Picos de Europa: Recorriendo los pasos de la Reconquista.
No soy de los que gusten visitar zonas ya conocidas. Pero hay excepciones. Nuestro norte peninsular es todo un paraíso natural en cualquiera de las cuatro comunidades que lo componen y acompañan a la costa cantábrica.
Decía un amigo ovetense que en los colegios asturianos instruían a sus discentes grabando a fuego en sus memorias que «España es Asturias, y lo demás es terreno conquistado». Cierto, desde el punto de vista que fue uno de los pocos reductos peninsulares que jamás fueron tomados por los musulmanes en sus más de 700 años en nuestras tierras.
Día 1: Acomodación y visita de algunas playas con carácter propio.
Llegamos al norte con el tiempo justo para visitar algunas playas con carácter propio (que os propondremos en la próxima semana en un especial playas asturianas). Realmente, nuestro destino final era el Arenal de Moris en Caravía. Previa botella de sidra en su núcleo urbano. Después, acondicionamiento del coche, cena en uno de sus bancos acondicionados y a disfrutar de unas vistas impagables. Había que descansar de cara los días programados.
Día 2: Mirador del Fito, río Sella y lagos de Covadonga.
Tras la bonita noche en el Arenal de Moris y un relajante desayuno en Caravía; nos disponemos a visitar el Mirador del Fito.
Día 3: Ruta del Cares y prados de Áliva.
El tercer día era único y exclusivo para realizar la afamada Ruta del Cares. Desfiladero que une Asturias con León por el paso de la «Garganta Divina». Camino labrado en la roca con historia, que desde los años 90 ha tomado un importante cariz turístico.
La docena de kilómetros lineales que separan Poncemos (Asturias) de Caín (León) obligan a los senderistas a optar por dos alternativas. Sumar el doble de kilómetros con una vuelta por los mismos pasos o contratar una de la decenas de empresas que te devuelven al lugar de inicio mediante interesantes trayectos en automóviles 4×4.
Esta fue nuestra opción. Acertada ya que la previsión de lluvias nos presentaría chubascos en la segunda mitad de la jornada.
La empresa contratada fue Frontera Verde. En nuestro caso nos recogieron en el hotel para llevarnos a Poncebos e iniciar nuestra ruta sobre las 9:00 de la mañana. Previa parada en el mirador del Urriellu, en Poo de Cabrales.
A las 15:00 saldría el 4×4 destino Valdeón, y Puertos de Áliva. Una jornada para rodear todo el macizo central o de los Urrieles.
La ruta del Cares desde Poncebos pica hacia arriba en sus primeros dos kilómetros hasta llegar a la Colladina. Unas casas, que se utilizaron durante la construcción de la obra hidráulica, a la izquierda del ascenso nos deja unas vistas como carta de presentación a lo que nos queda por delante.
Era el mismo día que la final de la Champions League y no quisimos perder la ocasión de mostrar orgullosos nuestros colores. Que a la postre fue motivo de ánimos y comentarios entre todos los senderistas.
En la bajada desde la Colladina, los vientos frescos azotan nuestro cuerpos hasta tomar la altura que mantendremos hasta el final de la ruta.
Túneles, precipicios, pasarelas. Siempre con el canal de agua acompañando nuestros pasos. El río Cares decenas de metros bajo nuestros pies. El camino se abre paso de manera inequívoca.
Poco a poco las paredes que definen el desfiladero empiezan a estrechar el camino. La majestuosidad se hace cada vez más presente.
A mitad de camino, paramos en el canal de Culiembru que da acceso mediante el GR-202 de la Reconquista a los Lagos de Covadonga que visitamos ayer. Y que continúa por el camino que estamos dejando atrás.
Breve parada y a continuar. Ya más cerca del destino final que del de partida.
Una estructura junto a una gran cascada nos deja ver el vacío. Todo un guiño al Caminito del Rey.
La parte final es más vistosa. Los puentes de Bolín y de los Rebecos, cruzan las aguas. Éstas ahora más cercanas de nuestros pies. Una serie de galerías y un ruido ensordecedor nos indica que estamos llegando a nuestro destino.
Dicen que es esta segunda mitad, la leonesa, más bonita que la primera. Ambas tienen su interés. Me es indiferente.
