oscuridad le añadías la lluvia, la llegada a nuestro retiro supuso toda una aventura. ¿No queríamos estar aislados? Pues toma dos tazas…
La cabaña nos esperaba iluminada en medio del prado. Toda una casita de juguete con su porche exterior y su propio prado cercado para el disfrute de nuestras mascotas. Pero lo mejor estaba por llegar al abrir la puerta y ver como en solo 2o m2 se disponía la cocina en la planta baja, el salón y baño en la primera planta y la habitación en la buhardilla. Tan acogedora y coqueta, como de accesibilidad compleja a cada una de sus estancias. Y seguridad relativa para niños pequeños.
Con todo tipo de comodidades de nuestra vida actual; nevera, microondas, vitro, lavadora… Pero con un guiño al pasado por su calefacción a base de chimenea de leña. Un lugar perfecto para no salir en tres días…
Una de las cosas que más nos gustaban de viajar furgo era llegar de noche al lugar de destino para que por la mañana la luz solar nos sorprendiese con el entorno en el que nos encontrábamos. Algo similar ocurrió al día siguiente.
Viernes.
Asomarse por la ventana y no ver otra cosa que no fuesen prados, bosques, nubes, vacas, caballos… El sol abriéndose paso entre los cristales. El olor a café y unos buenos sobaos pasiegos artesanos nos esperaban en el alféizar de la ventana. India jugando con las zapatillas de papá y mamá riendo por la torpeza que ello le implicaba… ¿Se podía pedir más? Pues sí.
Churrón de Borleña.
Decidimos salir para aprovechar el buen tiempo que nos estaba regalando la meteorología… Tomar el coche y desplazarnos valle abajo hasta Borleña.
Existe allí una senda muy sencilla, apta para cualquier tipo de personas, sin ningún tipo de dificultad física más allá de andar por un piso irregular típico de sendero montañoso con sus respectivas piedras, raíces y hojas… Perfecto para realizar con niños o iniciarse en el senderismo. Ruta lineal que se inicia en el parque de Borleña, junto al río Pas, dispuesto con columpios infantiles y mesas de picnic.
Dos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, sin apenas desnivel significativo que transcurren paralelos al arroyo de la Llana en busca del churrón de Borleña. O lo que es lo mismo, una cascada de unos 20 m de altura que vierte sus aguas a una amplia poza que deja escapar sus aguas por el arroyo que hemos ido disfrutando en todo el camino.
La postal otoñal le daba un punto más de interés al recorrido. India disfrutó de su porteo sin rechistar, empapándose de múltiples sensaciones durante el trayecto. Infinitas tonalidades de colores, frescor del aire, chapoteo del agua, olores diversos, sonidos del bosque, reconocimiento de animales, tacto de diferentes texturas…
Toda una experiencia multisensorial para ella. Y a la vez jugando e interactuando con Kenya. Tal fue su disfrute que medio camino de vuelta lo realizó descansando sobre el regazo de su madre sobre la mochila.
Poco más de hora y media después estábamos de vuelta al punto inicial. Nosotros dejamos el coche junto a las pistas polideportivas, acortando así un poco el trayecto que tiene inicio y fin en el parque anteriormente citado.
Tocaba tomar unas cervezas aprovechando el sueño de la enana de la casa. El Mesón de Borleña podía haber sido una buena opción de no haber estado cerrado en ese momento.
Puente Viesgo.
Optamos pues por seguir la carretera aguas abajo hasta Puente Viesgo. Localidad más conocida por sus aguas termales y lugar donde la selección española de fútbol se concentraba en la época del mítico Javi Clemente.
Aquí existen varias posibilidades de visita. En caso de lluvia estaba planificado ir a las cuevas del Castillo o de las Monedas. Pero como el día acompañaba, nos tomamos una cerveza doble junto con unas costillas con patatas en la terraza del restaurante El Marqués. Allí disfrutamos de unas vistas privilegiadas del Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo al que se accede por el puente peatonal que da paso sobre el río Pas.
Una vez recompuestos, decidimos dar un paseo por el trazado lineal de la Vía Verde del Pas. Iniciando la ruta desde la iglesia de San Miguel Arcángel, pasando por la Casona de Fuentes Pila, el apeadero junto a la antigua locomotora «La Reyerta», el parque infantil y llegando hasta la pasarela peatonal sobre el río Pas.
La vuelta, sin no vas con carrito o persona de movilidad reducida, la puedes hacer por la senda de pescadores que inicia su recorrido por el otro lado del río. Es fácil ver su inicio una vez cruces la pasarela. Te llevará directo a la plaza de España, junto al restaurante donde tomamos la cerveza.
Nosotros, como íbamos con carro, optamos por volver sobre nuestros pasos y comer en el parque infantil mientras India disfrutaba de los columpios.
