
Parque Natural de la Hoces del río Duratón: Sepúlveda.
Esta semana toca sacar la furgo para continuar conociendo los bonitos rincones que guarda nuestro país. En esta ocasión nos quedaremos por la zona centro, más concretamente en la provincia de Segovia.
Hay diversidad de lugares para visitar en esta céntrica provincia castellana, pero hoy nos vamos a centrar en el Parque Natural de las Hoces del río Duratón. Una sinuosa brecha tallada en llanura por el cauce del río que le da nombre.
Un trazado que transita junto a la bella localidad de Sepúlveda. Su visita, pues, será la guinda perfecta para una fantástica jornada familiar.
Nosotros llegamos el viernes a última hora de la noche. Justo para cenar y dormir. La furgo la aparcamos en el parking público que hay adecentado en la zona noreste del pueblo. En el acceso por la carretera SG-232. Nos encontramos bastantes vecinos con autocaravanas que también pernoctarían en este adecentado lugar.

Las perspectivas de Sepúlveda desde aquí son bastante bonitas. Su núcleo urbano está flanqueado por los cauces del río Duratón y Caslilla, creando un hermoso enclave con el que darnos las buenas noches.
Senderismo por las Hoces del río Duratón.
Al día siguiente, tras un buen desayuno, tocaba hacer la ruta de senderismo. Muy sencilla, de unos 11km y sin desnivel alguno siguiendo la serpenteante vaguada que ha creado el río. Opciones para recorrerlo hay varias. Nosotros decidimos llamar a un taxi local para que nos llevase desde Sepúlveda hasta el puente de Villaseca (18€).
ATENCIÓN: Se necesita un permiso especial para poder hacer la senda desde el 1 de enero al 31 de julio. Aquí puedes acceder a la web para obtener el permiso.
Una vez en el puente de Villaseca, la distancia lineal hasta Sepúlveda es de aproximadamente unos 12 km. Un paseo de unas 3-4 horas con paradas incluidas.
Hay otra ruta más corta que sale desde este mismo punto hacia el oeste y llega hasta el paraje de La Molinilla. Son unos 3 kms ida y otros tantos de vuelta al punto de partida.
Tras leer el cartel informativo, nos pusimos a andar. Un estrecho sendero se abre paso entre la vegetación de ribera dejando siempre el agua a nuestra derecha.

Iniciamos la ruta.
A los pocos metros de empezar, no debemos obviar la Cueva de los 7 altares escavada en la pared de la rambla. Se debe hacer un pequeño desvío y subir unas escaleras para acceder a ella. Está protegida por una reja para evitar actos vandálicos, pero se puede observar perfectamente cada uno de los altares que hay en su interior.

Volviendo sobre nuestros pasos, solo queda disfrutar de la paz y la tranquilidad de este primer tramo. Normalmente la gente suele empezar desde Sepúlveda, lo que nos permite estar prácticamente solos en estos primeros compases.
Solo oirás el discurrir del agua y tus propios pasos. La vista luchará entre observar en lo alto y detenerse en la parte baja. Disfruta. Haz fotos. Para y continúa.

Hasta el quinto kilómetro no empezamos a ver a los verdaderos pobladores de este espectacular paraje. Los buitres. Se hicieron esperar. Pero mereció la pena. Decenas y decenas de estas aves se asomaban en los recortados acantilados. Otros se dejaban ver planear. Y no pararon de hacerse ver hasta el final de la ruta. Un auténtico espectáculo natural.

A los 10 kms de ruta habremos llegado al puente romano de Talcano. Lugar de partida si hubiésemos decidido hacer la senda en sentido opuesto. Poco antes de llegar a este punto final, debemos fijarnos bien porque habremos pasado por la hoz muerta.

Esta es una hoz que el propio río y la naturaleza decidieron obviar, dejándola de lado para seguir un cauce más rectilíneo.
Hasta aquí terminaría la ruta principal, la «silla de caballo» así nos lo hace saber. Es esta una formación geológica que nos recuerda a esta forma tan particular. Pero si quieres puedes alargar el paseo hasta el centro de Sepúlveda. Nosotros lo hicimos.
Anexo a la ruta.
Si decidimos no cruzar el cauce, estaremos tomando la senda de Los dos ríos. Otra alternativa para hacer desde Sepúlveda que no se aleja de la población y transcurre paralelo a los dos cauces que sitian esta bella urbe.

El único «pero» de este corto anexo es que se acumula en estos dos kms todo el desnivel de la ruta. Un par de subidas que, tomándolas con paciencia, no nos dará más problemas que alguna pequeña gota de sudor por la frente.

Tras la primera subida, el esfuerzo será compensado con un bonito balcón aéreo que nos regala una bella perspectiva del meandro. Un rápido descenso para cruzar definitivamente el cauce por el puente del Pizazo y tomar el último ascenso para adentrarnos en Sepúlveda por la Puerta de la Fuerza.

