Dehesa de Cardiel.
NIÑOS,  SENDERISMO

Dehesas de Cardiel

Volvemos a la carga con una nueva y sencilla propuesta. Últimamente estamos dedicando las entradas a paseos con niños, en porteo o no, con un nivel de dificultad inexistente.

Esta es nuestra realidad hoy en día. Nos gusta la naturaleza, el aire libre… y disfrutarlo en compañía de India potencia nuestro gozo, a pesar de tener que renunciar a otros objetivos más ambiciosos desde el punto de vista físico y técnico.

Es complejo buscar lugares o rutas que sean sencillas, de fácil acceso y no estén masificadas. Pero esta es una excepción. La zona baja de la Sierra de San Vicente guarda rincones interesantes que se alejan de su zonas altas, mucho más transitadas.

Nosotros nos hemos basado en un tramo de la Senda de Viriato que conocí en bici en mis inicios ciclistas. Y a pesar de coincidir parte con el GR-63 de la Senda de Viriato, no está marcada con balizas, por lo que se recomienda llevar un GPS o aplicación en el móvil que te permita seguir nuestros pasos.

Dehesa de Cardiel. Senda de Viriato.
Dehesa de Cardiel. Senda de Viriato.

La ruta es un clásico de primeros de año que tenemos como costumbre hacer desde hace tiempo Afri y yo. Una forma de empezar el año con buenas sensaciones.

El paseo que os proponemos consta de tan solo 4 km y es completamente plano. Tan solo hay que salvar dos arroyos, uno al inicio /final y otro en el ecuador del recorrido.

Primera parte, ida. Cardiel

Partiendo desde la plaza de Cardiel de los Montes, saldremos por el sur de la localidad donde nos encontraremos algunos paneles informativos que nos recordarán que vamos a caminar por un tramo de la Senda de Viriato.

Tras vadear el reguero del Palo, que vierte sus aguas al arroyo Saucedoso, el camino nos obliga a cruzar una puerta canadiense. Esto nos hace pensar que tal vez tengamos suerte y nos crucemos con alguna res mansa a la que India pueda saludar.

El tiempo encapotado amenazaba una ligera lluvia que por momentos hacía su presencia, pero nunca llegó a incomodar.

Durante el primer kilómetro cruzamos un pequeño prado donde ya podemos ver algunos terneros. India alucina al verlos tan cerca y tan reales. Ver su cara no tenía precio.

Dehesa de Cardiel.
Dehesa de Cardiel.

– ¿Cómo hace la vaca, India?

– Muuuuuu…

Y no paraba de señalar.

Al pasar junto a ellas, se levantaron y desplazaron hacia otro lugar. Fue el momento en el que tomamos un sendero que se desviaba a la izquierda para seguir más de cerca el cauce del arroyo que siempre nos acompañaba a nuestra izquierda.

Fue en este momento cuando nos adentramos en un bonito encinar. Kenya no paraba de correr de un lado para otro, e India señalaba todo lo que la llamaba la atención… los charcos de agua, las hojas de las encinas y olivas, el canto de algunos «pipis»… Una fuente de sensaciones completamente natural para la más peque.

Dehesa de Cardiel.

Pronto llegamos al punto de vuelta, el bonito y escondido sendero desemboca en la pista forestal que ahora nos llevará de vuelta al punto de inicio. En este momento llevaremos dos kilómetros exactos de ruta

Segunda parte, vuelta.

Ahora con la carretera CM-5002, guiaría nuestros pasos desde la distancia. Durante un kilómetro tomamos la pista que desembocaría en el mismo camino que habíamos tomado al inicio. El del prado donde estaban los terneros, ahora un poco más escondidos entre las encinas.

Quedaba tan solo realizar la parte final, común a la inicial para llegar a Cardiel y tomar una buena cerveza en alguna de sus terrazas de la plaza peatonal con vistas a la iglesia y su campanario. Allí arriba una elegante cigüeña captó la atención de India, al igual que el «guagua» que la invitaba a lanzarle su propia pelota.

Dehesa de Cardiel.

No más de hora y media dedicamos a este tranquilo paseo donde todos disfrutamos de un rato al aire libre y donde India continuó ampliando sus experiencias y estímulos.

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