Corredores con dorsales por la ruta. Pero también por las laderas verticales. Balizas. ¿Esta gente está loca? No, están participando en el ultratrail «El Cainejo». Unos auténticos héroes.
Ya en Caín, al resguardo de la lluvia que se inicia tenue. Unas cervezas frescas, un bocadillo de lomo y café para hacer tiempo a la recogida de los 4×4 de cara a la segunda parte de la jornada de hoy. Mientras, disfrutando del ambiente deportivo que imprime esta prueba de locos.
A las 15:00 parte la expedición hacia los municipios leoneses de Valdeón. Parada en el Chorco de los Lobos para conocer cómo cazaban a estos animales los oriundos de la zona.
Un poco más arriba el Mirador del Tombo que controla todo este valle leonés. Explicaciones interesantes por el conductor que implica prestar atención si quieres empaparte de las costumbres que de las gentes.
Cordiñanes, Llanos, Posada, Prada y Sta. Marina. Todos ellos de Valdeón. En busca del puerto de Pandetrave donde una pista forestal nos asciende hasta el Collao de Valcavao, dando de nuevo acceso al Parque Natural. Increíbles las vistas que se ofrecen por esta vega de Valcavao. Prados primero, y robledales después; con visitas de animosas reses a nuestro paso.
Con vistas de Pido y Espinama, a lo lejos, entramos en una nueva comunidad, la tercera de hoy. Cantabria.
En Fuente De, una leve parada antes de iniciar la segunda parte de la ruta en 4×4. En Espinama. Unos pocos kilómetros de asfalto para iniciar el ascenso hasta los puertos de Áliva, previo paso por los invernales de Igüedri.
De nuevo recorriendo el camino histórico de la Reconquista. Y haciéndonos a la idea de los difícil que en aquellos tiempo tuvo que ser la retirada de las tropas por estas inhóspitas tierras.
Los invernales que son puerta a lo que estas montañas esconden en sus alturas. Un paisaje glaciar, presidido por la ermita de la Santuca de Aliva. Y vigilado por el Chalet Real. Donde el Refugio de Áliva nos indica el inicio de la Llomba del Toro. Una impresionante morrena glaciar que divide estas tierras en dos.
El camino sigue por la cresta de esta peculiar formación hasta abandonarla justo en el mismo momento que abandonamos Cantabria para volver a la comunidad inicial.
El río Duje vertebra este camino que tiene por primeros invernales los de Sotres por una pista que empeora por momentos antes de llegar de nuevo al asfalto. Ya en Sotres pueblo.
Un espectacular y recomendable viaje que nos lleva de nuevo hasta Poncebos. En nuestro caso hasta el mismo hotel con el objetivo de haber recorrido los dos pasos que dividen en tres macizos estas históricas montañas.
Tan solo quedaba disfrutar de un buen cachopo viendo como la final de la Champions se nos escapaba de la manera más cruel.
Día 4: Playas, desfiladero de los Bellos y pto. de San Glorio.
El cuarto día estaba predispuesto para subir a Bulnes en su funicular y hacer una dura ruta que nos comunicase desde la Villa hasta el collado Pandébano, dirección Refugio del Urrielu y volver el canal de Cambuero.
Pero las previsiones de los días previos nos estaban confirmando que las mañanas soleadas se tornaban tormentosas a primeras horas del medio día. Eso, y que el cuerpo ya pedía algo de tregua, nos obligó a cambiar nuestro planes.
Planes que hicieron tiritar de miedo al coche cuando conoció el programa del día. Una verdadera kilometrada nos esperaba por delante…
La idea era clara. Visitar las playas en las pocas horas de sol que nos quedaban. Comer en Cangas de Onís. Y esperar a que llegase la tormenta para rodar en coche bordeando el perímetro sur de los Picos de Europa; desfiladero de los Beyos. Embalse de Riaño. Y llegar a la comarca lebaniega por el bonito puerto de San Glorio.
Así pues nos dirigimos hacia el primer punto del día. Mirador de la Boriza. Desde allí, unas imponentes vistas de las playas de Andrín y Ballota. Escenarios cinematográficos que fueron utilizados para varias películas de producción española como «El Abuelo». El islote de Ballota le da a esta playa un aspecto casi caribeño. Y su muro natural, separa a nudistas del resto de bañistas.