Un bonito recibimiento que puede ser ampliado si queremos visitar el mirador de la Ermita de la Virgen de la Peña. No fue nuestro caso, que optamos directamente por ascender hasta el punto más alto de la localidad donde se halla la iglesia del Salvador.

Desde arriba, unas bonitas perspectivas de las casas con sus tejados y fachadas características. Unos breves minutos son suficientes para retomar el aliento y descender definitivamente a su bulliciosa plaza de España.
Es momento de tomar una cerveza, de reponer líquidos y, ¿por qué no?, reservar mesa para degustar un exquisito cochinillo en cualquiera de los restaurantes que existen en la localidad.

Nosotros teníamos nuestra cerveza en la furgo y unos deliciosos bocatas que nos esperaban para ser disfrutados en otra ubicación. Os cuento.
Descarga aquí en PDF el folleto informativo de la senda.
Ermita de San Frutos.
En el GPS, marcamos la población de de Villaseca. 15 minutos de desplazamiento en coche. Desde allí sale una pista adecentada de unos 5km hacia la Ermita de San Frutos. En su parking, apartados, sacaremos las mesas, la comida y tomaremos nuestro momento de relax aprovechando el sol que se presenta firme sobre nosotros.

La ermita se sitúa en un clave puramente estratégico. Sobre un estrechísimo meandro flanqueado por el cauce que solo permite el acceso por el único camino adecentado. Un paseo de un km que nos vendrá bien para hacer la digestión.

Ahora podremos también disfrutar de las hoces desde la otra perspectiva. Desde la que nos vigilaban los buitres en esta misma mañana. Merecerá la pena.
Hay empresas que en verano organizan excursiones en canoa por esta parte del río.
Quisimos acercarnos al otro lado del río para visitar el monasterio de la Virgen de la Hoz, pero el sol cayó a plomo y desestimamos la opción. Si vosotros podéis, poned en el GPS la localidad de Sebúlcor. Desde allí sale otra pista que se acerca a las proximidades de este otro bonito enclave.
Parque Nacional de Guadarrama.
Si queréis alargar un día más la escapada. Podéis acercaros al Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. Queda muy próximo. Nosotros pernoctamos en el Mirador de los Robledos. Una bonita explanada que tiene acceso por un desvío en el km32 del ascenso al puerto de Cotos.

Hoy tendremos para despedirnos del día, lejos de toda contaminación lumínica, una bonita noche estrellada. Si vais, espero que tengáis la misma suerte.
A la mañana siguiente, coincidiendo con el amanecer, un breve paseo para activar el cuerpo mientras observamos como el sol cede sus primeros rayos al imponente pico Peñalara. Allí iremos hoy, pero no a coronarlo, si no a pasear por sus faldas.
Nos desplazamos con la furgo los 8km que nos quedan hasta el parking de Cotos (no pernoctamos aquí directamente por pertenecer al espacio protegido del Parque Nacional que así lo prohíbe)
Laguna Grande de Peñalara.
Un buen desayuno y nos disponemos a ascender hasta la laguna grande de Peñalara con un divertido tramo de enlace hasta el refugio Zabala.
Tan solo 6 km y un leve desnivel. Apto para toda la familia (excepto el tramo de enlace). El camino asciende por una ancha pista hasta. Al kilómetro tomaremos un desvío que transforma el paso en senda pedregosa. Aquí obtenemos unas preciosas vistas de todo el valle y sus montañas. Disfrútalo pero ten cuidado de dónde pones el pie.

Un giro nos separa de la amplia panorámica para centrarnos en el circo que se produce a los pies de la cota más alta de la Comunidad de Madrid. Un amplio prado, del que emergen cantidades de agua, nos llama la atención. Nuestro objetivo aún no se ve pero está cerca. Un último esfuerzo será necesario para llegar a la orilla de este escondido lago grande de Peñalara.

La ruta oficial, vuelve sobre los pasos. Pero nosotros haremos un «entretenido» enlace de a penas 300m entre un caos de rocas para ascender, cual cabras montesas, hasta las posiciones del refugio Zabala.
Es aquí arriba donde decidimos tomar el tentempié con unas bellas vistas tanto de frente como de espaldas… Tú eliges.

Ahora solo quedará continuar la vereda que llanea por el prado hasta tomar el camino principal que asciende hasta el Peñalara. Pero nosotros tomaremos el sentido opuesto en descenso. Disfrutaremos de los horizontes que nos ofrecen el Alto de Guarramillas, Valdemartín y Cabeza de Hierro. Descenderemos sin piedad hasta completar los seis kilómetros de la ruta de hoy.

Ya en el puerto, una merecida cerveza en la Venta Marcelino para tomar la furgo y regresar a casa con la mente renovada para afrontar una nueva semana laboral.

