
Bélgica Vs Amstel Gold Race
Bélgica vs Amstel
¿Se puede organizar un viaje turístico a la vez que deportivo? Sí, se puede. Es más… se debe.
Utilizar como excusa una prueba deportiva, en nuestro caso ciclista, para hacer turismo; es un hecho que se está poniendo de moda.
Conozco a varias personas que han organizado una escapada a Berlín coincidiendo con las fechas de su maratón. O a Nueva York…

Es un tipo de turismo en auge que considero muy atractivo, completo e interesante. Consiste, simplemente, en añadir unas zapatillas deportivas en tu maleta. El «problema» surge cuando no son un par de zapatillas las que debes incluir, sino una bicicleta.
Se plantean, pues, dos opciones para responder a este dilema: el alquiler en destino, o desplazar tu propia bicicleta en avión o por empresa privada.
En avión supone facturar con la intriga de que todo llegue en perfectas condiciones, amén de tener que llevarla contigo desde el aeropuerto a cualquiera de los hospedajes donde vayas a pernoctar.
La opción de la empresa privada es más cómoda (también más cara). Te recoge tu bici días previos a tu viaje. Te la entrega el día antes de la prueba y se la devuelves nada más acabar, para recogerla días después en tu casa. Esta fue nuestra opción. Interesante, ¿no? Bulletbike se llama. Recomendable 100%.

Solventado este asunto. Era el turno para que Afri se pusiera a trabajar con los siguientes datos: Semana Santa, seis días libres, amigos ciclistas y Amstel Gold Race en Valkenburg (Maastrich-Holanda).
El resultado fue una ecuación perfecta: Brujas, Gante, Amberes; Amstel Gold Race, y Bruselas. Os lo «destripo» con el permiso de Ángel, Guille, Mario, Loli, Manu, Afri y el que escribe.
Día 1: Vuelo y visita a Brujas.
Tras dejar el martes las bicis con la empresa BulletBike, el Miércoles Santo cogimos un vuelo tempranero con destino Bruselas.
En el mismo aeropuerto teníamos una reserva de dos coches con la empresa SixtCar. Tras las gestiones de entrega, pusimos el GPS rumbo Brujas. Unos 110 km separan ambas ciudades.
Sobre las 12:00 de la mañana estábamos en el parking de la estación de tren de Brujas (al suroeste de la ciudad). Perfectamente ubicado para visitar a pie la ciudad.
Brujas
Comenzamos la visita entrando por el sur. El paseo Hendrik Pickery nos conduce directos al Lago del Amor (Minnewaterpark). Aquí se nos presenta toda una declaración de intenciones de lo que nos va a ofrecer este bonito paseo. Su Powder Tower y su Sashuis nos obligan a parar para tomar las primeras fotos del viaje.
De camino al centro neurálgico, realizamos un pequeño desvío para adentrarnos en el tranquilo barrio Begginhoff.
Volviendo a sus abarrotadas y bulliciosas calles, buscamos la plaza Walplein. Allí ubicaremos la primera parada del día en la cervecería Brouwerij De Halve Maan. Para acceder a ella debemos buscar un corto pasadizo que desemboca en un pequeño y acogedor patio. Lugar perfecto por la hora para recuperar energías.
De vuelta a la calle, buscaremos la Stoofstraat. Una calle que no tiene nada peculiar si no fuese por su estrechez, y que momentáneamente nos separa de la muchedumbre de sus calles vecinas.
El siguiente objetivo es el Hospital de San Juan. No entraremos en su museo, pero las vistas desde el puente son típicas con las barcas pasando por el canal.
Muy cerca está la Catedral de Ntra. Sra. de Brujas con su imponente torre que preside el skyline de la ciudad.
Giraremos hacia la derecha hacia la zona De Dijver. Una plaza-muelle repleto de barcos turistas para navegar por sus canales.
Un poco más a delante llegaremos hasta el Muelle de la Corona de Rosas (Rozenhoedkaai) donde encontraremos el «ViewPoint» más fotografiado de Brujas.

Junto a él, una plazueleta llena de cervecerías invitan a parar. Pero nosotros ya traíamos los deberes hechos y continuamos la visita hacia el Mercado del Pescado de camino a la Plaza Burg. Allí nos encontramos como atrapados dentro de una postal.
Centro de Brujas
Una abarrotada calle separa la plaza donde nos encontrábamos con la Grote Mark. Otra plaza mucho más amplia y con distinta personalidad. Presidida por la Torre Belfort a la que desestimamos ascender hasta lo más alto por el cansancio que acumulaban nuestros cuerpos.
Pero para lo que no estábamos cansados era para entrar en alguna de las tiendas de chocolate Pierre Marcolini o Godiva y degustar algunos de sus exquisitos manjares. Para eso Ángel es todo un maestro.
Tomamos la calle Steenstraat, la más comercial de todas por las que habíamos transitado, para llegar hasta la Catedral de San Salvador. De aquí, nos dirigimos hacia el sur en busca ya de los coches. Para ello nos introducimos en una zona residencial mucho más tranquila, lejos del resto de turistas.
Un oportuno cartel nos invitaba a tomar una última cerveza en un tranquilo patio interior antes de llegar al coche. No lo desaprovechamos.