Siguiendo la costa hacia el oeste, llegamos a la pequeña localidad de Cué que esconde entre sus laberínticas calles el acceso a su espectacular playa.
Prados y acantilados nos dan la bienvenida. Pero es el agua la que descontextualiza completamente el lugar. Confirmando lo que las anteriores playas dejaban intuir. El Caribe parecía haberse instalado en el norte peninsular. Las aguas turquesas y límpidas invitaban a un baño hipnótico. Baño del cual despertarás con tan solo introducir el pie en su interior. El frío cortante nos devolvería a la realidad.
Continuando la marcha, llegamos a Llanes. Sin introducirnos en sus calles, aparcamos junto a la playa Toró. Curiosa por sus piedras puntiagudas salientes en el arenal. Una cerveza refrigerante y un paseo relajante son suficientes para saciar la ansiedad del viaje.
Si la marea coincidiese que está en bajamar. Hay cantidad de playas que merecen la pena visitar, pero de las que no daremos a basto para ver. Todas se concentran en tan solo cuatro kilómetros de costa.
Poo, San Martín, Celorio, Borizo, Troenzo, Sorraos, Barro. Merecen la pena hacer coincidir una tarde con bajamar y enlazar unas con otras en un liviano paseo por los arenales y acantilados que quedan desnudos cuando hay bajamar. Muy cerca de ellas, pero algo separada, se haya la playa Torimbia. También con imagen de postal.
Pero hoy debemos seguir. La marea se muestra alta. Por lo que todas estas playas, si no desaparecen, pierden su encanto. Por contra, la ría de Niembru se muestra elegante. Con su iglesia orgullosa dando entrada a la localidad escondida entre las lomas. Desde el mismo coche podemos divisar esta bella estampa.
Las nubes muestran su ímpetu en ganar la partida al sol. Es el momento de despedirnos de la costa para tomar rumbo al interior. Cangas de Onís nos espera para comer unas fabes junto a su afamado puente romano. Sería el punto y seguido a la jornada de hoy.
La carretera nacional 625 es una belleza en sí misma. Una auténtica simbiosis la producida por el humano para crear un paso por la única apertura permitida por la naturaleza. Es el río Sella el que vertebra y conduce el trazado por lo más profundo de este imponente desfiladero.
Es este mismo itinerario el que dicta el límite occidental de los Picos de Europa. Itinerario por el que tornaremos a una nueva comunidad. La de León. Pero antes, una cascada, previo paso por el puente de los Grazos, nos permitirá detener la marcha para observar esta espectacular caída de agua.
Ensimismados en lo angosto del terreno, casi podremos llegar a sentir cierta claustrofobia. León llega con cierta dilatación en el valle. A la misma vez que vamos tomando altura por la ladera de la montaña, llegaremos a Oseja de Sajambre. Localidad que dispone de unas imponentes vistas de este valle que comienza a abrirse a nuestros ojos.
En lo más alto del puerto del Pontón, a la que también llega una carretera desde los municipios de Valdeón, cambiamos de vertiente y en la que ya podemos decir que hemos conquistado la meseta.
Solo queda dejarse llevar por los prados hasta llegar al polémico embalse de Riaño.
Sin parar en esta localidad con corta y controvertida historia, seguimos nuestro camino hacia los municipios de la Reina.
Villafrea, Barniedo, Portilla y Lánaves. Todos ellos con apellidos «de la reina», van dando paso a uno de los puertos más bonitos de la zona. San Glorio.
Antes de coronar este puerto. Podemos ascender, en camino de ida y vuelta, al collado de Llesba o mirador del Oso. Unas vistas que te dejarán sin palabras.
Ya solo queda dejarse llevar hasta llegar a Potes. Nueva localidad con nombre propio y donde estableceremos nuestro nuevo cuartel general para los próximos días. Ahora ya en terreno cántabro. En el corazón del valle de Liébana.
Día 5: Hayedo de las Ilces, desfiladero de la Hermida y la «otra» Gulpiyuri.
Era el quinto día. Las ganas de seguir conociendo rincones de estos bellos picos las manteníamos intactas. Ahora ya desde la parte cántabra. Pero las energías comenzaban a desinflarse.
De nuevo cambio de planes. Pero ahora no podríamos culpabilizar al tiempo. La ruta prevista. El ascenso por el Canal de Urdón hasta Tresviso con la vuelta por el Canal de Reñinuevo. Quedaría en «tareas pendientes».
