
Asturias occidental
Un buen amigo asturiano me dijo orgulloso en una ocasión que «Asturias es España, y lo demás terreno conquistado», en alusión a la victoria de don Pelayo en tierras de Covadonga. Intuí, incluso, cierto recelo en nuestras visitas a su tierrina en los meses cálidos para el disfrute de sus verdes prados. Prados que son moldeados durante los duros meses de invierno y que solo son sufridos por los verdaderos asturianos.

Y razón no le faltaba en su discurso, porque Afri y yo siempre estamos pendiente del tiempo en Asturias. Que en cuanto observamos unos días seguidos de anticiclón, allí que nos presentamos.
En esta ocasión, quisimos visitar la parte occidental, la más próxima a su vecina Galicia. Para nosotros la más desconocida.
Día 1. Parque Natural de Somiedo.
Son cientos las opciones para recorrer este espectacular rincón asturiano. Pero decidimos realizar la ruta más clásica, la de sus lagos. Pero con una pizca de «picante». Os cuento…
La noche la realizamos en lo alto del Puerto de la Farrapona con nuestra furgo. Es una explanada algo inclinada, pero que en su parte más alta se puede equilibrar para dormir decentemente. Llegamos de noche y no pudimos disfrutar de la subida. Pero quedó más que compensado cuando el sol comenzó a desperezarse tras la silueta de Las Ubiñas por la parte leonesa. Todo un espectáculo visual. Merece la pena el madrugón.

Tras el desayuno, iniciamos nuestra ruta para visitar los cuatro lagos de la zona (más dos desaparecidos) en 18 km y unos 900 metros de desnivel positivo. Una acertada combinación del sendero oficial PR-AS 15, y un poquito de «salsa» al asunto.
En el primer kilómetro y medio, disfrutaremos de las vistas del puerto de la Farrapona que no pudimos contemplar en la llegada. Un cómodo inicio en descenso y por una ancha pista que nos dejará en las puertas del primer lago.
El lago Cueva nos da la carta de presentación para el resto de la ruta. Un teito (construcción típica de la zona) se yergue orgulloso en su orilla. Una tierra descaradamente rojiza aparece bajo nuestros pies para indicarnos la presencia de una antigua mina de hierro por la que pasaremos muy cerquita durante el siguiente kilómetro, ahora en pronunciado ascenso, pero manteniendo la pista ancha y adecentada

Tras casi los tres kilómetros de ruta, llegaremos a un primer collado que nos presentará orgulloso el segundo de los lagos de nuestro viaje. El lago Cerveiriz se muestra a los pies del pico Albo, iniciando una extensa combinación de brañas y majadas.
Durante los siguiente tres kilómetros estaremos rodeados de pastos y reses mansas a una altura media de unos 1.700 m. Un tramo que presenta alguna ondulación sin dificultad. Que transmitirá una paz y una tranquilidad tal que querrás tirarte al pasto y dejar que pasen las horas. Pero no caigas en la tentación, porque lo mejor está aún por llegar.

Tomaremos un hito en lo alto de un collado como referencia para pasar al valle del Lago. El verdadero objetivo de la jornada de hoy. El camino hace un giro y comienza su descenso para presentarnos una de las vistas más espectaculares que se puedan disfrutar en este paraíso que es Asturias.
Solo debemos seguir las marcas del PR, que aquí sí se muestran con convicción. El paisaje es brutal mires hacia donde mires.

Debemos prestar atención en este tramo porque sobre los 7km de ruta aparecerá una bifurcación en medio de la bajada que estamos realizando. Nosotros seguimos el descenso, pero las marcas blancas y amarillas nos insistían en tomar el camino a la izquierda para seguir faldeando sin perder altura hasta llegar a la misma orilla del lago del valle (éste es el correcto).
En nuestro complejo descenso por sendero, vereda y algo de pasto a través, llegamos a la pista principal que vertebra el valle. Esto nos obligaba un nuevo ascenso para ganar la altura del lago. Es este un tramo bonito y divertido en un principio y algo aburrido en su segunda mitad. Por eso aconsejamos tomar el desvío a izquierdas que correctamente nos indicaban las marcas de PR.