Lugares de interés cercanos
El sol empezaba a perder fuerza, las nubes comenzaban a ganar la partida. Decidimos entonces tomar el coche y desplazarnos hasta Socobio para disfrutar de la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda. De estilo románico, se encuentra en segunda posición en importancia después de la de Santillana de Mar.
La lluvia hizo su presencia y tocaba retomar el valle aguas arriba de camino al refugio. Pero antes un breve desvío a Soto-Iruz para ver el convento franciscano de El Soto con su torre octogonal.
De paso por las localidades de Ontaneda y Alceda, paramos para hacer una pequeña compra y de paso disfrutar del inmenso parque de Alceda junto al río Pas. Con tirolinas y numerosos columpios para niños en medio de un bosque adecentado para el paseo, incluso de nuestras mascotas. Allí echamos un buen rato de la tarde disfrutando también del paisaje otoñal que llenaba el suelo de hojas de múltiples colores.
La idea era dar un paseo por el pueblo y ver, desde fuera, el Palacio de Mercadal y la Casona-Torre de Los Ceballos, pero la lluvia cumplió su amenaza. En la cesta de la compra llevábamos unas buenas carnes, algunos sobaos y una espectacular quesada . Todo ello para disfrutarlo en el refugio en vistas a las previsiones de lluvia para el día siguiente.
En noviembre, a las 18:30 ya es de noche cerrada. Momento perfecto para disfrutar en familia durante unas horas junto a la hoguera comprobando las evoluciones de India, que ya no es tan bebé como nosotros quisiéramos.
Sábado
El sábado amaneció lluvioso y plomizo como avisaron las previsiones meteorológicas. Plan perfecto para no salir de la cabaña en todo el día…
Regodeo en la cama durante un buen rato, desayuno sin prisas, y algunos juegos en familia… Estábamos muy a gusto, pero nos picaba el gusanillo de seguir conociendo el entorno. Mirábamos por la ventana y el cielo no tenía pinta de abrir por ningún lado. En la cabaña se estaba genial, pero también teníamos la inquietud de seguir conociendo la zona.
Solución al problema, adelantar la comida (sacando partido a la barbacoa ubicada en el porche del refugio) y salir a hacer una ruta en coche con breves paradas en puntos de interés a la vez que disfrutábamos del paisaje en sí. Además, India acababa de caer rendida.
En Entrambasmestas el río Pas hace un recodo simbólico. Ayer recorrimos sus aguas hacia el norte, río a bajo. Hoy tomaríamos sentido este, aguas arriba en busca de la población Vega de Pas, núcleo principal de la comarca en la que estamos.
Recorrido en coche.
La carretera CA-263 es preciosa en sí misma, el joven cauce nos acompaña siempre a nuestra izquierda. A la altura de Ocejo existe un puente peatonal colgante que te permite aproximarte al agua para saludar al principal protagonista del viaje. Hay un espacio muy pequeño para dejar el coche a la izquierda de la calzada y poder salir para pasear unos metros y rendir el homenaje que se merecen estas aguas.
Continuamos con nuestro camino. Pasada la localidad de La Gurueba sale a la derecha un carreterín que da acceso a las cascadas del río Troja, opción que obviamos. Casi sin darnos cuenta, un nuevo desvío también a nuestra derecha nos da la posibilidad de acceder a San Pedro del Romeral, segundo de los tres pueblos considerados capitales pasiegos junto a Vega de Pas y San Roque de Riomiera. Una carretera que de continuarla nos ascendería hasta el puerto de la Matanela, el segundo de los tres pasos a la meseta que ofrece esta comarca junto con el Escudo y Estacas de Trueba.
Pero nuestro objetivo era claro. Vega de Pas. En menos de media hora estábamos allí, pero la lluvia no había cesado y la pequeña de la familia dormía aún tranquila en la silla. Solución, continuar en el coche en busca de los paisajes de montaña que nos ofrecían los pasos de Estacas de Trueba, primero; y la Braguía, después.
Miradores del Pas
Por orden, el puerto de Estacas de Trueba me recordaba a puertos pirenaicos franceses. La carretera surcando su trayecto entre enormes praderas de múltiples colores. El río Yera que se presenta tranquilo en sus últimos compases antes de ceder sus aguas al río Pas, nos ofrece dos bellas estampas de sendos molinos con sus correspondientes puentes del Camino Viejo y del Molino de Yera.
No nos podíamos imagina lo que estas tranquilas aguas nos iban a regalar kilómetros más adelante de esta carretera comarcal CA-631. Abriéndose paso entre decenas de cabañas típicas pasiegas con sus paredes de piedra y sus tejados a dos aguas de pizarra. Las más cercanas a la localidad, aún en uso o remodeladas para viviendas rurales. A medida que tomábamos altura, muchas de ellas con cartel de cabaña y fina en venta. Muy tentador.