Serían las 17:00 cuando cogimos los coches, previo paso por la estación de tren para hacer uso de sus servicios y comprar algo de comida. Gante nos esperaba.
Gante
Unos 45km separan ambas ciudades. El destino para dormir hoy el peculiar Treck Hostel. Una opción económica y diferente. Un conjunto de caravanas decoradas con diversos motivos. La Selva y Betty Boop fueron las nuestras. Servicio de desayuno bastante correcto. La limpieza de su cocina no estuvo a la altura del resto del hospedaje. Buena opción para los que les guste innovar y dormir una noche.
Algo menos de dos km al centro es lo que anduvimos para ver, ya anocheciendo, el castillo de los Condes de Gante. Muy próximo a él cenamos en uno de los múltiples restaurantes que hay por la zona. Nos hinchamos. Nos vino bien el paseo de vuelta para bajar la cena y poder dormir. El cansancio era enorme.
Día 2: Gante y Amberes
A la mañana siguiente, un buen desayuno nos puso las pilas para tomar el coche y desplazarlo hasta el centro de la ciudad. El parking Reep es céntrico y no muy caro. A las 11:00 teníamos concertado un FreeTour. Ismael nos esperaba en la puerta de la Torre Belfort.
La primera visita la hicimos al interior de la Catedral de San Bravo, muy próximo al punto de encuentro. Interesante la historia y cultura de la ciudad de Gante, con mucha relación con nuestra historia de España. Breve paso por la fachada del Ayuntamiento para dirigirnos a la Iglesia de San Nicolás. De camino a ella, cientos de pequeñas anécdotas y curiosidades.
Muy próximo queda el afamado puente de San Michel. «ViewPoint» de la ciudad de Gante. La mayoría de las fotos tomadas se realizan desde este puente hacia la calle por la que venimos andando. Toda una postal.

Descendemos a los Muelles de las Hierbas. El sol que nos acompaña hoy, anima a tumbarse y relajarse sobre él. Los edificios parecen sacados de una película. Ismael continúa contando anécdotas del lugar, de las fachadas, del comercio y de las vidas de aquella época.
De nuevo en la otra orilla del canal, nos introducimos en una galería que nos deja junto a la cervecería más pequeña del mundo, la Galgen Huise.
El FreeTour acaba en el Castillo de los Condes que ya visitamos el día anterior, después de casi tres horas de paseo.
Tras el FreeTour
Tocaba ahora buscar un lugar para comer. La económica franquicia Hema fue el lugar decidido. Situado en la mismísima plaza Korenmark que en esos momentos explosionaba de turistas.
Un postre a forma de gofree nos endulzó para buscar la plaza Vrijdagmark donde se sitúa la famosa cervecería Dulle Griet. En ella dicen, debes dejar un zapato a modo de fianza para que no te lleves los exclusivos vasos en los que te sirven la cerveza. Cada cerveza tiene su tipo de vaso. A nosotros no nos lo pidieron. Es cierto que no había jaleo y estábamos solos.

A la salida, callejeamos directos en busca del coche para abandonar Gante y ponernos rumbo a Amberes. Sobre las 16:30 ya estábamos en la carretera.
Amberes
Unos 55 km separan ambas ciudades. En hora y media estábamos acomodados en el céntrico apartamento Cuty-Coze que previamente habíamos reservado por AirBnB, en la calle Steenhouwersvest.
El coche lo dejamos en el parking subterráneo bajo la plaza Groenplaats. Allí mismo aprovechamos para hacer la compra para la cena de hoy.
Sobre las 18:00 iniciamos nuestro paseo turístico por la ciudad. Partimos de la misma plaza donde dejamos el coche para buscar la Catedral y su popular pozo. Callejeando buscamos una calle a la que accedemos casi con precaución. Un bonito y escondido rincón a la que accedemos por una puerta de madera. Paz y tranquilidad en el mismo centro de Amberes.

La Grote Mark queda muy cerca de aquí. Su afamada fuente y sus bonitos edificios crean una ambiente que hipnotiza al turista. Pero debemos seguir nuestro paseo en busca del Castillo Steen, el cual encontramos en obras.
Tras pasar por el barrio de los carniceros, y la iglesia de San Pablo. Buscamos la Iglesia de San Carlos Borromeo. Desde allí directos de nuevo a la plaza Groenplaats para disfrutar de una cerveza en cualquiera de sus múltiples bares.
A la caía del sol fuimos al apartamento donde el gran chef del grupo preparó una cena de lujo para todos.
Día 3: Amberes y desplazamiento a Klimen
Al día siguiente quedaba por visitar la otra Amberes. La del barrio de los diamantes. Junto a su impresionante Estación Central. Unos decidieron visitar el museo del chocolate. Otros pasear por sus calles, curiosear en su imponente centro comercial Stadsfeestzaal o visitar la casa del pintor Rubens.