Una vez en la orilla del lago, hicimos nuestra parada para reponer fuerzas. Justo en el ecuador de la ruta, pero con el ascenso más duro de la jornada por delante.
Es aquí donde nos despediremos de la ruta oficial para seguir fielmente el camino que nos indica el GPS. Bordearemos el lago del valle hasta llegar a la Cabaña Cobraña, a la espaldas de la cual se inicia un ascenso bastante pindio. Con paciencia iremos ganando altura con rapidez, lo que nos permitirá conseguir unas perspectivas sobre el lago únicas.
Serán unos 500 metros de ascenso violento hasta encontrar una vereda que nos guiará directos al paraje del Pedregal. Será un tramo duro, pero que bien tendrá una merecida recompensa con unas vistas al lago y al valle que son impagables. Es momento de sentarse unos minutos y disfrutar de este regalo de la naturaleza.

Ojo al retomar el camino, debemos ser escrupulosos con el GPS si no queremos que nuestra intuición nos desvíe del camino. Seguiremos en ascenso, mucho más liviano. Por unos momentos parecerá que nos despediremos de estas bellas vistas definitivamente. Pero solo será un obligado quiebro a la montaña para ganarle altura y poder seguir disfrutando del verdadero objetivo principal de la jornada de hoy.
Ahora sí, es obligada la parada y embelesarse con lo que observamos desde este punto de la ruta. Lago y Valle unidos de la mano solo y exclusivamente para nosotros.

Seguiremos nuestra ruta, con la imagen grabada en la retina. Toca despedirse y bordear los picos Albos hasta el collado que nos iniciará el roto descenso hasta la orilla del lago Cerveriz. Será este un camino complejo donde deberemos salvar agrupaciones de piedras. La referencia es clara. El lago Cerveriz, previo paso por la desaparecida laguna Cebolleu.
Habremos de tener paciencia para trazar el mejor recorrido hasta la vaguada que queremos conseguir.

Una vez en las orillas de dicha laguna, la bordearemos para llegar hasta la cuarta y definitiva laguna Calabazosa.
El remanso de paz que cubre este lugar solo puede ser disfrutado estando allí. Podremos bordearla por ambos lados. Nosotros decidimos el derecho. Un sendero bordea este paraje casi introduciéndose en el agua.

El cansancio puede empezar a hacer mella a estas alturas de jornada. Un último esfuerzo para ganar la horcada de Calabazosa nos premiará con unas exclusivas vistas del Lago Cueva. El primero que disfrutamos a primeras horas de la mañana, pero desde un punto de vista mucho más espectacular.
El descenso hasta la base donde pasaremos por el propio teito nos dejará listos para retornar por el mismo camino que realizamos en el inicio de la jornada. La ancha pista y el último esfuerzo nos esperaban para despedirnos de este bucólico e impresionante paraje de las lagunas de Saliencia.

Tocaba desplazarnos hacia nuestro segundo objetivo del viaje. Decidimos descender por la pista de tierra hacia Torrestío. Unos 5 km que, con paciencia, son completamente circulables. (Nunca entenderé la razón de la administración leonesa de no querer unir este puerto de acceso a Asturias).
Los picos de las Ubiñas nos vigilarán desde la lejanía en nuestro descenso hacia la comarca leonesa de Babia.

Un suave café en Piedrafita de Babia nos permitirá disfrutar de estos parajes que ya eran visitados por los reyes en sus escapadas de desconexión.
De vuelta a Asturias, nos introdujimos de lleno en el Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibías. Nuestro objetivo, Moal. Pueblo de acceso a la Reserva de la Biosfera de Muniellos.
La furgo la estacionamos en su «plaza» tal y como nos recomendaban en la web de furgoperfecto. Tuvimos tiempo para tomar una sidrina y comentar con los oriundos sobre el control policial al que nos vimos sometidos debido a la visita de los Príncipes de Asturias a dicho pueblo.
Día 2. Reserva de la Biosfera de Muniellos.
El día amanecía con la bruma que recubre los bosques asturianos a primeras horas de la jornada, pero poco a poco el sol fue ganando su batalla. Para cuando estuvimos en la puerta de acceso a la reserva, el cielo se presentaba límpido a rabiar.
Debéis tener en cuenta el acceso restringido y controlado para la visita a este bosque. Tan solo dan veinte permisos por día (pincha aquí para conseguir el permiso) con unas políticas muy estrictas de cancelación y confirmación.