Pero no habíamos venido a hacer negocios, sino a conocer la comarca. Y cuando volvimos a centrar la mirada en la imponente naturaleza observamos a lo lejos varias caídas de agua que rompían con la uniformidad de la orografía. Entre ellas una más llamativa que las demás, la cascada del arroyo Enverao. El asfalto pasa junto a ella, perfecto para disfrutar de su fuerza sin a penas casi bajarse del coche y gracias una pequeña explanada que facilitaba la detención del vehículo.
Poco más a delante se presentaba el mirador de la Vega del Pas, también con una pequeña explanada que facilita la detención del coche con total seguridad para la circulación. Es aquí donde la niebla comenzaba a hacer su presencia a la vez que observábamos en la cuneta la aparición de restos de nieve. Es por estas razones que decidimos dar media vuelta sin la necesidad de llegar hasta el propio puerto, un par de kilómetros más adelante.
En la bajada observamos al otro lado del valle una estación de tren abandonada que nos muestra el camino que debemos tomar si estamos interesados en hacer la ruta del túnel de la Engaña.
De nuevo en Vega de Pas, India seguía dormida, lo que aprovechamos para visitar el segundo mirador de la zona. El del puerto de la Braguía. Menos espectacular, pero con la misma belleza.
Vega de Pas
Ya en Vega de Pas definitivamente, cuando la peque le dio por despertarse, dejamos el coche en la misma plaza del Doctor Madrazo con el objetivo de dar un breve paseo disfrutando de sus casas abalconadas en torno a la iglesia de Nuestra Señora de la Vega.
Existe la posibilidad de visitare al museo de las Villas Pasiegas, pero decidimos entrar en el Estanco, donde el local no deja de ser una dependencia de la propia casa, muy propio de los antiguos negocios familiares. Recomendados por la estanquera, fuimos al bar La Estantería para tomar un café y una copita de crema de orujo en un relajado ambiente, y donde múltiples cuadros de maillot ciclistas con dedicatorias nos recuerdan de la importancia del lugar para este deporte tan sagrado para el que escribe.
Desde esta misma plaza sale la carretera que asciende a Pandillo, en ella parte una interesante ruta hasta la cascada de Aguasal, que establece el nacimiento oficial del río Pas. Pero no es apta para hacer con niños de la edad de la pequeña India.
Otras visitas
La vuelta al refugio se puede hacer por la misma carretera, o pasando al valle de Carriedo para visitar Selaya y Villacarriedo. En el primero de ellos se recomienda la visita al Santuario de Vanvaluz, el museo de Las amas de cría pasiegas y, para los más golosos, las fábricas de los afamados sobaos El Macho y Joselín. En el segundo pueblo es de interés turístico la visita al Palacio de Soñanes (reconvertido en hotel) y algunas de sus casas abalconadas.
Desde aquí sale otra carretera que por medio del puerto del Caracol, da acceso a San Roque de Riomiera, el tercer pueblo capital de la comarca de los valles pasiegos, a pesar de estar en la vega del rio Miera.
La noche se nos volvía a echar encima, momento perfecto para regresar a la cabaña, y al igual que el día anterior, disfrutar de horas de calidad en familia embobados con cada una de las tonterías que la pequeña India hacía a la vez que disfrutábamos de unas buenas castañas asadas y dábamos buena cuenta a la botella de vino. La bañera con hidromasaje nos esperaba con agua calentita, aunque a India eso de ver chorros por los laterales no le hizo mucha gracia.
Domingo
El domingo amanecimos sin prisas, con tiempo infinito para desperezarnos en la cama los tres juntos. Reponer fuerzas con un contundente desayuno a base de sobaos, quesadas y alguna que otra tostada. Momento para recoger nuestras pertenencias y despedirnos puntuales a las 11:00 para hacer el check-out.
Tomamos el coche en busca del puerto del Escudo. En el mismo trazado de la N-623 existen varios monumentos relacionado con el franquismo y la guerra civil. La pirámide de los italianos y la columna Sagardia. Entre ellos el bonito hayedo de Carrales, que disfrutamos desde el mismo coche.
No paramos en ninguno de ellos con el objetivo claro de visitar la turística localidad de Orbaneja del Castillo, y su vecina Escalada. . Foto de rigor en su cascada a base de tobas calcáreas, paseo por el pueblo y visita a su cueva del agua. Todo sumido en plena efervescencia otoñal. Tiempo justo para tomar una cerveza con vistas a «África» desde el bar-restaurante El Risco. Y vuelta al coche siguiendo durante un breve tiempo las marcas del Camino Natural del Ebro.
Ya estuvimos de pasada en esta bonita zona burgalesa, a la vuelta de otro viaje por la costa vasca.
India estaba a punto de caer rendida de nuevo, lo que aprovechamos para tomar el coche y disfrutar de sus más de tres horas de siesta en la silla del viaje.
Eso mostraba la intensidad con la que había vivido estos días por este bello rincón cántabro. Una escapada muy necesaria y recomendable.