Una mañana soleada para saborear un helado de pistacho o para tomar una cerveza en cualquier terraza.
Antes de mediodía tomamos el coche, que previamente habíamos desplazado hasta esta zona, para dirigirnos definitivamente hacia el destino deportivo del viaje.
Unos 130 km separaban Amberes de Klimen. Una pequeña aldea cercana a Valkenburg donde unos amigos de Guille nos habían conseguido una bonita y coqueta casa típica holandesa para el fin de semana.

Acomodación, presentaciones y visita a Valkenbourg para recoger el dorsal y la bici para el día de mañana. Unas pocas horas nos sirvieron para cambiar del chip turista al ciclista.
Impresionante el ambiente. Hay que vivirlo. Pero el cuerpo no daba para más. Vuelta a casa. Cerveza, cena de nuevo por el cheff Ángel y a dormir. La Amstel Gold Race nos esperaba a las 8:30.
Día 4: Amstel Gold Race
A las 7:30 nos esperaban los anfitriones con un desayuno de los que asustan. De todo. Pero de todo. La salida libre-escalonada de la AGR nos permite ir con menos prisas. Pero los 240km que nos esperaban por delante nos quitaba la poca tranquilidad que podíamos tener.

De la ruta. Poco voy a hablar. Hay que ir para vivirlo. Nunca he estado en una marcha de esta índole. No es la más clásica, pero es suficiente para hacerte a la idea de lo que es el ciclismo en esta zona de Europa.
Muchos kilómetros, sí. Pero poco desnivel relativo. Casi 2.500. Y muchos muros, treinta y pico… perdí la cuenta. El más largo de dos kms. El más duro del 22%.

Mucho giro. Cuidado con los látigos. Mucha rueda. Diferente. Actitud «amarrategui», pero con destellos de disfrute. Campos de tulipanes. Molinos. Colinas. Prados. Gente en las calles. Diferente. Recomendable.

Unas 9 horas más tarde estábamos subiendo el Cauberg. El último muro. Allí estaban Loli, Manu, Afri y Guille. Los tres primeros habían disfrutado de una jornada entretenida buscando nuestro paso con bicis eléctricas. Guille, como perro viejo que es, disfrutando sin necesidad de sufrir.

Todos juntos con cervezas en mano celebramos la gesta. Creo que el récord de kms de todos los allí presentes. Tiempo justo para devolver la bici. Tomar más cervezas en el patio de la casa, e invitar a cenar a los anfitriones. Buenas horas echamos con nuestro inglés hablando de todo un poco. Otro momento difícil de describir.
Día 5: Amstel Gold Race Profesional
Al día siguiente tocaba desplazarse hasta Maastrich. Desde allí salía la Amstel de los profesionales a primera hora de la mañana. Una plaza repleta de autobuses y ciclistas que se mezclaban con las gentes. Salida y tiempo para volver a Valkenbourg para ver el paso por el Cauberg. Toda una fiesta. La calle estaba tomada por holandeses como si estuviesen en cualquier terraza de Benidorm. El tiempo acompañaba a ello. Y nosotros lo aprovechamos también.

Tras el tercer paso, decidimos ir a ver la llegada a casa de nuestros anfitriones. Dulces y cervezas en mano disfrutamos de la victoria de Van der Poel.

La cena en uno de los restaurantes de Klimen fue suficiente para comprobar que las energías estaban casi a punto de agotarse.
Día 6: Bruselas y viaje de vuelta.
El lunes era el día de vuelta. Desayuno en casa y camino a Bruselas. En el Aeropuerto dejamos a los hermanos Sánzhez-Infantes a primera hora de la mañana. Nosotros aún disfrutaríamos de la visita al Atomium antes de adentrarnos en el interior de la capital belga.

No seré yo quien indique qué ver en esta ciudad. Para ello hay webs mucho más especializadas. Pero la visita a la Grand Place la combinamos con el Jeanneken pis y Maneken pis. Desayuno en alguno de sus bares y degustación del mejor gofre que me he comido jamás. Visita a la catedral de St Michelis y disfrute del callejeo para ir de uno a otro lugar.

No podíamos irnos de aquí sin hacer la «turistada» de comer unos mejillones en cualquiera de sus turísticos restaurantes como el restaurante Chez León.
Toma del coche para ir al aeropuerto y volver a casa después de seis intensísimos días por Bélgica y el sur de Holanda.
*Visita aquí todos los lugares vistos en el viaje. Necesitarás Google Earth en tu ordenador. Si no lo tienes puedes descargarlo aquí.