Éramos conscientes de que no estaba permitido el acceso con mascotas. Kenya viajaba con nosotros. El guía que nos tomó los datos y nos explicó la visita nos propició un lugar fresco en el parking para el confort de nuestra mascota. Pero ello nos impediría hacer la ruta larga hasta las lagunas.
La opción que tomamos fue hacer la ruta corta que discurre paralelo al río Muniellos y que para nada desmerece la visita. Es una opción lineal de ida y vuelta que no nos importó realizar. 5 km de ida paralelos al cauce del río hasta el inicio del ascenso y otros tantos de vuelta.

Un agradable paseo por un auténtico bosque de xanas. Los olores, los ruidos, el frescor en la piel… Toda una alegoría para nuestros sentidos.
Breves paradas para disfrutar de esta ruta, que por nuestras circunstancias, sería mucho más sencilla físicamente que la del día anterior. Tampoco nos importaba. Estaba resultando ser un paseo de lo más relajante. Disfrutando de todo lo que nos rodeaba.

El sol, se abría paso entre las copas de los árboles. Le costaba hacerse presencia. Pero por momentos lo conseguía y permitía momento casi de nirvana.
La vuelta al paraje de las Tablizas, donde se encuentra el control de acceso, resultó ser completamente interesante a pesar de estar desandando nuestro pasos. Daba igual hacia donde mirases, parecía un bosque completamente diferente en cada uno de sus puntos cardinales.
Tocaba retomar nuestra casa rodante para acender al puerto del Connio, el cual ofrece balcones naturales sobre el valle y bosque de Muniellos. Cada una de sus curvas puede ser considerado miradores oficiales de este vasto y denso espacio protegido.

La parte de Degaña la cruzamos el día anterior de camino a Moal. Y la parte de Ibias nos tocaba ahora recorrerla para salir de este impresionante y desconocido rincón del suroeste asturiano.
Teníamos por delante toda una tarde de carretera hasta llegar a la costa. Pero no nos importaba. Las vistas eran inigualables. El río Ibías vertebra esta desconocida comarca con un valle cerrado que parece atraparte para impedir que salgas de allí. Las carreteras se retuercen por las laderas para ganar a las ondulaciones de estos lugares.

Tras un breve paso por Negueira (Galicia), retomamos nuestra ruta por tierras asturianas para detenernos en Grandas de Salime y disfrutar de algunos de sus miradores hacia su impresionante embalse sobre el río Navia.
Hasta el despoblado de La Paicega (un km de pista desde Sanzo) nos desviamos para tomar unas de las más impresionantes vistas sobre este pantano.

Retomando nuestro viaje, cruzamos por la comarca de Oscos-Eo, que anotamos en pendientes para futuras visitas. A media tarde llegamos a Castropol donde la niebla se nos echa encima y nos dirigimos directos a nuestro destino de hoy. La playa de Peñarronda.
Pero no dormiremos en su parking. Nos ubicaremos en lo alto de la ermita de San Lorenzo desde la que se nos presentan unas vistas exclusivas de esta bella playa.
Unas mesas, un césped, unos columpios rodean a esta ermita y permiten un tiempo de relax de cara al último día de nuestra escapada.
Día 3. Sendero costero GR-9, C.S. del Norte.
El día amanecía nublado. Era finales de septiembre, y entraba dentro de nuestras posibilidades. Pero no nos iba a condicionar nuestra última jornada por la costa.
Amanecimos sin prisas y mientras nos desperezábamos, observamos a los peregrinos de camino a Santiago. Estaban realizando la variante del Norte que traza los pasos paralelo a la costa. Esta sería nuestra opción de hoy.

La idea era clara. Un suave paseo por la costa desde Tapia de Casariego hasta la playa de Peñarronda. Al ser lineal, llamamos a un taxi para que nos desplazase hasta el inicio de nuestra ruta de hoy (10€ nos cobró) para acabar en la furgo.
Antes de describir la ruta os debo dar dos avisos muy importantes:
– La ruta que describimos se separa en varias ocasiones del trazado oficial, siempre con el objetivo de patear lo más próximo a acantilados o playas. Esto quiere decir que, dependiendo de la época, puede que haya tramos que estén tapados. Si esto ocurriese, siempre tendremos las marcas de GR-9 como camino oficial.
– La ruta debe hacerse en las horas de bajamar para poder descender a las playas. Así disfrutaremos de su arena, y sus aguas que bien agradecerán nuestros pies. Aquí puedes obtener esta valiosa información. Así pues, nuestra bajamar se produciría a las 13:30, lo que nos obligaba a iniciar la marcha sobre las 12:00.