En cambio, otra, mucho más sencilla cerca de Espinama. Que sigue las flechas del Camino de Santiago y que también coincide con los últimos pasos del ejercito musulmán en su obligada retirada por las tropas cristianas hacia estas tierras.
Tan debilitados llegábamos a estas últimas jornadas, como lo estuvieren entonces las huestes islámicas.
Desde Espinama, un bello paseo por anchas pistas cubiertas de un denso hayedo que recompone el alma.
El brusco ascenso hacia Pido nada más empezar, parece quitarte el aliento. Pero es eso, solo el inicio. Los pico quedan a la espalda de nuestra marcha. Así que algún descanso en esta primera mitad para girar la mirada, no está de más.
Una vez arriba. después de dos kilómetros, solo queda disfrutar de la frescura de estos bosques umbríos que refrescan hasta lo más profundo de nuestros pulmones.
La pista se cierne a las vicisitudes del terreno, dejando en ocasiones aberturas del hayedo que nos permite disfrutar de un horizonte relativamente cercano.
Cantidad de peregrinos nos cruzamos en nuestra marcha. Las flechas amarillas indican un sentido opuesto al que nosotros seguimos.
Caídas de agua cruzan perpendicularmente la pista por la que vamos faldeando hasta que una bifurcación nos obliga a decidir entre seguir por la falda o descender hacia la localidad de las Ilces.
Tomamos esta segunda opción. Y antes de cruzar la carretera tomamos otro camino que recorre paralelo aguas arriba el río Deva. Eso sí, con unas marcas y balizas algo descuidadas y abandonadas que en ocasiones nos hará sentir perdidos en el bosque.
El cauce, lejos de lo que previamente podíamos haber pensado, circula lejos, bajo nuestros pies. Y nosotros seguiremos desde la altura hacia Espinama.
Un leve paseo con el que cumplimos nuestra mañana para comer en uno de los restaurantes de Espinama.
La tarde tocaba kilometrada en coche. El desfiladero de la Hermida nos esperaba con los brazos abiertos para darnos paso hasta Asturias.
Desfiladero que define el límite oriental de los Picos de Europa, como ya lo hiciese el de los Beyos por su lado opuesto.
Pero no solo eso. No solo circularíamos por el encañonado río Deva. Si no que nos atreveríamos a ascender por sus paredes verticales para poder obtener unas vistas de este encajonado paso desde las alturas.
Así, poco antes de llegar a la localidad de La Hermida, a la derecha tomamos un desvío que nos asciende hasta el Mirador de Sta Catalina. Una carretera retorcida nos dará paso a este mirador que nos permite observar este capricho de la naturaleza desde otra perspectiva.
Tras ello. Descenso por los mismo caminos para ascender por la ladera opuesta hasta Bejes. Algo menos interesante, pero si dispones de tiempo y no eres perezoso al conducir, adelante.
De nuevo en la carretera nacional 621, tomaremos sentido Unquera para buscar la localidad de Buelna.
Localidad que guarda una de las playas menos populares, pero que custodia un conjunto de caprichos naturales que bien merece la pena ser visitado.
Es conocida como «la otra Gulpiyuri» por el hecho que se forma de la misma manera que su afamada hermana. Pero no será ese el único punto de interés. Un conjunto de cuevas con pasos al mar y de arcos naturales, forman un entorno peculiar. Mágico. Lugar donde celebrar el cumpleaños de alguien especial.
Día 6: Cuevas del Soplao y Comillas.
El sexto y definitivo día sirvió para visitar las afamadas Cuevas del Soplao. Grutas que esconden auténticos tesoros naturales. Con una historia relacionada directamente a la extracción de mineral.
Su tren de acceso y su visita de una hora, son suficientes para disfrutar de una mañana relajada. Abrid los ojos y disfrutad de sus estalactitas. Y de su «pene cántabro»…
La parada para comer puede ser la señorial Comillas. Con su palacio del Sobrellano, el Capricho de Gaudí o su universidad.
Un paseo por sus calles o por su playa para bajar la comida. O por el contrario, una relajante siesta en el prado del palacio de Sobrellano. Curioso saber que esta fue la primera población española con alumbrado público. Lo dicho. Señorial y noble.