Partimos de Tapia cruzando su playa del Aguileiro donde la escuela de surf impartía sus clases aprovechando la bajamar. Al otro lado de la playa nos esperaban unas escaleras para ascender hasta la urbanización Entreplayas y contactar con el trazado oficial del que nos despediríamos en la misma esquina del Camping de Tapia.
El sendero nos dirige entre maizales directos a la bella playa de La Paloma. Un rústico acceso nos dejará en su húmeda arena que recientemente ha sido abandonada por el mar. El paseo entre sus acantilados y rocas emergentes de la misma arena nos hace sentir por primera vez esa paz que transmiten las aguas calmadas de la mar.

El sol empezaba a hacerse fuerte entre las nubes cuando salimos de esta bucólica playa para encontrarnos de nuevo con el trazado oficial.
Tocaba ahora un paso por un pinar que nos daría la opción de visitar el Castro de Esteiro, desde el cual obtenemos unas espectaculares vistas de la playa que acabamos de dejar atrás.

Retomando el camino, volveremos a desviarnos del sendero de Gran Recorrido para introducirnos por una zona escondida de acantilados que nos dejarán bellas estampas en nuestras retinas. El sendero se transforma en una leve trocha que nos dirige a la punta Calonga.
Es este un lugar que bien merece una visita desde la que podemos contemplar toda la parte de la costa que hemos realizado e incluso la que queda por visitar. Marca, pues, un bonito ecuador en nuestra jornada.

Al salir de este puntal seguiremos nuestros pasos hacia el oeste en busca de la conocida playa de Serantes. Tal vez la más popular de todas las visitadas por lo que será fácil encontrarnos con bañistas en sus aguas.
De nuevo, como en las anteriores, sirve también de desembocadura de río. Por lo que estaremos obligados a descalzarnos para vadear este juguetón riachuelo de agua dulce a punto de morir en la mar.

Pero no nos volvamos a poner las botas tras este momento puesto que ahora toca disfrutar de otro divertido paso entre piedras y agua. Jugando al escondite pasaremos al otro lado de esta playa, no sin antes disfrutar de escondidos lugares que bien merecen una pequeña pausa en nuestra jornada.
Habremos encontrado, tras este divertido paso, la playa de Mexota. Con su característico risco en medio de la playa a modo de paredón perpendicular a la línea de costa. Sus arenas son frecuentadas por bañistas amantes del nudismo.

Para salir de ella deberemos ganar la altura necesario por un sendero arenoso que nos regalará unas vistas espectaculares de esta peculiar playa.
En nuestro intento por ser lo más fiel posible a la línea costera desechamos la opción de volver al camino marcado oficial. Pero nuestra suerte acabó aquí. Fue en este momento cuando debimos recular y tomar el camino seguro para poder concluir nuestra bonita jornada de hoy.
Entre campos de maíz, salimos a la carretera que nos dirigía a la playa de Santa Gadea. Aquí coincidimos con los peregrinos que llegaban a la ermita de San Lorenzo, donde nos esperaba nuestra furgoneta.

Decidimos seguir, para bajar hasta la misma playa de Peñarronda y conocer in situ sus grandes instalaciones en el parking con duchas públicas, amplio aparcamiento, mesas de picnic y chiringuito.
Anduvimos un poco más, cruzando por la puerta del camping que se encuentra en la misma línea de playa para tomar una merecida cerveza en el restaurante Parajes.
Aquí dimos por concluida nuestra jornada de costa con algo más de 9km en nuestras piernas. Ahora la comida y la siesta en la amplia playa nos esperaba para darnos descanso antes de que la noche cayese.

Las duchas públicas, muy bien conservadas, nos dieron la vida necesaria para visitar Tapia como personas normales. Tomar unos vinos mientras caía la noche en cualquiera de los bares del muelle y hacer tiempo para cenar en el restaurante Casa del Mar.

La noche estaba predestinada a pasarla en algunas de las playa como Frejulfe u Otur. Pero por unas razones o por otras, terminamos en Luarca. Allí amanecimos. Allí desayunamos. Y allí subimos a su ermita para divisar esta bella localidad desde este lugar privilegiado. Entonces, solo quedaba tiempo para volver a casa con el alma y la fuerzas completamente renovadas.
Espero que os sirva nuestra escapada para que podáis conocer esta zona de Asturias injustamente más desconocida.


